sábado, 28 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 13

_ ¿y entonces Marta? ¿Qué se supone que va a hacer ahora? -le preguntó Débora a su amiga a quien había invitado a su casa luego de salir del centro médico en el que Marta despejo sus dudas.
_ No sé. Ya le dije que embarazarme nunca estuvo en mis planes. La embarré Débora. Me deje llevar por un momento de placer y no medí las consecuencias.
_ Bueno, pero para esas embarradas la solución es muy sencilla. Aborte. Deshágase de ese bebé.
_  ¿Deshacerme?. No entiendo como puede hablar con tanta frialdad.
_ No me vaya a salir con moralismos ahora, usted que siempre ha sido de mente tan abierta. Yo conozco un sitio donde le pueden hacer el procedimiento de forma rápida y sin complicaciones. Sólo dígame cuándo vamos y listo.

Tras salir de la casa de su amiga Marta se dirigió a su propia casa. Su madre le preguntó cómo si había acudido a un médico y había averiguado cuál era la causa de su desvamecimiento. Marta le respondió inventándole una mentira. Días después Alicia, Yolanda y marta se encontraban nuevamente desayunando en la cocina de su amplia casa.

_ ¿Y cómo ha seguido de esa maluquera que tenía? - le preguntó Yolanda a su hermana.
_ Bien. El médico me dijo que no era nada para preocuparse.
_ Sí, ¿pero qué tiene exactamente? -insistió Yolanda.
_ Nada. Fue un desmayo producto de la fatiga, nada por qué hacer escándalo.
_ Bueno, cambiando de tema. Sabe mamá cuál es el último rumor que anda circulando por ahí -le preguntó Yolanda a su madré.
_ Yo no estoy para chismes mija.
_ Y ahora las lenguas viperinas de este pueblo qué se inventaron -inquirió con ironía Marta.
_ Dicen que el que anda metido en negocios de narcotráfico es el hijo de Arturo Esguerra. ¿Oliverio es que se llama?

Al oír ese nombre tanto Alicia como Marta se pusieron pálidas.

_ ¿Qué pasa? ¿Por qué se quedaron tan calladas? Ni que hubiera mencionado al diablo.
_ ¿Y quién dice eso? - preguntó Marta.
_ Todo el mundo lo dice. Ese tipo anda metido en el negocio de la hierba mugen. A mí se me hace muy raro que el heredero de la familia más rica de este pueblo termine enredado en esos negocios, pero bueno, la ambición humana es así. El que tiene poder y riqueza siempre quiere más y más.
_ La gente inventa mucha basura. Pero de ser cierto, no tendría nada de particular. Si hasta presidente financiado por el narcotráfico tenemos en este país - opinó Marta sin poder ocultar la sorpresa que le había generado conocer sobre aquel chisme.

Entretanto, Ebelia, que intentaba olvidar sus penurias trabajando en la peluquería propiedad de ella y de su madre, recibió en aquel local la visita de Eduardo.

_ Don pedro, ¿El corte lo quiere como siempre? - le preguntó Ebelia a una de sus clientes.
_ Ebelia
_ ¡¿Otra vez usted?! ¡No le he dejado muy claro que no quiero saber nada más de usted!
_ Deje de ser tan orgullosa y escúcheme. Tenemos que hablar.
_ ¡Lárguese de aquí!
_ Yo creo que mejor vengo después - anotó el cliente.
_ Vea lo que hace. Está molestando a mi clientela. Larguese de aquí- insistió Ebelia mientras sacaba a empellones a Eduardo del local.
_ Usted no puede tirar por la borda nuestra relación por un simple error.
_ Es increíble el cinismo de ustedes los hombres. Un simple error.
_ Todo fue una trampa de mi mamá. Usted me tiene que escuchar.
_ ¡Otra vez con el mismo cuento!

En ese instante el cliente que se encontraba dentro del local decidió marcharse.

_ ¡Don pedro, no se vaya! Mire lo que hace Eduardo. Ahora también me va a dejar sin clientela.
_ Usted me tiene que escuchar. Tiene que dejar que le explique.
_ O se va o le clavo estas tijeras en los ojos.
_ Bueno. ¿Qué pasa aquí? -preguntó la negra Berenice quien había acudido al lugar intrigada por el escándalo -joven, por favor, haga el favor de retirarse que aquí no queremos más escándalos.

Finalmente Eduardo decidió marcharse. Justo cuando iba rumbo a su trabajo recibió una llamada de su madre en su celular.

_ Aló.
_ Eduardo. No me vaya a colgar.
_ ¿Qué quiere mamá?
_ Hasta cuándo va a seguir con esa actitud tan infantil. Lleva semanas sin dirigirme la palabra.
_ Usted sabe perfectamente por qué.
_ Insiste en echarme la culpa a mí de sus errores.
_ Adiós mamá.
_ No me vaya a colgar. Es increíble que usted ponga a esa mujer por encima de su madre.
_ Es la mujer que yo amo y está esperando un hijo mío.
_ ¡ahh sí! Convénzase de una cosa. Ya se lo dije antes y se lo repito. Si usted fue capaz de serle infiel a esa mujer es porque no está tan enamorado de ella como pensaba. Y si ella no le perdonó esa infedelidad es porque seguramente ella tampoco está tan enamorada de usted. así de simple.

Eduardo decidió cortar la llamada.

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