miércoles, 30 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 24

DOMINGO 17 DE MAYO

Yolanda, Esperanza y toda la familia en general estuvieron de acuerdo en pagar una misa a la vieja Alicia. Ese domingo asistieron con sus mejores galas al templo para escuchar al padre Epifanio. Ese sacerdote se había granjeado la admiración de muchos en el pueblo porque había convertido el púlpito en tribuna desde la que lanzaba fuertes críticas a quienes traficaban con la narcótica hierba Mugen. Más por esa misma razón se había hecho acreedor al odio de mucha gente en el pueblo que veían en el cura un peligro para sus intereses.

Como todos los días el padre Epifanio dedicaba su sermón a cuestionar el pernicioso influjo del narcotráfico.

"No me cansaré de denunciar el gran peligro que se cierne sobre este pueblo por el desmedido poder que han adquirido los traficantes de esa hierba maldita. Ellos son prácticamente los dueños de este pueblo. Han cooptado el gobierno, la justicia, el comercio e incluso hasta influyen en la vida cotidiana de todos los esperanceños. Han corrompido los valores morales de este pueblo. Han inculcado en la juventud el amor por el dinero fácil, el poder a costa de cualquier precio, la exhibición de la mujer como un objeto sexual. Por culpa de esos personajes en este pueblo otrora pacífico ahora prolifera el sicariato, la prostitución y todo tipo de actividades criminales. Y todo frente al silecio cómplice de todos los habitantes de este pueblo.

"Qué les quede bien claro. Ninguna fortuna o poder acumulados y cimentados sobre la ruina y la destrucción de los jovenes que consumen ese vicio puede ser considerada legítima ni correcta ante los ojos de Dios".

Concluida la misa Esperanza y el resto de la familia abordaron el carro que los llevaría a su casa.

_ Ese cura ya se vuelve monotemático hablando en todos los sermones de lo mismo -opinó Yolanda.
_ Pues a mí me parece muy valiente. Es el único que se atreve a ponerle los puntos sobre las íes a esos mafiosos -replicó Esperanza.
_ Más que valiente me parece temerario. Ese padre está poniendo su vida en peligro por cuestionar tanto a ese señor Oliverio Esguerra. Porque así el padre hable en plural, es obvio que se refiere específicamente a ese personaje -anotó Horacio.

Ciertamente Oliverio Esguerra era el destinatorio de todos los sermones del padre Epifanio. Ese hombre había acumulado un poder insospechado en todos estos años y aquel cura locuaz y atrevido era una piedra en el zapato. Justamente de él estaba hablando con uno de sus lugartenientes con quien se había reunido en la guarida desde la cual despachaba sus órdenes.

_ Ese cura insiste en hablar mal de usted patrón -señaló el lavaperros de Esguerra- No hay día en que no quiera indisponer a la gente de este pueblo contra usted. Yo creo que ya es hora de darle una sorpresita a esa curita.
_ A mí no me conviene armar ruido con la desaparición de ese cura. Pero ya se me acabó la paciencia. Quiero que se encargue hoy mismo de quitarme ese problema de encima.
_ Entendido patrón.

El lavaperros atendió la orden sin chistar. El plan resultó muy simple. Llamaron al cura y le hicieron creer que una persona moribunda precisaba que se le aplicara la extremahunción. Cuando el sacerdote iba en camino de atender esa obligación, unos sicarios motorizados lo interceptaron y descerrajaron una ráfaga de balas sobre la humanidad del último bastión de la moral que quedaba en La Esperanza.

lunes, 28 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 23

VIERNES 15 DE MAYO

Empezaba un nuevo día y Esperanza decidió visitar a sus vecinas antes de acudir a la clínica a averiguar por la suerte de su abuela querida.

_ ¿Y cómo sigue la Sra Alicia, esperancita?- preguntó la negra Berenice.
_ Regular doña Berenice. El médico no fue muy optimista. El cáncer no se detectó a tiempo y ya la enfermedad está muy avanzada- contestó Esperanza quien se hallaba cómodamente arrellanada en uno de los sofas de la casa vecina. María Berenice estaba sentada sobre una poltrona, mientras que Ebelia y Berenice no perdían detalle de la conversación sentadas sobre las sillas del comedor.
_ Bueno mijita, lo único que le puedo decir en este momento es que hay que tener mucha fortaleza y confiar en que Dios le deparé lo mejor a su abuela.
_ ¿Y cómo ha tomado las cosas Yolanda? -preguntó Ebelia.
_ Pues como lo toma todo ella: llena de rabia.
_ Esperanza -anotó María Berenice- yo todavía no puedo creer que su tía no la haya dejado entrar anoche a su casa. Se supone que el 50% de esa casa es suya, ¿o no?
_ Yo todos los días me hago la misma pregunta: ¿por qué mi tía es así conmigo? Toda la vida me ha tratado como con un rencor...una rabia. Yo no sé por qué tengo la sensación de que mi mamá tiene que ver en todo eso. Mi tía cuando habla de mi mamá siempre lo hace en muy malos términos.  Yo estoy cansado de preguntarle a mi abuela qué es lo que pasa. Incluso ayer le pregunté directamente a mi tía porque se comporta así conmigo. Pero ninguna es capaz de darme la respuesta. Ustedes que han conocido a mi familia de toda la vida ¿no saben algo? Me pueden decir algo de ese pasado tan misterioso -pidió Esperanza de manera encarecida. Ebelia y María Berenice sólo se limitaron a intercambiar miradas cómplices.
_ Yo creo que todas esas respuestas que busca se las tiene que pedir directamente a su familia -opinó Ebelia.
_ Por eso les digo que yo he confrontado a las dos, a mi tía y a mi abuela, y siempre se salen por la tangente. Yo quiero saber cuál es la verdad de mi pasado, de mi origen. Saber por qué me abandonó mi mamá. Saber quién era mi papá.
_ Esperanza yo le digo una cosa, yo también me crié sin papá como usted y le puedo decir con todo el convencimiento que nosotros las mujeres no necesitamos de los hombres para nada, ni para vivir, ni para salir adelante.
_ Es mejor que no se mortifique por el pasado. Lo que paso, pasó y lo que realmente importa es vivir el presente -señaló Berenice.
_ Es que ese es el problema. Yo ni siquiera sé si debe mortificarme porque sencillamente no conozco nada de mi pasado.

Luego de visitar a sus entrañables vecinas y amigas Esperanza se dirigió a la clínica donde estaba internada Alicia. Allí se encontró con su tía y Horacio. Al poco tiempo llegó el médico con novedades.

_ Doctor ¿cómo está mi abuela?
_ Ya tenemos los resultados de los estudios que le hicimos y la verdad no les tengo buenas noticias.
_ ¿Qué pasó doctor? -cuestionó Yolanda.
_ El cáncer hizo metástasis.
_ ¿Eso qué quiere decir? -preguntó Esperanza.
_ Quiere decir que las celulas cancerosas se han "regado" por todo el cuerpo de la paciente afectando otros órganos. Infortunadamente el cáncer no fue detectado a tiempo y por eso ha avanzado tanto.
_ ¿Eso quiere decir que mi mamá está deshauciada doctor?
_ Sería irresponsable de mi parte alimentar falsas expectativas.

Esperanza prorrumpió en llanto ante el desconsolador panorama. El médico se marchó y Yolanda sólo atinó a decir "Bueno, sabíamos que este momento tarde o temprano iba a llegar". Entretanto Horacio intentaba consolar a la apesadumbrada Esperanza.

_ Yo no sé qué va a hacer la pobre esperanza si doña Alicia se muere. Va a quedar a merced de la bruja amargada de la tía -sentenció María Berenice- Ustedes que conocen a esa señora de toda la vida ¿siempre ha sido tan amargada?
_ A lo mejor ella tiene razones de peso para haberse vuelto así -acotó Ebelia.
_ ¿por qué lo dice mamá? ¿Ustedes qué es lo que saben? ¿Por qué no me cuentan? -preguntó María Berenice mientras giraba intrigada su cabeza hacia la dirección donde estaban su madre y abuela.
_ Nosotros no sabemos nada y deje de ser chismosa que la curiosidad mató al gato -anotó con ironía Berenice.

A la joven Esperanza le dieron permiso de visitar a su moribunda abuela. Entró a la habitación envuelta en un ambiente mortuorio, contempló a la anciana y se hincó ante ella.

_ abuela ¡por favor no me abandone! ¡Usted es lo único que tengo en esta vida! ¡No me deje sola! -suplicó la desconsolada niña en medio de sollozos.

domingo, 27 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 22

JUEVES 14 DE MAYO

Aquella noche Esperanza perdió la noción del tiempo y terminó llegando a su casa a las dos de la madrugada. Cuando intentó abrir la puerta de su casa se percató de que estaba bajo llave. Tocó el timbre varias veces hasta que su tía bajó hasta el primer piso, pero lejos de abrirle la increpó por arribar a la casa a tan altas horas de la madrugada.

_ ¿Qué son estas horas de aparecerse por aquí desvergonzada?
_ Tía, ¡qué pena! No me di cuenta a qué horas se me hizo tan tarde. Déjeme entrar sí.
_ ¡Vaya a dormir donde la trasnocharon! Descarada. Qúe dijo: "cumplí la mayoría de edad y ahora puedo hacer lo que se me venga en gana! No señora. En esta casa hay normas que se tienen que respetar.
_ ¡Tía, por favor! ¡Déjeme entrar! Mire que es la primera vez que llegó a esta hora. Es mi cum...
_ Primera vez y última porque yo no le voy a alcahuetear su sinverguencería. Vaya y pídale posada alguno de los zánganos esos con los que estuvo de parranda.

Resignada, Esperanza resolvió pedir a su vecina Berenice que le permitiera quedarse en su casa por esta noche. Ella accedió sin problemas. Cuando amaneció la vieja Alicía preguntó por el paradero de su nieta de la cual ya había notado su ausencia. Intentó resolver sus dudas con Yolanda quien a esas horas estaba desayunando en compañía de su marido.

_ ¿Dónde está Esperanza? No la encontré en su alcoba.
_ No pasó la noche aquí -contestó Yolanda.
_ ¿Qué? ¿Cómo así?
_ Así como lo oyó Mamá. ¿Sabe a qué horas se apareció en esta casa? A las dos de la madrugada. Lo siento mamá pero yo no voy a acolitar la sinverguensura de esa niña. En esta casa hay normas y se tienen que respetar.
_ ¿Es que acaso usted nunca fue joven? A esa edad es normal que los muchachos salgan y más si -la vieja mujer interrumpió su discurso para toser- más si es su cumpleaños.
_ ¿Y qué clase de ejemplo es ese para Pablo y Martina? Dirán: "Mi prima puede irse a juerguear hasta la hora que se le dé la gana. Entonces nosotros también podemos hacer lo mismo".
_ Me aterra lo amargad...- No pudo terminar porque de nuevo la dominó el deseo de toser. Luego se agarró el pecho en señal de un gran dolor que la agobiaba. Yolanda y su esposo debieron llevarla de urgencia a la clínica. Esperanza se dirigió a ese lugar apenas supo todo.

_ ¿Cómo está mi abuela Tía?
_ Estará contenta, ¿no? Tuve una discusión con mi mamá y para variar por culpa suya. Por eso se puso mal.
_ Doña Alicia está en observación Esperanza. Los médicos todavía no nos dicen nada -le informó Horacio a la joven.

En ese preciso instante apareció un galeno a dar el respectivo parte médico.

_ Doctor, ¿Cómo está mi mamá?
_ Está en observación. Creó que lo más recomendable es dejarla aquí en la clínica por unos días. Aunque debo decirles que la enfermedad de ella ya está en una fase terminal. Vamos a hacerle unos estudios para saber qué tan avanzada está el cáncer. Hasta ahora el pronóstico es reservado.

El médico se marchó sin dar más detalles. El siguiente en irse fue Horacio quien debía dictar clases en el colegio. Yolanda y esperanza se quedaron solas en la sala de espera.

_ ¿Y qué, dónde pasó la noche?
_ En casa de doña Berenice.
_ Esa mujer como siempre de alcahueta suya.
_ Tía, ¿le puedo hacer una pregunta? Es una pregunta que yo me hecho desde hace muchos años. ¿Usted por qué me odia tanto?
_ Deje de ser ridícula. Yo no la odio. Lo único que hago es imponer orden y disciplina en mi casa. ¿Acaso eso es un delito?
_ Esa respuesta no me convence. ¿Sea sincera conmigo tía? ¿Qué hay detrás de tanta rabia suya hacia mí? Yo trató de comportarme bien, de no dar problemas. Pero a usted nada de lo que yo hago le parece bien. ¿Por qué?
_ ¡Déjese de tanto drama tan ridículo! -sentenció Yolanda ya acto seguido se paró de su silla y se marchó.

Era la primera vez que Esperanza interrogaba a su tía por ese odio que ésta le profesaba. A muchas les había preguntado sobre las causas de esa animadversión y si acaso ella estaba fundamentada en pasajes oscuros de su pasado. Pero nadie le daba una respuesta convincente.



viernes, 25 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 21

MIÉRCOLES 13 DE MAYO

Pasaron ocho años y Esperanza llegó a la mayoría de edad convertida en una muchacha bonita físicamente, delgada, de frondosa melena negra y atractiva personalidad. Era el vivo reflejo de su madre y ello mortificaba a su amargada tía Yolanda quien siempre quiso hacerle la vida imposible, pero vio frustradas sus intenciones por la férrea defensa que la vieja Alicia hacía de su nieta. En cuanto a la anciana mujer, años atrás le habían diagnosticado un cáncer de pulmón y por ello estaba viviendo sus últimos días. Pensando en la cercanía de su muerte había decidido asegurar el bienestar de Esperanza poniendo a nombre de la muchacha el 50% de esa casa que a su vez la vieja Alicia había heredado de su difunto marido. Cuando Alicia llegó a la vieja vivienda y le anunció a Yolanda esa decisión ésta no reaccionó de la mejor manera.

_ Yolanda, yo le tengo que contar algo. Esta mañana estuve en la notaría para cederle a Esperanza el 50% que me corresponde de esta casa.
_ ¿Que usted hizo qué Mamá?
_ Así como lo oyó. Yo en cualquier momento me voy a morir y quiero asegurarle un futuro a mi nieta.
_ Eso quiere decir que en pocas palabras esta casa prácticamente ya es propiedad de esa bastarda. Como quien dice que cualquier día a esa le va a dar por echarme de aquí y lo va a hacer sin ningún problema.
_ Si yo no le hubiera entregado la mitad de esta casa a mi nieta habría sido usted la que la hubiera sacado a patadas apenas yo me muriera. Igual usted seguirá teniendo el 25% de esta casa.
_ No mamá. Qué pena, pero usted no está obrando correctamente. Por derecho usted debió cederme a mí su parte de esta casa pues a fin de cuentas yo he vivido aquí toda la vida. Ahora sólo falta que la casquivana de Marta aparezca a reclamar su parte.
_ Esa decisión no la pienso discutir. Simplemente le estoy informando.
_ Sí, yo ya tengo claro que usted siempre va a estar del lado de esa. ¡Qué tristeza! Yo me quedé sin mamá desde el mismo día en que Martha abandonó a esa bastarda en esta casa. ¡Qué decepción!- y dicho eso Yolanda se puso de pie y salió de la habitación de su madre.

Mientras esa discusión tenía lugar en el segundo piso de la casa, en el primero Esperanza se encontraba celebrando su onomástico en compañía de su amiga María Berenice, Horacio y sus primos Pablo y Martina.

_ ¿Y qué Esperanza? ¿Qué planes tiene ahora que ya cumplió la mayoría de edad?- Preguntó Horacio.
_ Pues lo principal es empezar a hacer los trámites para entrar a la universidad.
_ ¿Y al fin que carrera va a estudiar? -interrogó María Berenice.
_ Ciencias políticas. Según ese test de orientación profesional que nos hicieron en el colegio es eso lo que tengo que estudiar.
_ Bueno, pero uno no sólo debe escoger una carrera guiado por lo que diga un test. Lo importante es que a uno le guste lo que va a estudiar
_ Pues Horacio a mí me gustan las ciencias políticas. Pues no conozco a fondo la carrera, pero la política siempre me ha llamado la atención.
_ Quién quita que depronto termine de alcaldesa de este pueblo. ¿Se imagina? -opinó con ironía María Berenice. Algunos de los presentes rieron discretamente.
_ Y ahora que ya es mayor de edad, ¿no ha pensado en irse de la casa? -preguntó Martina quien nunca había ocultado la animadversión que su prima le inspiraba.
_ ¿Por qué? ¿Quiere que me vaya?
_ No prima. Simplemente estoy preguntando.
_ Esperanza ¿y usted ya pidió permiso para ir a la fiesta de cumpleaños que le preparamos los compañeros del colegio?
_ Mi abuela ya me dio permiso. Tengo que avisarle a mi tía. No sé por qué no habrá bajado.

Finalmente la agasajada fue a la mencionada fiesta, pero sólo con el beneplácito de su abuela. Ya había caído la noche y en la cama Yolanda discutió sobre los últimos acontecimientos con su marido.

_ Hoy mi mamá fue con Esperanza a la notaría. Modificaron las escrituras de esta casa para que el 50% de mi mamá quedé a nombre de esa. Lo puedo creer. Ahora esa infeliz va a ser la dueña y señora de esta casa.
_ No entiendo por qué se sorprende. Usted sabe que Esperanza es la adoración de su mamá.
_ Me da tanta rabia de pensar que esa pueda tener más poder que nosotros en esta casa. Tenemos que hacer algo, ver la manera de cambiar esas escrituras para revesar la decisión de mi mamá.
_ Eso implicaría incurrir en algo ilícito.
_  ¿Y entonces qué se supone que debemos hacer? Quedarnos con los brazos cruzados mientras esa muchachita se queda con todo. Por cierto ¿adónde es que se fue ahora?
_ A una fiesta  a la que la invitaron los compañeros del Colegio.
_  ¿Y a qué horas pensara llegar?
_ No creo que se demore.
_ Esa muchacha ya está empezando a hacer lo que le venga en gana. Digna hija de la mamá.





domingo, 20 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 20

Yolanda no estaba dispuesta a compartir el mismo techo con su sobrina, así que resolvió marcharse de la casa. Aspiraba a rehacer su vida lejos de cualquier cosa que le recordara la traición de Marta. El problema estribaba en convencer a Horacio Parra, su marido, un hombre mediocre, pusilánime y sin aspiraciones que creía haber jugado muy bien sus cartas al casarse con una mujer que tenía una casa propia y una vida relativamente acomodada. En la intimidad de su habitación él intentó disuadir a Yolanda de la idea de marcharse de esa casa.

_ ¿Cómo así que nos vayamos de la casa?
_ Así como lo oyó Horacio. Yo no estoy dispuesta a vivir bajo el mismo techo de esa niñita. Le dije a mi mamá que escogiera entre ella o yo y como era de esperarse se puso del lado de esa bastarda. Así que lo mejor que podemos hacer es irnos de aquí - le contestó la mujer mientras hacía maletas.
_ ¿No le parece que está armando una tormenta en un vaso de agua? Esa niña apenas tiene como tres años. Es inocente de cualquier cosa que pudo haber hecho su hermana. Yolanda, usted no puede ver a esa niña como su enemiga porque sencillamente ella no tiene la culpa de nada de lo que pasó.
_ Mi mamá me salió con el mismo argumento. Pero no. Esa niña no haría más que recordarme todos los días lo que me hizo la infeliz de mi hermana.

Al oír esas palabras Horacio, que hasta entonces escuchaba atento sentado sobre la silla de un tocador, se incorporó, se acerca a su mujer y la detuvo para que no siguiera empacando su ropa en aquel equipaje.

_ No se deje llevar por sus impulsos Yolanda. La mitad de esta casa está a su nombre. Que eso no se le olvide. Y usted no la puede dejar tirada así como así. Además  nosotros no tenemos ni la estabilidad ni la solvencia económica para irnos a vivir a otra parte con todos los gastos que ello implica.
_ Entonces la alternativa es quedarme aquí soportando la presencia de esa mocosa.
_ Es sólo una niña que no tiene la culpa de lo que pasó. Si quiere más adelante podamos pensar en irnos a vivir a otra parte. Pero por ahora no es conveniente.

Finalmente Yolanda se dejó convencer por su marido. Horacio era un viejo amigo de infancia. Se había reencontrado con él hacía relativamente poco tiempo y decidió convertirse en su esposa más impulsada por el despecho y el miedo a quedarse sola, que por el amor. Paralelo a esa matrimonio Yolanda decidió dedicarse de lleno a su pasión: la costura. Instaló su propio taller en la casa y gracias a ese trabajo devengaba lo necesario para subsistir. Horacio por su parte daba clases de sociales en uno de los colegios del pueblo. Pasaron siete años desde que la pequeña Esperanza se convirtió en nueva huésped de la casa de las Peláez Cancino. En esa enorme vivienda la niña crecería apoyada por una gran aliada, su abuela, pero también viviría a merced de los ataques de una tía que se comportaba como villana de cuento.

En cuanto a las vecinas de las Peláez Cancino, Berenice y Ebelia, ellas se dedicaron a criar solas a María Berenice, fruto de la unión entre Ebelia y Eduardo. Éste último falleció en un accidente de tráfico poco después de que su hija naciera. Nunca logró el perdón de Ebelia por haberla traicionado. María Berenice y Esperanza estudiaban en el mismo colegio y con el tiempo se convertirían en grandes amigas.

_ Oiga niña, ¿le puedo hacer una pregunta? - le preguntó una de las bravuconas del Colegio a la pequeña esperanza que se encontraba sola en el patio dibujando.
_ ¿Qué quiere? -respondio ésta.
_ ¿Por qué en las reuniones escolares siempre viene su abuela y nunca su papá y su mamá?
_ ¿Qué le importa?
_ No me diga que usted no tiene papás. Pobrecita, es una pobre huérfana.

En coro todas las amigas de la bravucona empezaron a corearle a Esperanza "huérfana", "huérfana". Esperanza debió contenerse para no llorar.

_ Dejen de molestarla -ordenó enérgicamente María Berenice, una morenita imponente y mucho más alta que las niñas de su edad.
_ ¡Usted no se meta en lo que no le importa negra inmunda! ¡Sapa! -gritó la bravucona
_ Repítame lo que me dijo -dijo la morena de manera retadora.
_ ¡Negra!- insistió la fastidiosa niña.

La grandulona afrodescendiente sin pensarlo se lanzó sobre aquella atrevida niña, la zarandeó del cabello y después le propinó una paliza que nunca olvidaría. Ese acto acabó de sellar la amistad entre ella y Esperanza. Finalmente las directivas del colegio citaron a los acudientes de las involucradas en la pelea y a todas las suspendieron un par de días.

_ ¿De dónde viene mamá? - le preguntó Yolanda a la vieja Alicia quien acababa de llegar a la casa.
_ Del colegio.
_ ¿Qué pasó? Déjeme adivinar, ¿tiene que ver con esperancita?
_ Unas niñas la estaban molestando. María Berenice se fue a defenderla. Se formó una pelea y terminaron suspendiendo a todas las involucradas.
_ Esa niño no le ha traído sino dolores de cabeza mamá.
_ Eso no es verdad. Ella se comporta muy bien. Nunca está metida en problemas. Sabe por qué empezó la pelea: porque las compañeras la empezaron a tratar de huérfana.

Yolanda que hasta entonces estaba concentrada observando una tela que había acabado de comprar, dirigió la vista a su mamá.

_ Pues Mamá, eso es lo que es esa niña. Una huérfana. El papá no se sabe ni quién es y la mamá la abandonó.
_ Espero que nunca se atreva a decir semejante cosa delante de la niña
_ Mire esta tela que compré hoy mamá. Es divina y de muy buena calidad. Me costó un ojo de la cara, pero tal cual lo que yo andaba buscando.

Precisamente aquella tela se convirtió en un motivo de una nueva discusión en la casa de las Peláez Cancino. Yolanda la dejó en la habitación que había adaptado como taller. Esperanza la descubrió y se enamoró de ella. Pensó que con ella podría hacerles vestidos muy bonitos a sus muñecas y se la llevó a su cuarto. Cuando la costurera se enteró de las travesuras de su sobrina estalló la guerra.

_ ¿Usted qué diablos está haciendo con esa tela? -le preguntó Yolanda a la pequeña niña mientras se la arrebataba de sus manos. Al extenderla se dio cuenta de que estaba invadida de huecos y cortes- ¡Maldita mocosa! ¿Por qué diablos se tiene que meter con mis elementos de trabajo?
_ Perdón tía.
_ Perdón. Cree que todo se arregla con pedir perdón. Maldita bastarda. Ahora mismo le voy a enseñar a no meterse con mis cosas.
_ Ni se atreva a ponerle una mano encima -exclamó Alicia quien recién había entrado en la habitación atraída por el escándalo. Acto seguido se interpuso entre su hija y su sobrina.
_ Mire lo que esa infeliz hizo con mi tema mamá.
_ Es una niña. Y los niños hacen travesuras.
_ Primero le alcahueteó la sinverguencería a la mamá y ahora le alcahuetea los daños que hace esa mocosa.
_ Cálmese. Yo me encargo de reponerle esa tela.

De nuevo Yolanda tuvo el arrebato de abandonar esa casa y de nuevo Horacio la convenció de no hacerlo so pretexto de que esa vivienda también le pertenecía. Lo cierto es que ese incidente le enseñó a Esperanza el enorme odio que su tía le guardaba.



jueves, 17 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 19

_ Yo no puedo creer mamá lo que usted me está contando -le aseguró Marta a su madre en medio del estado de estupefacción en el que la había sumido la noticia. En ese justo instante Yolanda, quien estaba encinta, entró a la casa en compañía de Horacio, su esposo.
_ Hola mam.... ¡¿Qué hace esa mujer aquí?!
_ ¿Quién es ella mi amor? - le preguntó Horacio.
_ ¡Respóndame Mamá! ¿Qué hace esta mujerzuela en esta casa?
_ Mamá. Yo mejor me voy. Cuide a la niña. Yo después vengo por ella.
_ ¿Pero cómo va a dejar a su hija aquí? -le preguntó Alicia a la inoportuna visitante. No obtuvo respuesta pues ésta se marchó apresuradamente de la casa.
_ ¿Qué significa esto Mamá? ¿Qué vino a buscar esa desvergonzada aquí?- insistió Yolanda.
_ ¿Pero quién es esa mujer? -reiteró Horacio.

Totalmente desorientada Marta se fue a la casa de su amiga débora. Donde ella había dejado sus maletas. Había acudido a casa de su madre con la esperanza de que ésta pudiera ayudarla en momentos difíciles, pero lejos estaba de imaginarse que a cambio conocería una verdad totalmente monstruosa.

_ Yo no puedo creer lo que me está diciendo Martha. Eso parece una historia de telenovela.
_ Yo tampoco lo podía creer, pero mi madre no tiene necesidad de inventar una cosa así- replicó Marta postrada en una poltrona y con las manos cubriéndole el rostro.
_ Pero a lo mejor su mamá está confundida. Es que esa historia me parece tan descabellada...
_ Siento tanto asco Débora. Yo me terminé acostando con mi propio hermano.
_ Cabe la posibilidad de que su mamá esté equivocada...
_ Mi mamá nunca jugaría con algo tan delicado.
_ ¿Y qué se supone que va a hacer ahora?
_ ¡Ay Débora! De un momento a otro la vida se me desbarató. Yo debí hacerle caso en su momento y haber interrumpido ese embarazo.
_ ¿Y la niña? ¿Qué pasó con ella?
_ La dejé en casa de mi mamá. Esa niña ha sido como una desgracia para mí. Lo mejor es que mi mamá se haga cargo de ella porque yo no soy capaz.
_ ¿Piensa abandonar esa niña?
_ Con mi mamá va a estar mejor. A mi lado no le espera nada bueno. Yo soy una mujer sin futuro, sin porvenir. Ya no me queda absolutamente nada.
_ ¿Y qué se supone que va a hacer ahora? ¿Se va a quedar en este pueblo?
_ Yo sólo vino aquí esperanzada en que usted o mi mamá me pudieran ayudar. Pero usted está casada y debe hacerse cargo de sus propios asuntos y mi mamá... Lo mejor que puede hacer es largarme de esta maldito pueblo. Que nadie vuelva a saber de mí. Que todos hagan de cuenta que yo estoy muerta.

Al día siguiente la vieja Alicia recibió otra visita inesperada.
_ Buenas. ¿A quién necesita?
_ Usted debe ser Alicia Cancino, la mamá de Martha.
_ Sí.
_ ¿Cómo le va? Yo soy Débora, una amiga de Martha.
_ ¿Usted sabe ella dónde está? Ayer me dejó a la niña y se desapareció sin dejar un dato para ubicarla.
_ Martha se fue anoche del pueblo señora Alicia.
_ ¡¿Qué?! ¿Y la niña?
_ Ella me pidió el favor de que le entregara esto -señaló debora y extendió su mano hacia la vieja alicia para entregarle una carta.
_ ¿Qué es eso?
_ Léala. Es de Martha.

En la soledad de su casa Alicia leyó la misiva.

Mamá:

A lo largo de mi vida he cometido muchos errores. Y he pagado muy caro por todos ellos. Yo soy una persona que no vale nada. Una mujer sin escrúpulos. Me dediqué a pisotear a los demás y ahora la vida me lo cobra tratándome como si fuera peor que un perro. Le suplico que se haga cargo de mi hija. A mi lado no le espera nada bueno. Yo no tengo nada qué ofrecerle. Si esa niña permanece a mi lado sólo va a sufrir hambre, necesidades, tristezas. Además yo no soy un buen ejemplo para ella. Esa niña es inocente de todos los errores que yo he cometido y no merece cargar como un lastre el peso de ser mi hija. ¡Por favor! Hágase cargo de esa niña. Trate de darle una buena crianza. Se la confío a usted porque sé que en sus manos va a estar bien y bueno, también porque usted es la única persona que me queda en el mundo.

Sé que mi hermana no va a estar de acuerdo con la presencia de Esperanza en su casa. Pero traté de convencerla de que esa niña no tiene la culpa de todas las bestialidades que yo cometí en mi vida. Y si alguna vez Esperancita pregunta por mí, limítense a decirlo que yo estoy muerta. Eso será la mejor para todos.

atte

Martha

_ ¿Usted de verdad pretende que yo permita que en esta casa viva la hija de esa desvergonzada -le reprochó Yolanda a su madre luego de que ésta le informará sobre los últimos acontecimientos. Ambas estaban encerradas en la habitación de Alicia.
_ Esa niña no cuenta con nadie más en este mundo aparte de mí.
_ ¡Eso a mí que me importa! Mamá, póngase en mis zapatos. Usted de verdad pretende que yo acepte a esa niña aquí para que me recuerde todos los días la traición del infeliz de Fabio y la vagabunda de mi hermana. Que Martha asuma las responsabilidades de sus actos y se haga cargo de esa bastarda.
_ Esa niña no tiene la culpa de lo que hice su hermana.
_ ¿Y acaso yo si soy la culpable de que esa mujerzuela se haya metido y se haya embarazado del hombre con el que me iba a casar?
_ Esa niña no es hija de Fabio.
_ ¡¿Ahh No?! ¿Y entonces de quién? ¿De el espíritu santo?
_ No le puedo dar detalles, pero esa niña no es hija de Fabio sino de otro hombre.
_ ¿De quién?
_ Eso no importa.
_ Tamaña vagabunda resultó mi hermana. O sea que mientras que se enredaba con un hombre comprometido, también se acostaba quién sabe con quién o con quiénes. Mire Mamá. Si esa bastarda es hija de de Fabio o de cualquier otro, es lo de menos. Igual ella no es más que un recordatorio de todo lo que hizo mi hermana. Deje de alcahuetearla la sinverguencería a esa mujer. Que se haga cargo de esa niña y si no puede que la entregue en adopción.
_ Yo estoy aterrada de ver la persona tan fria y descosiderada en la que se ha convertido.
_ Yo siempre fui considerada, condescendiente, buena. ¿Y cómo me pagó la vida? Con la peor traición que puede sufrir una mujer. No mamá, si yo me he vuelto fría y desconsiderada es porque he tenido razones poderosas para ello.





martes, 15 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 18

Treinta años atrás Alicia era muchachita ingenua proveniente de un hogar de escasos recursos económicos. El afán por subsistir la llevó a trabajar como sirvienta en la mansión  de la familia más rica y poderosa del pueblo. Al principio todo marchó bien. Adelaida, su patrona, era una mujer amable, tolerante y nunca abusaba de su autoridad. Con el dueño de la casa, Octavio Esguerra, la relación también era cordial, al menos al principio....

_ ¿Qué es lo que pasa Adelaida? Llevamos meses intentándolo y usted nada que puede quedar embarazada. -le recriminó el hombre a su esposa. Ambos estaban en la intimidad de su habitación- ¡Pero, conteste! ¿Qué es lo que pasa?
_ Le ruego que no me presione. Cuando Dios considere que sea el momento adecuado yo voy a quedar embarazada -contestó a la mujer apabullada por el miedo que le inspiraba su esposo.
_ ¿Usted ha ido al médico?. Ahora que no vaya a resultar que usted no puede tener hijos. Yo necesito un heredero. Alguien que se encargue del manejo de todos mis negocios... Mañana mismo vamos a ir a un médico. Yo estoy seguro que la del problema es usted y no yo.

Conforme pasaba el tiempo Octavio empezó a sentirse  cada vez más atraído por Alicia. Su juventud e ingenuida le parecían muy seductoras. A escondidas de su esposa decidió cortejarla, pero ella no la correspondía.

_ ¿Qué hace Alicia? -le preguntó el hombre a su empleada mientras ella aseaba uno de los cuartos. Sobra decir que Adelaida se encontraba ausente en esos momentos.
_ Terminando de arreglar el cuarto Don Octavio.
_ No me diga don. Dígame Octavio a secas para que no me haga sentir viejo.
_ ¡Cómo se le ocurre! Yo no puedo tomarme esas confianzitas con los patrones.

El hombre se aproximó cada vez más Alicia.

_ ¿Y cómo se ha sentido trabajando aquí? ¿Se ha sentido cómoda?
_ Claro Don Octavio. Yo me siento muy agradecida por esta oportunidad que me están dando. Tanto usted como doña adelaida han sido muy buenos conmigo.

Octavio tomó a la empleada de los brazos y le tocó uno de sus glúteos.

_ ¿Y cómo piensa demostrarme esa gratitud que siente?
_ Don octavio, ¿Qué está haciendo? - contestó Alicia tratando de separarse de su patrón.
_ Usted me gusta Alicia. Me fascina.
_ ¿Usted cómo va a decir eso? Usted es un hombre casado.
_ Casado, pero no capado.
_ Por favor Don Octavio, tengo que terminar de hacer el aseo- el hombre la interrumpió dándole un apasionado beso.

Los encuentros entre el patrón y su empleada se hicieron más frecuentes y finalmente pasó lo inevitable: Alicia quedó encinta. Adelaida descubrió ese estado en una ocasión en la que Alicia se desvaneció mientras hacía el aseo de la cocina. Adelaida la condujo al cuarto donde dormía aquella empleada y hablaron sin ambages.

_ ¿Qué fue lo que le pasó Alicia? ¿Quiere que vayamos al médico?
_ No Doña Adelaida. No se preocupe. Es que hoy no desayuné bien y por eso me dio lo pálida.
_ ¿Seguro qué es eso? Conmigo puede sincerarse. Yo no la voy a juzgar.
_ ¿Por qué me dice eso?
_ Yo sé que no es la primera vez que usted se desmaya. ¿Qué es lo que tiene? ¿Acaso está embarazada?

Tras un prolongado silencio Alicia decidió confesar la verdad.

_ Yo no quería decirle esto porque tenía miedo de perder mi trabajo. Pero sí doña adelaida, yo estoy esperando un hijo.
_ Eso es una noticia maravillosa. Un hijo siempre es una bendición. Y el padre, ¿Ya sabe?
_ No.
_ ¿Y por qué no le dice? Seguramente se va a poner feliz.

En ese instante Alicia prorrumpió en llanto.

_ ¿Qué pasa Alicia? ¿Por qué llora?
_ ¡Ay doña Adelaida! Yo no se lo puedo ocultar más.
_ ¿Ocultarme qué?
_ Yo le suplico que me perdone. Usted ha sido tan buena conmigo y yo le pago así.
_ ¿Que la perdone por qué? Me está asustando Alicia.
_ Este hijo es de su esposo.
_ ¡¿Qué?! Eso no puede ser.

Esa misma noche Adelaida se llenó de valor y le reclamó a su esposo por su infidelidad.

_ Eso no puede ser.
_ Ella misma me lo confesó.
_ ¿Y usted le creé? Le creé a una infeliz sirvienta que lo único que ha de querer es sacarnos plata.
_ ¿Cómo fue capaz de traicionarme de esa manera?
_ Aquí la única culpable de todo es usted que ha sido una mala mujer incapaz de complacerme como es debido. Yo soy un hombre y la carne es débil.
_ o sea que lo que dice es esa niña es verdad.
_ Sí tuve relaciones con ella. Pero nada garantiza que ese hijo que está esperando sea mío. Esa debe ser una casquivana que se debe meter con el uno y con el otro.
_ Eso ya no importa. Pensando con cabeza fría ese embarazo puede ser una oportunidad para los dos.
_ ¿Qué?
_ Usted siempre ha querido un hijo. Y yo no se lo puedo dar porque soy estéril.

Octavio no daba crédito a lo que le acababa de contar su Esposa. Pero lo cierto es que aquella mujer timorata y apocada había decidido pasar por encima de su orgullo herido para fraguar un plan que pudiera salvar su matrimonio. El día siguiente resolvió hacerle una propuesta insólita a la amante de su marido.

_ Lo que usted hizo no tiene nombre. Me traicionó a mí que decidí dejarla trabajar en mi casa para ayudarla.
_ Yo sé doña Adelaida.
_ Cuando usted me confesó la verdad yo sentí mucha rabia, mucha impotencia. Pero después de reflexionar detenidamente me he dado cuenta de su embarazo en vez de ser un problema, puede ser una oportunidad para mí.
_ No le estoy entendiendo dola Adelaida.
_ Usted ya me confesó su verdad y ahora yo le voy a confesar la mía... Alicia, la verdad es que yo no puedo tener hijos. Ya he visitado todos los médicos habidos y por haber y yo estoy físicamente imposibilitada para ser madre. Y mi marido en lo único que piensa es en tener un heredero. Un hijo.

Alicia no hacía más que escuchar estupefacta y en silencio esa revelación.

_ Yo le tengo una propuesta. Entrégueme ese hijo que usted está esperando. Yo me voy a hacer cargo de él. No le va faltar nada. Va a crecer siendo el heredero de Octavio Esguerra. Yo a cambio le puedo garantizar una buena suma de dinero para que no tenga apuros económicos durante un buen tiempo. Pero eso sí, se tiene que olvidar de que ese niño es suyo y olvidarse de que alguna vez usted se atravesó en nuestras vidas.
_ ¿Usted me está hablando en serio?
_ Totalmente. Ese niño con usted no tiene futuro. Imagínese,  vivir con una madre soltera y sin recursos económicos. En cambio con nosotros no le va a faltar nada. Yo ya hable con Octavio y está de acuerdo en darle su apellido a ese niño y criarlo como si fuera nuestro primogénito. Pero quiero aclararle que esa propuesta sólo va a seguir en pie si es hijo varón.

Alicia decidió aceptar la propuesta descabellada de esa mujer. Y así fue como se deshizo de su primer hijo quien por fortuna para adelaida sí era varón y a quien bautizaron con el nombre de Oliverio Esguerra

viernes, 11 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 17

La relación conyugal entre Martha y Fabio pronto se convirtió en un infierno. Las peleas se hicieron cada vez más frecuentes producto del antagonismo entre un hombre machista que quería que su mujer lo atendiera en todo, y una mujer liberada cuyo ideal de vida estaba muy lejano al de una ama de casa. La situación empeoró cuando el administrador de empresas se encaprichó con la idea de tener un hijo varón. El hecho de su mujer no quedara encinta nuevamente lo llenó de dudas que finalmente lo llevaron a sospechar que algo no marchaba bien. Finalmente un médico confirmó las sospechas: Fabio era estéril.

_ Eso que me está diciendo no puede ser verdad Fabio- le contestó Marta a su amado luego de que esté le confesará aquella revelación médica.
_ Claro que es verdad. ¿Qué necesidad tiene ese médico de mentir? Yo siempre lo sospeché. Tanto intentar tener un hijo y nunca lo conseguimos. Ahora quiero qué me diga quién es el padre de esa niña.

Fabio se refería a la pequeña que Marta había hecho pasar como su hija y a la cual habían bautizado con el nombre de esperanza.

_ ¿Pues quién va a ser? ¡Usted! Ese médico se equivocó. Usted no puede ser estéril.
_ No mienta más, zorra. Yo siempre lo sospeché. Siempre dude que esa niña fuera realmente hija mía. Si usted fue capaz de meterse conmigo, el novio de su propia hermana, seguro también fue capaz de revolcarse quién sabe con qué cantidad de hombres.
_ Esa hija es suya. Usted me tiene que creer. Ese médico se confundió. Seguró interpretó los exámenes de otra persona como si fueran los suyos- replicó Marta mientras agitaba los brazos en el aire en señal de protesta.
_ Yo no quiero oír más sus mentiras -contestó Fabio mientras agarraba a Marta de sus brazos- Usted es la peor desgracia que me ha podido pasar en la vida. El peor errores que pude haber cometido es decidir formar una familia con usted. Usted es una basura. Una mujer pérfida, sin escrupulos. Lárguese Marta y llévese con usted a esa bastarda.
_ Usted no me puede echar así como si fuera un perro- suplicó la mujer entre lágrimas.
_ No pierda su tiempo rogándome. Usted es una zorra. Vaya búsquese otro marrana que la mantenga. Vaya y busque al padre de esa bastarda y que él se haga caso de usted. Se acabó. Usted no me va a ver más la cara de estúpido.
_ Usted habla como si fuera un santo. Pero usted es peor que yo.
_ Lárguese antes de que la saque a patadas.

Marta no tuvo más remedio que abandonar junto con su hija el apartaestudio que había ocupado los últimos tres años. Estaba totalmente desorientada. Su vida de un momento a otro se había derrumbado como un castillo de naipes. No tuve más remedio que regresar al pueblo para mendigarle ayuda a su madre.

_ ¡¿Usted qué hace aquí Marta?!- preguntó la vieja alicia a su hija luego de abrir la puerta de su casa.
_ Mamá usted me tiene que ayudar. Fabio me echó de la casa y no tengo a dónde ir.

Alicia hizo seguir a su hija quien cargaba en brazos a su nieta.

_ Esta niña está hermosa. Tiena la estampa de las Cancino- opinó Alicia con su nieta entre las piernas- Tuve que esperar tres años para poder conocer a mi nieta.
_ ¿Y cómo están todos por acá mamá?
_ ¿Cómo cree? Usted ni debería preguntar eso mija. Con esa decisión que tomó le hizo mucho daño a su hermano.
_ ¿Y ella cómo está?
_ Recuperándose. Le costó mucho trabajo pero ahi poquito a poquito está podiendo rehacer su vida. Se casó y está esperando un hijo.
_ Mamá, usted no sabe cómo me arrepiento de todo lo que hice, pero creáme que la vida se ha encargado de cobrarme bien caroe se error.
_ ¿Qué fue lo que pasó con Fabio? ¿Por qué la echó de la casa?

Arrellanada en el sofá, Marta guardó silenció por unos segundos hasta que decidió confesarla la verdad a su madre.

_ Fabio se dio cuenta de que esperanza no es hija de él.
_ ¡¿quéeeeee?! Cómo así Marta.
_ Prefiero no contarle esto delante de la niña. La puedo llevar a mi cuarto y dejarle ahí para que duerma un rato. Debe estar cansada.
 _ Me parece bien.

Las mujeres se pusieron de pie y llevaron a la pequeña Esperanza a una de las habitaciones para que descansara. Finalmente Alicia y Marta retornaron a la sala y reanudaron su plática.

_ Ahora sí, explíqueme cómo es eso de que la niña no es hija de Fabio.
_ A Fabio un médico le diagnóstico que era estéril. Y por la época en que me embaracé de Esperanza... Bueno la verdad es que por esas fechas tuvo relaciones sexuales con otro hombre aparte de Fabio.

La vieja alicia se tapó la boca en un gestó de indignación.

_ ¿Cómo es posible que usted haya cometido tantos errores Marta? ¿En qué momento usted se descarrió de esa manera si su papa y yo pobremente le tratamos de dar el mejor ejemplo y la mejor educación.
_ Actué sin medir las consecuencias. Sólo pensaba en disfrutar el momento... Pero creáme que estoy muy arrepentida por todo lo que he hecho.
_ ¿Y usted cree que con simple arrepentimiento va a reparar tantas equivocaciones? Usted le destruyó la vida a su hermana, al mismo Fabio y de pasó se destruyó su propia vida.
_ Créame que si yo pudiera devolver el tiempo atrás, no volvería a cometer los mismos errores.
_ ¿Y qué se supone que va a hacer ahora con su vida?
_ Mamá, yo necesito que usted me dé posada al menos por un tiempo mientras puedo organizarme.
_ Eso es imposible. En esta casa todavía vive Yolanda y ella no va a aceptar que usted se quedé aquí.
_ Mamá, ¡por favor!, no me dé la espalda. Yo no tengo a nadie más a quién recurrir.
_ No sé que vamos a hacer.... Pero antes de decidir dígame una cosa: ¿Quién es el padre de esa niña?
_ Eso no importa ahora.
_ Claro que importa. Cómo no va a importar.
_ Lo más seguro es que el padre sea ese tipo del que Yolanda tanto hablaba. Oliverio Esguerra.

Al oír ese nombre Alicia palideció y se dibujó en su rostro un gesto aterrador.

_ ¿Qué le pasa Mamá? ¿Por qué reacciona así?

Alicia meneaba la cabeza y repetía sin cesar "no puede ser", "no puede ser".

_ ¿No puede ser qué Mamá? ¿Acaso usted conoce a ese hombre?
_ Usted cometió un pecado terrible Marta. Un error terrible.
_ ¿Por qué? ¿Quién es ese hombre mamá?
_ Ese hombre es su hermano.


sábado, 5 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 16

En los días siguientes a la revelación de la gran verdad Yolanda se enclaustró en su cuarto. Mienstras tanto su díscola hermana y Fabio decidieron huir del pueblo para hacer una vida juntos.

_ ¿Hasta cuándo va a seguir encerrada Yolanda? -le preguntó la Vieja Alicia a su hija frente a la puerta del cuarto que constantemente permanecía cerrada- No puede seguir lamentándose por lo que le pasó toda la vida. Usted es una mujer fuerte y tiene que demostrarlo.
_ Para usted es muy fácil decir eso Mamá. Como no fue a usted a la que le vieron la cara de estúpida- le respondió Yolanda quien a fuerza de permanecer tumbada sobre su cama estaba a punto de convertirse en parte de ella.
_ Yo no justifico lo que hizo Martha, pero usted no puede echarse a la pena toda la vida. Este fue un golpe muy duro, pero usted tiene que demostrar que es berraca, que puede seguir adelante.
_ Todo esto es su culpa. Culpa suya y de mi papá por ser unos alcahuetas con esa vagabunda. Pero claro, como ella siempre fue su favorita, la más bonita, la que consiguió una beca para estudiar en la capital...
_ No diga eso, su papá y yo a las dos las quisimos por igual... ¡Por dios Yolanda! ¡Lleva días sin comer, sin bañarse, sin salir. Va a terminar enfermándose. ¿Usted cree que un miserable como el tal Fabio se merece eso?
_ Sí. Ese hombre resultó ser un miserable. Pero la tal martica resultó siendo mucho peor. Se metió con el hombre con el que yo me iba a casar a sabiendas de yo lo amaba, que era la más grande ilusión que yo había abrigado en esta vida. Yo siempre fui un cero a la izquierda, una sombra que ni quitaba ni ponía. Cuando apareció Fabio yo pensé que había alcanzazo el cielo con las manos. Pensé que por fin la Dios se iba a reivindicar por castigarme con una vida tan gris y miserable como la vida. Pero me equivoqué. Lo que me esperaba era la peor decepción de mi vida.
_ No meta a Dios en esto mija. Si las cosas pasaron como pasaron por algo será. Era obvio que ese tipo no le convenía.
_ La mujerzuela esa lo engatusó, lo enredó. Y ahora la muy infeliz se fue a vivir con él quién sabe dónde. ¡Odio a esa par de infelices! Les deseo lo peor que le pueda pasar a una persona, lo peor.

En efecto, sin importarle nada ni nadie Fabio y Marta decidieron vivir juntos. Al principio las cosas marcharon relativamente bien, pero pronto su incompatibilidad de caracteres evidenció que ellos no estaban hechos el uno con el otro.

_ ¿Y cómo le fue en el trabajo? -le preguntó Marta a su amante mientras le servía el desayuno. Tenía ya siete meses de embarazo y vivía junto con Fabio en un pequeño apartamento que habían arrendado en la capital.
_ regular. Eso de ser un empleado no me gusta. Me sentí mucho mejor administrando el negocio de mis padres allá en el pueblo.
_ Lo bueno es que se pudo ubicar rápido.
_ Claro. Yo no nací para ser un vago- apuntó y actó seguido bebió un sorbo de café- Este café está horrible Marta... y Este desayuno está frío... ¡Pasan los meses y usted nada que aprende a cocinar!
_ Ya le he dicho muchas veces que yo no nací para ser una manteca. Cocinar y portarte como una sirvienta nunca ha sido lo mío.
_ Pues sí. Pero en algo tiene que aportar. A fin de cuentas yo soy el único en esta casa que se parte el lomo para atender todos los gastos.
_ ¿Y pretende que en mi estado me ponga a trabajar.

Fabio se puso de pie para replicarle.

_ No. Pero al menos colaboré comportándose como lo que es, la mujer de esta casa. Ya se me quitó el hambre. Me voy a trabajar.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 15

Cuando Martha se dirigió a su casa, no se imaginaba lo que le esperaba. Pero bastó que abriera la puerta y observara los rostros adustos y sombríos de su madre y hermana, para que entendiera que algo grave estaba a punto de ocurrir.

_ Buenas... ¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen esas caras?
_ Necesito hablar seriamente con usted Martha.
_ La escucho.
_ Alguien me contó que la vieron a usted besándose con Fabio. ¿Qué explicación le puede dar a eso?

La cara de Martha se torno lívida

_ Alguien. ¿Quién le salió con ese chisme?
_ Eso no importa. Necesito que me diga sin rodeos si usted y mi novio tienen algo.
_ Todo esto tiene que ser un malentendido Yolanda. ¿Cómo se le ocurre que su hermana se va a meter con el hombre con el que usted se va a casar? -señaló la vieja Alicia tratando de abogar por su díscola hija.
_ Pues no. No es un malentendido. Fabio y yo somos amantes.

Bastó que Yolanda oyera esa confesión para que estallara en cólera y se abalanzara sobre su hermana. Alicia la tuvo que contener.

_ ¡¿Y lo dice con ese cinismo Yolanda?! ¡Zorra! ¡¿Cómo fue capaz de meterse con el hombre que yo amó?!
_ ¡Calmese mija! -pidió angustiada Alicia.
_ ¿Desde hace cuánto están juntos? ¿Desde hace cuánto me están viendo la cara de idiota?
_ Eso no importa. No crea que yo me siento bien de revelarle esta verdad. Pero nadie manda en los sentimientos. Yo me enamoré de Fabio.
_¡Descarada! Ahora entiendo por qué ese empecinamiento de quedarse en este pueblo y dejar sus estudios y su vida tirados allá en la capital. Usted y Fabio son un par de malditos. Mientras yo estaba ilusionada con los preparativos de la boda ustedes dos se revolcaban y ni siquiera tuvieron la delicadeza de ser discretos, sino que andaban demostrándose su amor en público. Par de infelices. No sabe cuánto los aborrezco a los dos, pero sobre todo a usted que a pesar de ser mi propia sangre fue capaz de traicionarme así - se desahogó Yolanda para finalmente calmarse, dejarse caer sobre un sillón y prorrumpir en llanto.
_ ¿Cómo fue capaz de hacerle esto a su hermana? ¿Cómo puder ser tan miserable? -increpó Alicia.
_ Yo no me siento orgullosa de lo que he hecho. Pero es algo que escapa de mis manos. Yo también me enamoré de Fabio.
_ Ya no la quiero oír más vagabunda -gritó Yolanda tras ponerse de pie súbitamente- Lárguese de esta casa. Váyase a vivir con ese infeliz bien lejos de este pueblo donde nunca los vuelva a ver.

Como era de suponerse la reacción de Yolanda fue negativa y violenta. Se encerro en su habitación volviendo pezados cuanto objeto caía en sus manos. Cuando Fabio intentó explicarle la situación, la ofendida lo sacó a punta de golpes y empellones. No era para menos: la única ilusión y alegría que había vivido en su gris existencia se había desmoronado como un castillo de naipes. En cuestión de segundos. A Marta no le quedó más remedio que abandonar aquella casa y buscar posada donde su amiga débora antes de decidir si retornaba a la capital. 

_ todo esto es su culpa Martha. Culpa de su imprudencia -le dijo Fabio a su amante a quien había ido a visitar al domicilio de Débora.
_ Aquí los dos somos igual de culpables Fabio.
_ Si hubiéramos seguido llevando nuestra relación como siempre, a escondidas, nada de esto hubiera pasado.
_ Yo no estaba dispuesta a seguir siendo la otra por toda la vida. Hay que verle el lado bueno. Gracias a la chismosa que le fue con el cuento a mi hermana se despejó el camino para que usted y yo podamos estar juntos.
_ ¿Y qué le hace pensar que yo quiero continuar esta relación con usted?
_ Hay una razón muy poderosa.
_ ¿Cuál?
_ Yo estoy esperando un hijo suyo.
_ ¿Qué? Yolanda sabe de eso.
_ No. No tuve tiempo de contarle.
_ Ese hijo no puede ser mío Martha. Usted y yo siempre nos cuidamos.
_ Sí es suyo. Yo no he estado con nadie más.  Y por más que nos hayamos cuidado, siempre hay accidentes.
_ No, no, no. ¡Maldita sea! ¡¿a qué horas se me enredó así la vida!? - se lamentó Fabio lleno de rabia reprimida.
_ Vea esto como una oportunidad. Vámonos a vivir lejos de este pueblo. Hágamos una vida juntos. Yo sé que usted me quiere y yo también a usted.

domingo, 29 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 14

Marta no le mentía a su amiga cuando decía que tener un hijo nunca había estado entre sus planes. Siempre había sido una muchacha moderna y liberada cuyo sueño era terminar una carrera, trabajar y convertirse en una mujer independiente. Un hijo sólo sería un estorbo para esos planes. Mas sin embargo ese proyecto de vida había pasado a un segundo plano desde que se había enamorado -¿o encaprichado?- con Fabio. Y para complicar más el panorama se había entregado a Oliverio Esguerra sin medir las consecuencias. No obstante, el abatimiento inicial que le produjo el conocer de su embarazo pronto se convirtió en esperanza de poder utilizar ese estado en su beneficio.

Días después de conocer la revelación se citó con su amante en una vieja cafetería contigua al motel donde consumaban sus encuentros amorosos.

_ ¿Para que me citó aquí, Marta? Ya le he dicho que no es recomendable que nos vean juntos - explicó Fabio mientras se arrellanaba en una de las sillas del local.
_ Ya me cansé Fabio. Ya me cansé de que nos veamos a escondidas. Ya me cansé de esta relación clandestino.
_ ¿Otra vez con lo mismo? Fijamos las reglas de juego de esta relación desde el principio y usted estuvo de acuerdo.
_ Pero me aburrí. Me aburrí de vivir escondida. Yo no quiero ser su amante toda la vida. Yo quiero que tengamos algo serio.
_ Hasta ahora hemos podido manejar las cosas bien. Hemos pasado buenos momentos. ¿Por qué quiere que nos compliques la vida?
_ ¿Usted me quiere Fabio? -Fabio no contestó y Marta insistió- ¿Por qué no me contesta? ¿me quiere sí o no?
_ Si no la quisiera no estaría con usted.
_ Entonces olvídese de mi hermana y hágamos una vida juntos...

Fabio se puso de pie.

_ Ya esta conversación la hemos tenido muchas veces y usted sabe cuál es mi posición. Si quiere que sigamos juntos va a ser en las mismas condiciones en las que estamos ahora. Y me voy. Tengo cosas que hacer.

Marta se levantó de la mesa y se asió al brazo de su amante.

_ ¿Qué está haciendo Marta? Alguien nos puede ver?
_ No me importa. Ya le dije que me cansé de que nos veamos a escondidas- En ese momento Marta besó con pasión a Fabio y esté la separó con brusquedad
_ ¿Se enloqueció o qué?
_ Olvídese de mi hermana y quédese conmigo.
_ Si va a seguir en ese plan lo mejor es que no nos volvamos a ver.

Lo que no sospechaban los amantes furtivos es que a lo lejos y a través del ventanal de la cafetería los observaba con mucha atención Ebelia, quien se encontraba en el lugar para comprar productos para su negocio. La morena no daba crédito a lo que veían sus ojos. Sin titubear, se decidió a alertar a su amiga Yolanda.

_ Y ese milagro que me vino a visitar Ebelia -señaló Yolanda. Ambas mujeres estaban sentadas en los muebles de la amplia sala de la casa Peláez- Cancino- ¿Y cómo está ese bebé? ¿Cuántos meses es que tiene?
_ Cuatro. Gracias a Dios todo está marchando muy bien. ¿Y usted cómo está? -contrapreguntó Ebelia con un semblante afligido.
_ Bien. Ajetreada con los preparativos del matrimonio. Mi vestido de novia ya casi está listo.
_ Yolanda, no me voy a poner con rodeos. Lo que le vengo a contar es muy grave.
_ ¡Me está asustando, Ebelia! ¿Qué pasó?

La morena dejó escapar un suspiro y continuó.

_ Mi mamá me aconsejó que no le dijera nada. Pero es que yo ya pasé por lo mismo y usted no merece seguir engañada.
_ ¡Dígame qué pasó Ebelia que ya me tiene nerviosa!
_ Esta mañana vi a Marta besándose con su novio-

El rostro de Yolanda no ocultó su sorpresa.

_ ¿Qué? Usted debe estar confundida.
_ No es una confusión. Yo estoy segura que eran ellos. Estaban en una cafetería a las afueras del pueblo.
_ No. Usted se confundió. Eso no puede ser.
_ Yolanda es comprensible que no me crea, pero le juró por lo más sagrado que lo que estoy diciendo es verdad.

Yolanda meneaba su cabeza expresando así el estado de negación en el que se hallaba sumida.

_ Es que no lo puedo creer. No lo puedo creer.
_ Yo no tengo necesidad de mentirle. Yo cuando los vi tampoco podía creer que fueran ellos. Pero le recalcó que le estoy diciendo toda la verdad. Mi consejo es que le pida explicaciones a su hermana y a su novio.



sábado, 28 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 13

_ ¿y entonces Marta? ¿Qué se supone que va a hacer ahora? -le preguntó Débora a su amiga a quien había invitado a su casa luego de salir del centro médico en el que Marta despejo sus dudas.
_ No sé. Ya le dije que embarazarme nunca estuvo en mis planes. La embarré Débora. Me deje llevar por un momento de placer y no medí las consecuencias.
_ Bueno, pero para esas embarradas la solución es muy sencilla. Aborte. Deshágase de ese bebé.
_  ¿Deshacerme?. No entiendo como puede hablar con tanta frialdad.
_ No me vaya a salir con moralismos ahora, usted que siempre ha sido de mente tan abierta. Yo conozco un sitio donde le pueden hacer el procedimiento de forma rápida y sin complicaciones. Sólo dígame cuándo vamos y listo.

Tras salir de la casa de su amiga Marta se dirigió a su propia casa. Su madre le preguntó cómo si había acudido a un médico y había averiguado cuál era la causa de su desvamecimiento. Marta le respondió inventándole una mentira. Días después Alicia, Yolanda y marta se encontraban nuevamente desayunando en la cocina de su amplia casa.

_ ¿Y cómo ha seguido de esa maluquera que tenía? - le preguntó Yolanda a su hermana.
_ Bien. El médico me dijo que no era nada para preocuparse.
_ Sí, ¿pero qué tiene exactamente? -insistió Yolanda.
_ Nada. Fue un desmayo producto de la fatiga, nada por qué hacer escándalo.
_ Bueno, cambiando de tema. Sabe mamá cuál es el último rumor que anda circulando por ahí -le preguntó Yolanda a su madré.
_ Yo no estoy para chismes mija.
_ Y ahora las lenguas viperinas de este pueblo qué se inventaron -inquirió con ironía Marta.
_ Dicen que el que anda metido en negocios de narcotráfico es el hijo de Arturo Esguerra. ¿Oliverio es que se llama?

Al oír ese nombre tanto Alicia como Marta se pusieron pálidas.

_ ¿Qué pasa? ¿Por qué se quedaron tan calladas? Ni que hubiera mencionado al diablo.
_ ¿Y quién dice eso? - preguntó Marta.
_ Todo el mundo lo dice. Ese tipo anda metido en el negocio de la hierba mugen. A mí se me hace muy raro que el heredero de la familia más rica de este pueblo termine enredado en esos negocios, pero bueno, la ambición humana es así. El que tiene poder y riqueza siempre quiere más y más.
_ La gente inventa mucha basura. Pero de ser cierto, no tendría nada de particular. Si hasta presidente financiado por el narcotráfico tenemos en este país - opinó Marta sin poder ocultar la sorpresa que le había generado conocer sobre aquel chisme.

Entretanto, Ebelia, que intentaba olvidar sus penurias trabajando en la peluquería propiedad de ella y de su madre, recibió en aquel local la visita de Eduardo.

_ Don pedro, ¿El corte lo quiere como siempre? - le preguntó Ebelia a una de sus clientes.
_ Ebelia
_ ¡¿Otra vez usted?! ¡No le he dejado muy claro que no quiero saber nada más de usted!
_ Deje de ser tan orgullosa y escúcheme. Tenemos que hablar.
_ ¡Lárguese de aquí!
_ Yo creo que mejor vengo después - anotó el cliente.
_ Vea lo que hace. Está molestando a mi clientela. Larguese de aquí- insistió Ebelia mientras sacaba a empellones a Eduardo del local.
_ Usted no puede tirar por la borda nuestra relación por un simple error.
_ Es increíble el cinismo de ustedes los hombres. Un simple error.
_ Todo fue una trampa de mi mamá. Usted me tiene que escuchar.
_ ¡Otra vez con el mismo cuento!

En ese instante el cliente que se encontraba dentro del local decidió marcharse.

_ ¡Don pedro, no se vaya! Mire lo que hace Eduardo. Ahora también me va a dejar sin clientela.
_ Usted me tiene que escuchar. Tiene que dejar que le explique.
_ O se va o le clavo estas tijeras en los ojos.
_ Bueno. ¿Qué pasa aquí? -preguntó la negra Berenice quien había acudido al lugar intrigada por el escándalo -joven, por favor, haga el favor de retirarse que aquí no queremos más escándalos.

Finalmente Eduardo decidió marcharse. Justo cuando iba rumbo a su trabajo recibió una llamada de su madre en su celular.

_ Aló.
_ Eduardo. No me vaya a colgar.
_ ¿Qué quiere mamá?
_ Hasta cuándo va a seguir con esa actitud tan infantil. Lleva semanas sin dirigirme la palabra.
_ Usted sabe perfectamente por qué.
_ Insiste en echarme la culpa a mí de sus errores.
_ Adiós mamá.
_ No me vaya a colgar. Es increíble que usted ponga a esa mujer por encima de su madre.
_ Es la mujer que yo amo y está esperando un hijo mío.
_ ¡ahh sí! Convénzase de una cosa. Ya se lo dije antes y se lo repito. Si usted fue capaz de serle infiel a esa mujer es porque no está tan enamorado de ella como pensaba. Y si ella no le perdonó esa infedelidad es porque seguramente ella tampoco está tan enamorada de usted. así de simple.

Eduardo decidió cortar la llamada.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 12

Había pasada alrededor de un mes después de que Marta se entregó a Oliverio Esguerra y la situación en casa de las Peláez Cancino era cada vez más tensionante. Ni Alicia, ni Yolanda entendían la extraña decisión de Marta de quedarse en el pueblo renunciando a sus estudios y a su vida en la capital. Con el pasar del tiempo cualquier situación en la que coincidían las tres mujeres desembocaba irremediablemente en una confrontación.

_ Definitivamente este país se llenó de mafiosos - opinó con amargura Yolanda mientras sostenía un periódico que estaba leyendo. Ella se encontraba desayunando en la cocina en compañía de su madre y su díscola hermana.
_ ¿Por qué lo dice mija? -preguntó la vieja Alicia.
_ Mire el periódico Mamá. El 80% de las noticias es sobre narcotraficantes. Y eso no es nada basta ver cómo este pueblo se ha llenado de esos personajes y también de viciosos -respondió Yolanda.
_  ¡Ay Mija, a mí me da tanto pesar de ver cómo la juventud se está perdiendo por ese maldito vicio! -se lamentó la vieja Alicia.
_ No veo cuál es el escándalo -interrumpió Marta- Consumir droga es una decisión personal de cada quién. Si de verdad quieren que este país no se llene de mafiosos, pues la solución es fácil: que legalicen la droga. Así el negocio deja de ser rentable.
_ Mija, habla como si consumir esa hierba fuera lo más normal del mundo. Esa hierba mata y envenena a los muchachos - replicó Alicia.
_ No pierda su tiempo Mamá. Queda claro que desde que se fue a estudiar a la capítal los principios morales de mi hermanita se volvieron muy flexibles- dijo Yolanda con tono de reproche.
_ Esas son las ventajas de salir de este pueblo mojigato y miserable y conocer el mundo, hermanita - contestó Marta.
_ Si este pueblo le parece tan mojigato y miserable ¿por qué insiste en quedarse aquí? ¿Qué es lo que la tiene amarrada?

Marta emitió una risita hipócrita y le contestó a su hermana.

_ ¿De verdad está tan intrigada, hermanita? No se preocupe que...

Marta no pudo continuar. Se había puesto de pie y de inmediato un mareo la hizo tambalear

_ ¿Qué le pasa Marta? -exclamó preocupada Alicia mientras intentaba sostener a su hija.
_ Me dio un mareo... Tengo ganas de vomitar...

Yolanda y su madre sólo se limitaron a intercambiar miradas de sorpresa.

_ ¿Y desde cuándo siente esos mareos? -le preguntó Débora a su amiga. Ambas se habían reunido como de costumbre en aquel viejo café.
_ Desde hace una o dos semanas.
_ Marta, ¿qué tal que esté embarazada?
_ Eso es lo que yo estoy sospechando.
_ Tiene que hacerse una prueba de embarazo... Y si llega a estar embarazada, ¿qué va a hacer?
_ No sé. Jamás ha estado en mis planes tener un hijo.
_ ¿Y ese hijo sería de su cuñado?
_ No sé.
_ ¡¿Cómo así que no sabe?!
_ Yo con Fabio siempre me he cuidado. Yo sospecho que podría ser de su amigo, Oliverio Esguerra.
_ ¡¿Usted no se cuidó cuando estuvo con Oliverio?!
_  Hable más pasito -dijo Marta tratando de reducir al máximo el volumen de su voz- Esa noche yo estaba muy tomada. Me deje llevar por el impulso y no me cuide.
_ Bueno pero no nos adelantemos a lo hechos. Primero debe ir al médico y salir de dudas. Y si llega a estar embaraza la solución es simple. Aborte y ya.

Ese mismo día Marta acudió a un galeno para confimar o descartar sus sospechas. Se hizo los exámenes de rigor que al final diagnosticaron que en efecto la mujer estaba encinta.








sábado, 21 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 11

Ese fin de semana Marta se aprestaba a acudir a la invitación que le había hecho su gran amiga Débora. Desde que había tomado la decisión de quedarse en el pueblo para sostener su romance clandestino con Fabio, la futura politóloga se había dedicado a a vivir una vida disipada de salidas que no podía justificar y rumba intensa y constante. Lejos estaba de imaginarse Marta que esa noche conocería a una persona que le daría un giro radical a su historia.

_ ¿Otra vez se va de rumba Marta? -le dijo la vieja Alicia a su hija quien ya estaba a punto de abrir la puerta para marcharse.
_ Sí Mamá. Otra vez.
_ Es el colmo. Desde que se le ocurrió esa estúpida idea de renunciar a sus estudios y quedarse aquí en el pueblo no ha hecho más que callejear y pasársela de fiesta en fiesta.
_ Yo ya estoy muy grandecita para esos sermones madre querida. Hace rato que cumplí la mayoría de edad y puedo hacer lo que me plazca.
_ No señora. No me salga con ese cuento. Mientras usted viva en esta casa  no puede hacer lo que se le venga en gana. Dígame qué le pasa Marta. Usted estaba tan entusiasmada con sus estudios, con su trabajo allá en la capital. ¿Por qué de un momento a otro le dio por tirar por la borda todo?.

Marta se dio media vuelta, miró fijamente a su madre y decidió responderle.

_ Ya le dijo que es una decisión temporal. Más adelante voy a retomar mis estudios y mi vida en la capital. Pero mientras tanto tengo razones poderosas para quedarme en este pueblo.
_ ¿Qué razones?
_ En su momento lo va a saber. Y me voy. Ya se me hizo tarde.
_ ¿A qué horas piensa llegar?

Marta no contestó y cerró la puerta antes de salir.

_ ¿Otra vez Marta y sus salidas Mamá? ¿Qué es lo que le está pasando a mi hermana? Se está comportando como si fuera una adolescente -opinó Yolanda quien había aparecido de improviso.
_ No sé. Se enloqueció completamente.
_ A mí esto me da muy mala espina. No sé por qué, pero me da pesíma espina.

El punto de encuentro de Marta y Débora era el bar más exclusivo del pueblo el cual según las malas lenguas pertenecía a personajes involucrados en negocios non sanctos.

_ ¿Qué le parece este lugar Marta? - le preguntó Débora a su amiga alzando la voz para hacerse entender en medio del bullicio reinante. Ambas habían tomado asiento en una de las mesas del sitio.
_ Agradable. No me imaginé que en este pueblo se pudiera encontrar un lugar así. Se parece a los que hay en la capital.
_ Es que la inversión de la hierba mugen se nota.
_ ¿Este sitio es de propiedad de algún mafioso o qué?
_ Más o menos... ¿Y qué? ¿Cómo va su coloquio amoroso con su cuñado?
_ Excelente amiga. Yo cada día siento que estoy más enamorada de ese hombre.
_ ¿Y hasta cuándo va a mantener ese romance oculto? ¿No le da miedo que su hermana empieza a sospechar?
_ Yo no sé Débora, pero yo no quiero seguir mi relación con Fabio a escondidas...

Un hombre interrumpió la charla con un "buenas noches". Era el amigo que Débora le iba a presentar a Marta.

_ Hola querido. Lo estábamos esperando -aseguró Débora mientras se ponía de pie y saludaba de beso al recién llegada- Ella es Marta, la amiga de la que le he hablado.
_ Mucho gusto. Marta -saludó ella extendiéndole su mano al desconocido- Cómo está.
_ ¿Qué cómo estoy? Pues muy intrigado por conocerla. Débora me ha hablado mucho de usted. Mucho gusto. Mi nombre es Oliverio Esguerra -se presentó el hombre mientras tomaba asiento - ¿Y qué desean tomar? Yo invitó.
_ Perdón mi curiosidad, ¿pero usted es de los esguerra...? -interrogó Marta
_ Sí. Yo soy hijo Arturo Esguerra.

Arturo Esguerra era un hombre muy conocido en La Esperanza. No era para menos siendo uno de los personajes más adinerados de ese pueblo. Desde joven se había dedicado a la ganadería, negocio que le había reportado jugosos dividendos.Su hijo, Oliverio Esguerra, no se distinguía por ser muy guapo, pero había algo en él que lo hacía atractivo para las mujeres. Quizás era su chequera. Quizás era su hombría la cual infundía respeto. Lo cierto es que Marta cayó en sus redes. Esa misma noche se entregó a ese hombre con la misma pasión con la que se entregaba a Fabio.

_ Ya acuéstese Mamá. Marta va a terminar llegando al amanecer como siempre que se encuentra con sus amigotes -le aconsejó Yolanda a la vieja Alicia.
_ ¿Usted por qué dice que le da mala espina la actitud que ha tomado su hermana?
_ No sé, es como una intuición. No me gustan las deciciones que ella está tomando. Pero es la vida de ella Mamá. Tampoco nos podemos atormentar por eso.

La vieja Alicia se había abstenido de mencionarlo, pero en ese mismo instante una mala corazonada no la dejaba estar tranquila. Sentía que algo muy grave y muy peligroso estaba a punto de torcer el destino de su familia.









miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 10

Ese mismo día Ebelia citó a su novio a su casa para pedirle explicaciones. Eduardo llegó a la casa de su prometida sin sospechar nada. Ella lo recibió con un parco saludo y lo invitó a la sala.

_ ¿Y para qué me necesitas con tanto afán, mi amor? -preguntó el novio lleno de inocencia.
_ Siéntese Eduardo. Necesito mostrarle esto -le explicó ebelia sosteniendo en la mano el cassette donde estaban grabadas las faenas amatorias del hombre. Él le hizo caso y se posó sobre el cómodo y viejo sofa.
_ ¿Qué es eso Ebelia?
_ Ya lo va a ver -advirtió la mujer con seriedad cortante. Seguidamente puso el cassete en el vhs. Y de inmediato las imágenes de la traición de Eduardo se proyectaron en la pantalla del televisor.
_ ¿Me quiere explicar qué significa esto?
_ ¿A usted quién le entregó esa grabación?
_ ¡Contésteme lo que le estoy preguntando! ¿Qué significa esto? -exigió Ebelia visiblemente indignada.
_ ¡Mi amor, esto tiene una explicación! ¡Es un mal entendido! -balbuceó el hombre parándose del sofa y tratando de calmar a Ebelia.
_ ¡Mal entendido! Usted me traiciona con quién sabe que mujerzuela y graba sus hazañas sexuales y todo es un malentendido.
_ Yo no grabe ese video... ES un malentendido... Me tendieron una trampa.
_ ¿Cómo así que una trampa?
_ Alguien grabó ese video simplemente para dañar nuestra relación. Esa mujer no significa nada. Fue un momento de debilidad -explicó el hombre con la voz temblorosa por el nerviosismo.
_ ¡Usted es un desgraciado Eduardo! ¿Cómo me hizo esto? ¿Cómo fue capaz de traicionarme con esa mujer? -exclamó Ebelia presa de la alteración. Eduardo la tomó de los brazos, pero ella lo alejó con violencia.
_ ¡No me toque! ¡Usted es un cerdo! ¡Es igual a todos los hombres!
_ Esto es una trampa. Yo estoy seguro que la que está detrás de esto es mi mamá.

La reacción de Ebelia frente a esa afirmación fue abofetear a Eduardo.

_ ¡Infeliz! ¡Ahora le va a echar la culpa a su mamá de las cagadas que usted hace! ¡Poco hombre! Lárguese de mi casa. Yo no quiero volver a saber de usted. Olvídese de mí y de este hijo que estoy esperando -sentenció Ebelia mientras sacaba a empellones al hombre que la había traicionado.

Lo que no sabía Ebelia era que a Eduardo le asistía la razón. En efecto, la señora Prudencia estaba detrás de la aparición del misterioso cassette. La maquiavélica mujer había contratado una prostituta para que sedujera a su hijo hasta llevarlo a la cama. El encuentro sexual había sido grabado para que sirviera como prueba de la traición de EDuardo. Prudencia estaba segura que ese video erótico haría trizas la relación entre su hijo y aquella mujer morena a la que tanto despreciaba. El Mismo día en que el material fílmico había llegado a manos de Ebelia, Prudencia debía entregarle la mitad faltante del dinero que le había prometido a la meretriz por sus servicios.

_ Entonces me garantiza que esa mujer recibió hoy mismo el video -le preguntó Prudencia a Astarté, así se llamaba la prostituta. Se habían encontrado en un viejo café situado en uno de los barrios más marginales del pueblo.
_ Por supuesto señora. Hoy mismo su nuera se va a enterar de las andanzas de su hijo.
_ Esa mujer no es mi nuera. Si Dios me lo permite hoy mismo la  relación entre mi hijo y ella se va a acabar para siempre.
_ ¿Le puedo hacer una pregunta indiscreta? ¿Por qué odia tanto a esa mujer?
_ Eso es algo que no es de su incumbencia. Tengo mis razones... Bueno, a lo que vinimos... Aquí está la mitad que faltaba del pago que habíamos acordado. Espero que sus servicios sean verdaderamente efectivos.
_ Delo por un hecho señora. Dudo mucho que esa mujer le perdone a su hijo una cosa así. Aunque nunca faltan las mujeres bobas que perdonan por amor cualquier cosa.
_ Espero que sus servicios hayan sido efectivos... Y me voy... No me siento cómoda en este lugar.

sábado, 14 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 9

Los encuentros clandestinos entre Fabio y Marta se harían comunes luego de que ésta confesará los sentimientos hacia su cuñado. Para evitar sospechas, se citaban en un motel a las afueras del pueblo confiando en que así ningún conocido se diera cuenta de sus andanzas. Cada uno llegaba al lugar por separado. Luego, cuando se reunían en la habitación alquilada, dejaban que la pasión apresada en lo más interior de su ser y contenida por su conciencia, se desbordara en una avalancha de besos, caricias,fuertes abrazos, penetraciones y eyaculaciones. Un buen día y tras concluida la faena oratoria, Marta le lanzó a su amante una propuesta bastante atrevida.

_ Esto que estamos haciendo no está bien. Yolanda no se merece que la engañamos -se lamentó Fabio mientras yacía abrazado y desnudo en la cama junto a Marta.
_ ¿Es necesario que la mencione a ella en este momento? -se quejó la futura politóloga mientras recostaba su sien en el pecho de Fabio.
_ Lo mejor es que no nos veamos más. Este pueblo es muy pequeño. Todos se conocen con todos y en cualquier momento alguien nos puede descubrir.
_ A mí no me pida eso -dijo Marta incorporándose de la cama- Yo necesito estar a su lado.
_ ¿Y lo que sienta su hermana no le importa?
_ Ella no se tiene por qué enterar de nada... y si tengo que ser sincera le tengo que confesar que aunque me duela lo que le estoy haciendo a mi hermana, no me arrepiento porque yo estoy enamorada de usted.
_ ¿Cómo puede enamorarse una persona de otra en un par de semanas?
_ ¿Qué siente usted por mí Fabio? -Cuestionó Marta intrigada. Su acompañante guardó silencio frente a lo cual decidió insistir: ¡¿Contésteme?! ¿Siente algo por mí y simplemente soy una aventura?

Fabio se sentó en el lecho amoroso para contestar.

_ ¡Usted me gusta Marta! Pero a su hermana también la quiero. Por eso me voy a casar con ella.
_ Dígame honestamente, ¿qué le ve a mi hermana? Ella es tan poca cosa para usted.
_ ¿Cómo puede hablar así de Yolanda?

En reacción a ese comentario Marta se aferró al cuerpo de su amado y le planteó una propuesta escandalosa.

_ Olvídese de ese matrimonio. Vámonos a vivir juntos. Quédese conmigo. Yo a usted lo necesito y le puedo asegurar que lo puedo hacer más feliz que mi hermana.

Mientras los cuñados consumaban su romance prohibido, Ebelia recibía en su casa una visita inesperada. Se trataba de un mensajero que le traía una extraña encomienda sin remitente. Ebelia abrió el misterioso paquete que resultó ser un videocassette. Desempolvó su viejo VHS y decidió observar la extraña cinta. Lo que vio la horrorizó. Se trataba de su amado Eduardo teniendo relaciones sexuales con otra mujer. Cuando la negra Berenice observó el material fílmico también se llenó de estupor.

_ ¿Quién es el que sale en ese video, mija?
_ ¡Mamá, ¿qué no es obvio?! ¡Es eduardo!- exclamó Ebelia entre sollozos. Berenice apagó el televisor.
_ ¿Quién le mandó eso mija?
_ No sé. Ese paquete no tenía remitente.
_ ¿Pero está seguro que es él?
_ ¡Claro mamá! Cómo no voy a reconocer al hombre con el que me voy a casar.
_ Pero mija no hay que sacar conjeturas. A lo mejor ese video lo grabaron antes de que él empezará su noviazgo con usted.
_ La fecha del video es de hace unos días Mamá. Ese video es reciente.
_ Tiene que hablar con Eduardo. Esto tiene que ser un malentendido- anotó Berenice con un tono con el que pretendía calmar a su indignada hija.
_ ¡Claro que voy a hablar con él! Ese infeliz me tiene que explicar qué significa este video.



miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 8

Tras confesarle a Fabio sus sentimientos Marta no tuvo problemas en superar el reto que le había impuesto su amiga Débora. Los encuentros entre ambos se volvieron frecuentes y cada vez más apasionados. Y cada vez que hacían el amor el uno se obsesionaba más con el otro. En el caso de Marta, pronto su aventura pasaría de ser simples momentos de efervescencia sexual para convertirse en un sentimiento más profundo.

_ Bueno Marta, ganó la apuesta. La felicitó. Batió un récord. Nunca pensé que llevaría a la cama a su cuñado tan rápido -selañó Débora a su amiga con quien se había reunido en el viejo café para comentar acerca de los últimos acontecimientos.
_ Eso es para que vea que para mí no hay imposibles cuando me propongo algo.
_ ¿Y qué tal es su cuñado como amante? ¿Sí valió la pena traicionar a su hermana?
_ Es maravilloso. Nunca había sentido lo que siento cuando estoy con él. Es un placer indescriptible. Ese hombre es una mezcla entre ternura y fuerza.
_ ¿Y será que la mustia de su hermana sí le aguantará el voltaje a tan buen amante? -preguntó con irónía Débora. Marta guardó silencio y adoptó un semblante como si estuviera avergonzada. Débora cambió de tema- Lástima que esa aventura se vaya a acabar tan pronto. A fin de cuentas usted en un par de días se tiene que devolver a la capital y todo va a quedar como un simple romance de vacaciones.
_ Yo no me voy a devolver a la capital. Me voy a quedar así.
_ ¿Y la universidad qué?
_ Voy a aplazar el semestre.
_ ¿Y por qué tomó ese decisión?
_ Lo que yo siento por Fabio es más que un capricho. Yo siento que me estoy enamorando de él. No puedo dejar de pensar en él.
_ ¿Eso qué significa? ¿Que le va a quitar el novio a su hermana?
_ Yo no sé que voy a hacer Débora. Pero por el momento no me pienso a alejar de Fabio. No creo que yo me siento bien por lo que estoy haciendo. Yo no soy una arpía como para alegrarme de lo que le estoy haciendo a mi hermana. Pero tampoco tengo la culpa de lo que estoy sintiendo por Fabio. En los sentimientos nadie manda.
_ ¡Tan trastornada la ha dejado ese hombre! ¡Vea pues! Ya me dio curiosidad. Tocará probar estar con él para ver si es verdad tanta belleza.
_ ¡No sea ridícula Débora! -exclamó Marta visiblemente molesta- Lo que le estoy contando no es por tomar del pelo. Yo estoy enamorada de ese hombre y voy a luchar por él.
_ No cree que se está tomando muy a pecho lo de la apuesta. A fin de cuentas estamos hablando del futuro esposo de su hermana.
_ Yo lo siento mucho por ella. Pero como ya le dije en los sentimientos nadie manda.
_ En fin Marta esas son sus decisiones. Yo en eso no me meto... Cambiando de tema, la invitó a rumbear este fin de semana. Le voy a presentar a una persona muy interesante.
_ ¿Quién?
_ Una personita que a lo mejor le ayuda a olvidar esa obsesión que tiene con el famoso Fabio. Ya lo va a conocer.

La vieja alicia y Yolanda no darían crédito a las palabras de Marta luego de que está les revelara que no pensaba regresar a la capital.

_ ¿Cómo así que no piensa volver a la capital? -inquirío alarmada Alicia.
_ Sí mamá. Voy a aplazar el semestre.
_¿Y por qué Marta? ¿Y la beca que se ganó? ¿Y el trabajo que tiene allá? -anotó Yolanda.
_ Sólo va a ser por este semestre. ¿O es que les fastidia que yo esté aquí.
_ ¿Y no hay riesgo de que pierda la beca? -insistió Yolanda.
_ No. No hay ningún problema con eso.
_ ¿Y qué se supone que va a ser aquí en este pueblo todo este tiempo? -preguntó Alicia.
_ Compartir con ustedes. Reencontrarme con mis raíces. Bueno me voy tengo una vuelta que hacer. estoy aquí a la hora del almuerzo- indicó Marta y se marchó de la casa de su familia. Aprovechando su ausencia Alicia y Yolanda compartieron sus impresiones sobre la decisión de Marta. "Su hermana se enloqueció", fue lo único que atinó a decir la vieja Alicia.



sábado, 7 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 7

Mientras la prejuiciosa Prudencia les hacía la guerra a Berenice y su hija Ebelio, sus vecinas, las Peláez Cancino, continuando llevando una vida aparentemente normal. Yolanda estaba concentrada en los preparativos de su boda, mientras que su hermana Marta parecía haber hecho muy buenas migas con Fabio. Los tres, Yolanda, Marta y Fabio, salían a divertirse con frecuencia, en el calor de esos encuentros se fue formando un estrecho vínculo entre la mujer llegada de la capital y el administrador de empresas. Habían pasado dos semanas desde la llegada de Marta a su pueblo natal y se aproximaba la fecha en que debía retornar a la capital a continuar con sus estudios. Hasta entonces la estudiante de ciencias políticas no se había atrevido a cumplir el desafío que le había planteado su amiga Débora. Pero pronto se le presentaría la oportunidad.

_ Cómo le parece mijito que Yolanda no está - le dijo la vieja Alicia a su yerno que había ido a visitarla.
_ La culpa es mía debí haber llamado antes para avisar que venía. ¿Y ella se demora?
_ Yo creo que sí. Fue a una cita médica.
_ ¡Qué raro! Ella no me había dicho nada -exclamó Fabio un poco extrañado.
_ No es nada grave mijo. Un chequeo de rutina.

En ese instante apareció Marta en escena.

_ ¡Hola cuñado! Qué rico tenerlo por acá.
_ Marta, ¿Cómo está?
_ Bien.
_ Vino a visitar a su hermana, pero ella está en el médico - le explicó la vieja Alicia a su hija.
_ Pues yo creo que vendré a visitarlas más tarde -indicó Fabio.
_ Fabio, aprovechando que está aquí, ¿Le puedo pedir un favor?
_ Claro. ¿Qué sería?
_ Me puede llevar al centro. Es que tengo una diligencia qué hacer.
_ ¡No sea aprovechada Marta! A lo mejor Fabio tiene algo qué hacer -increpó Alicia.
_ No hay ningún problema. Claro que la puedo arrimar.

 Ya a bordo del carro de Fabio, Marta sabía que era el momento de actuar.

_ ¿Y qué tiene qué hacer en el centro?
_ Necesito averiguar un libro que quiero comprar.
_ ¿Un libro sobre su carrera?
_ Sí -contestó Marta sonriéndole socarronamente a su acompañante.
_ Y cuénteme futura politóloga ¿qué piensa de la situación actual del país?
_ ¿Qué pienso? Que estamos muy mal. Este es un país de derecha, un país desigual donde el poder económico recae en una pocas familias. La mayoría de las riquezas se concentran en unos pocos, mientras la gran mayoría no tiene oportunidades de hacer nada ni de salir adelante. Y hace se le suma el problemita del comercio ilegal de la famosa hierba Mugen. Hoy en día los que trafican con ese narcótico son los que tienen el poder en este país.
_ ¿Usted es de izquierda?
_ No me gustan esas etiquetas, simplemente soy una mujer crítica con la realidad política de este país.
_ Pues yo sí pienso que si unos pocos acumulan toda la riqueza de este país es porque han trabajado mucho para estar donde están. La pobreza es más una cuestión de mentalidad. Los pobres se han acostumbrado a ser pobres y que todo se lo den gratis y por eso no salen, ni quieren salir de esa condición.
_ Pues en parte usted tiene razón. En este mundo no se puede ver todo blanco y negro. Siempre hay que mirar las tonalidades de grises.
_ En lo que sí estoy de acuerdo con usted es que la hierba Mugen nos tiene jodidos. Este pueblo tan pacífico se ha llenado de gente dedicada a ese negocio. Eso se nota a leguas. Y a propósito, ¿Usted qué opina de la legalización de las drogad? Cree que esa sea la solución.
_ Yo en ese aspecto soy muy de mente abierta. Sí estoy de acuerdo. Me parece que esa es una elección personal que se debe respetar. Y antes de que me pregunte también estoy de acuerdo con el aborto y la eutanasia. ¿Y usted qué opina de la legalización?
_ Pienso que puede ser una solución. Pero yo he sido testigo de cómo mucha gente ha acabado con su vida por culpa de la droga.
_ ¿Usted nunca ha probado la hierba Mugen?
_ No. ¿Usted sí? -preguntó Fabio con irónía.
_ Pues corriendo el riesgo de que se escandalice, le contestó que sí, la he probado un par de veces. Es que sabe una cosa a mi me gusta experimentar con cosas que me produzcan placer -reveló Marta adoptando cierto tono de sensualidad en su voz.
_ ¿Ahh sí? ¿Y qué se siente probar esa hierba?
_ Se siente un placer que no se puede describir, un placer casi sexual -respondió Marta mientras agarraba el muslo derecho de su futuro cuñado.
_ ¡¿Que está haciendo Marta?! -exclamó Fabio contrariado.
_ ¡Perdóneme! -dijo Marta mientras se llevaba las manos a su propio regazo- Fue un impulso. Hágamos de cuenta que no pasó nada.
_ Pero es que sí pasó. ¿Qué significa esto?
_ Es muy obvio lo que significa. Usted me gusta Fabio. Me gusta desde el primer instante en que lo vi.

En ese momento el hombre al volante paró la marcha y buscó dónde parquearse.

_ ¿Cómo me dice eso? Yo soy el novio de su hermana.
_ Eso yo lo sé. Pero no lo puedo evitar. Uno en los sentimientos no manda. Y usted me gusta. Yo sé que está mal, pero es algo que escapa de mi control.
_ ¿Usted le ha dicho a alguien sobre eso?
_ No. Usted es la primera persona a la que le confieso esto.

Fabio no pudo hacer más que quedarse en silencio anodadado por semejantes revelaciones.

_ Pero no se enrede la cabeza Fabio. Haga de cuenta que yo no le dije nada. Es más déjeme aquí, yo me bajo del carro y hago de cuenta que nada ha pasado -sentenció Marta simulando una gran indignación y aprestándose a abandonar el vehículo. Sin embargo Fabio se lo impidió.
_ Espere Marta... Marta usted también me gusta...

Después de un prolongado silencio Marta y Fabio se fundieron en un apasionado beso

miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 6

Sin tapujos Marta aceptó el reto de su amiga débora. No podía dejar de atribuirle algo de razón a sus palabras; la idea de seducir al prometido de su hermana era muy tentadora, la llenaba de adrenalina. Y es que la excitación que Fabio le provocaba era ya imposible de ocultar. Le hacía nervir la sangre, le hacía trepidar las venas. Esa noche la díscola Marta sonó que aquel hombre tan suculento la poseía, la hacía suya. Sentía el calor de sus brazos rodeándolo con una mezcla de fuerza, vigor y ternura. Sentía su miembro caliente introduciéndose hasta lo más profundo de su ser. Ese hombre había logrado poner a sus hormonas en un estado de ebullición y efervescencia fabuloso. Sí. Estaba decidida. Lo iba a seducir e iba a consumar ese deseo que la embargaba.


Al día siguiente, las vecinas de los Peláez Cancino, la negra Berenice y su hija Ebelia, recibieron una desagradable visita. Sonó el timbre y presurosa Ebelia decidió averiguar quién era.

_ Otra vez usted señora. Creí haberle dicho muy claro que no la quería volver a ver por mi casa -le dijo Ebelia a su suegra, Prudencia.
_ Tenemos que hablar- contestó ésta. Acto seguido Ebelia intentó cerrar la puerta, pero la molesta visitante se lo impidió.
_ ¿A qué vino señora?
_ ¿Como que a qué? Pues a exigirle por enésima vez que deje en paz a mi hijo, que se olvide de esa idea absurdo de casarse con él.
_ Pues perdió su tiempo porque esa decisión no tiene reversa.

Intrigada por la discusión la negra Berenice se acercó a la puerta.

_ ¿Qué se le ofrece señora? -dijo.
_ ¡Qué bueno que están las dos! - anotó Prudencia- Ustedes tienen que entrar en razón, tienen que darse cuenta de que ese matrimonio es una locura. Mi familia y la de ustedes es muy diferente.
_ ¡Ay señora! Hoy no amanecí con ganas de oír sus estupideces -aseguró Ebelia con vehemencia.
_ Aquí la única estupidez es ese matrimonio. A mi no me tiene que engañar. Usted sólo busca escalar posiciones sociales. Usted sólo quiere a mi hijo por su plata.
_ Señora haga el favor de retirarse, ¿Sí? -interrumpió Berenice.
_ ¿Cuánta plata quiere para dejar a mi hijo en paz? Porque al fin de cuentas eso es lo único que le interesa a usted, la plata. ¿Cuánto quiere para dejar a mi hijo en paz?
_ Se equivoca señora. A mi no me interesa la plata. Yo no soy como usted. Y no pierda su tiempo que el amor que yo siento por su hijo es tan grande que ni todo el oro del mundo yo renunciaría a él.
_ No sea tan cursi y tan ridícula. Y sobre todo tan hipócrita. Usted creyó que se ganó la lotería conociendo a mi hijo. Pero mírese. Usted es muy poca cosa para él. Usted pertenece a una raza inferior -afirmó Prudencia pronunciando cada palabra con evidente rabia.

En ese instante Berenice se situó en frente de Prudencia.

_ Yo no voy a permitir que maltrata a mi hija. Usted no es más que una vieja amargada, elitista. Deja a su hijo vivir su vida y tomar sus propias decisiones que él ya está muy grande para eso.
_ Vuelvo y les repito, ¿Cuánta plata quieren par de marronas infelices?

La cólera se apoderó de Berenice y movida por ella terminó abofeteando a la inoportuna visitante.

_ Maldita negra -masculló Prudencia tocándose la mejilla- como se atrevió a ponerme sus cochinas manos encima.
_ Usted se lo buscó paliducha asquerosa. Vaya más bien y consígase un macho que le haga el favorcito, se nota que es eso lo que le hace falta.
_ Esta va a ser mi última adevertencia par de mojones. Ni crean que se les va a arreglar la vida a costa de mi fortuna. Yo voy a hacer todo lo que esté en mis manos para evitar que mi hijo cometa la estupidez de enredarse con una mujerzuela.
_ Nada de lo que haga le va a funcionar. Señora. Hay algo que nos va a unir a su hijo y a mí para siempre. Yo estoy embarazado de Eduardo. Sí señora. La felicito. Va a ser abuela -confesó Ebelia con alegre ironía.
_ Eso no puede ser verdad. Se embarazó para amarrarlo. Eso tiene que ser una mentira.
_ Es verdad señora. Tengo dos meses de embarazo. Así que además del regalo de matrimonio, vaya preparando el regalito para mi bebé.
_ ¿Quién sabe de quién sera hijo ese bastardo? Debe ser de alguno de los negros con los que se revuelva.

La ira de Berenice estalló

_ ¡Lárguese señora antes que la encienda a golpes!
_ No crean que ganaron la partida par de mojonas. Yo no me creo el cuento del supuesto embarazo. Y menos creo que pueda ser de mi hijo. Van a saber de mí. Y usted, negra, se va a arrepentir toda su vida de haber puesto sus ojos en mi hijo -alegó Prudencia y acto seguido emprendió la marcha.
_ ¡Hasta nunca paliducha amargada! -dijo Berenice.

Finalmente madre e hijo se fundieron en un abrazo mientras observaban a Prudencia alejarse.


martes, 3 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 5

Pasaron los días y Marta fue congeniando cada vez más con el futuro esposo de su hermana. Salieron un par de veces los tres a bailar en el bar más reputado del pueblo y en esos espacios de esparcimiento se hizo cada vez más latente la atracción mutua entre la estudiante de ciencias políticas y el administrador de empresas. Yolanda en ese momento no sospechaba nada. No vislumbraba la seguidilla de situaciones terribles que iban a cambiar su destino.

_ Sí, me gusta en ese hombre Débora. No lo puedo ocultar -le confesó Marta a su entrañable amiga. Como de costumbre se habían citado en el viejo café para dar rienda sueltas a las verdades que a otros les ocultaban.
_ ¿Y él le corresponde? Digo, ¿le ha dado algún indicio de que sienta lo mismo por usted?

Con la vista perdida en algún punto indefinido Marta Procedió a responder:

_ A veces me da la impresión que sí. Hay algo en su mirada que me da a entender que yo le muevo el piso.
_ ¿Y su hermana no se ha dado cuenta?
_ Pues yo por mi parte he tratado de que las cosas no sean tan evidentes....
_ O lo mejor su hermana es tan caída del zarzo que no se ha dado cuenta de nada- aseveró Débora. Acto seguido hizo una pausa y reanudó la convesación- ¿Y usted qué piensa hacer?
_ ¿Qué pienso hacer de qué? - contestó Marta fijando la mirada en su interlocutora.
_¡Pues sí! Se está sintiendo atraído por el prometido de su hermana. ¿Qué va a hacer? ¿Va a reprimir sus sentimientos o va darle rienda suelta a sus deseos?
_ ¿Me está insinuando que tenga algo con él? ¿Que lo obligue a traicionar a mi hermana?
_ En esta vida nadie obliga nada a nadie. Si el siento lo mismo que usted siente por él. Pues, como dice el dicho, dénle vuelo a la hilacha. Dénle gusto al cuerpo.
_ Yo no podría hacerlo eso a Marta...
_ ¿Y acaso ella se tiene que enterar? Va a ser una aventurilla secreto. Y quién quita que le termine haciendo un favor a su hermana. Si ese tipo es capaz de traicionarla con usted entonces no le conviene.
_ ¡Qué mente tan cochambrosa tiene usted, débora! Qué ideas tan retorcidas -afirmó Marta meneando la cabeza de manera irónica.
_ En esta vida hay que aprovechar las oportunidades que a uno se le presentan. Si el tipo es tan buen partido como dicen y también está interesado por usted, pues aproveche... ¿No le parece que la idea es muy tentadora? Esas aventuras clandestinas son excitantes...

Ambas quedaron en silencio como si la proposición de Débora hubiera calado en Marta y está la estuviera digiriendo, sopesando los pros y contras de semejante acto tan ruiz.

_ ¿Qué le parece si apostamos? -sentenció la amiga de la futura polítóloga rompiendo así el silencio.
_ ¡¿Qué?!
_ Apostemos. ¿Sería capaz de llevarse a la cama a su futuro cuñado?


sábado, 31 de octubre de 2015

LA BASTARDA PARTE 4

La familia Peláez Cancino residía en La Esperanza desde hace muchos años. El papá de Yolanda y Marta, Héctor Peláez, había sido un hombre muy conocido y querido en todo el pueblo que se había granjeado la fama de haber formado una familia sólida y ejemplar. Había conocido a la vieja Alicia cuando ésta no era más que una campesino rústica y desarrapada que cargaba un gran peso en la conciencia: haber abandonado al primer vástago que parió. Ese era un secreto que la anciana mujer guardaba celosamente. La familia Peláez Cancino vivía en un barrio de clase media de La Esperanza y había establecido un gran vínculo con sus vecinos más próximo: la familia compuesta por Berenice Contreras, una mujer de raza negra que se distinguía por su simpatía y generpsidad, y su hija Ebelia. Ese día Berenice decidió visitar a sus vecinas porque sabía que la vivaracha Marta había retornado al pueblo.

_ Como está de linda Martica. Le ha sentado muy bien su estadía allá en la capital -sentenció con franqueza la negra Berenice.
_ Gracias doña Berenice. Usted también está muy bonita. Y cuénteme, ¿cómo está ebelia?
_ Muy bien Martica. Feliz con su novio. Ella también se va a casar como su hermana Yolanda.

En ese instante Yolanda se inmiscuyó en la conversación.

_ Deberíamos ponernos de acuerdo y casarnos las dos parejas en una sola ceremonia.
_ ¿Y eso se puede hacer? Yo sólo he visto que pasa en la televisión -anotó con ironía Yolanda.
_ Claro que se puede. Y no sería mala idea. Nos ahorraríamos una buena platica.

Sin embargo no todo marchaba tan bien como lo describía la negra Berenice. Cierto era que su hija Ebelia y su futuro yerno, Eduardo, estaban muy enamorados, pero había un obstáculo para la felicidad de la pareja: la madre del novio, Prudencia.

_ No sé cuándo diablos usted va a entrar en razón Eduardo. La idea de ese matrimonio es un disparate. Usted no puede casarse con esa negra.
_ Mamá, ¿otra vez con lo mismo?. Siempre que vengo a visitarla me sale con la misma perorata. Convénzase de que yo quiero a Ebelia y ese matrimonio es una realidad.

En efecto, cada que Eduardo visitaba a su madre en su vieja casa situada en el sector más exclusivo de La Esperanza, debía soportar los intentos de ésta por disuadirlo de casarse con su prometida.

_ Eduardo, hijo -decía la mujer mientras posaba sus manos sobre los brazos de su hijo- Tiene que recapacitar esa no es mujer como usted. Usted se merece alguien mejor, alguien que esté a nuestro nivel.
_ Y alguien que sea de raza blanca, supongo.

En ese momento la mujer se separó de su hijo y adoptó una postura que revelaba su incomodidad.

_ Pues sí. Si vamos a hablar a calzón quitao yo no concibo la idea de que se case con una negra. La raza negra es una raza inferior.
_ Es increíble mamá que a estas alturas exista gente con semejantes prejuicios tan ridículos.
_ ¿Prejuicios? Mire la realidad a su alrededor. Le parece casualidad que el áfrica que está lleno de negros sea el continente más pobre y atrasado. Que todos los lugares donde viven negros están llenos de pobreza y corrupción. Eso no es coincidencia. Eso pasa porque los negros son brutos, primarios, se dejan llevar por sus instintos.
_ ¡Mamá por favor!
_  Y además de eso los negros son malos, son traicioneros y no respetan ni a los de su propia raza.
_ Ya fue suficiente. Tal parece que usted nunca va a cambiar de opinión, pero yo tampoco pienso cambiar mi decisión. Quédese sola con su amargura Mamá, yo me voy y creo que por mi tranquilidad no la voy a volver a visitar.

Al oir esas palabras el rostro de Prudencia se llenó de Colera.

_ ¿Usted le va a dar la espalda a su propia madre por una negra? Recapacite esa mujer es una advenediza que sólo lo busca a usted por nuestro dinero.
_ Ya no pienso escucharla más, Mamá. Diga lo que diga yo no pienso cambiar de opinión. Y si todos nuestros encuentros van a terminar con sus mismos dircursos ridículos, lo mejor es que yo no vuelva por aquí.
_ ¡Eso! ¡Váyase! Dele la espalda a su propia sangre por irse detrás del culo de ese mojón. Pero ni crea que yo voy a permitir que usted sea case con esa mujer. Voy a hacer hasta lo imposible por evitar ese matrimonio. ¡Primero muerta antes que emparentar con una negra!