miércoles, 12 de febrero de 2014

LA COLUMNA DE OPINIÓN QUE NO PUBLICÓ EL ESPECTADOR

En días pasados El Espectador abrió la posibilidad de que lectores suyos mandaran columnas de opinión para ser publicadas por ese medio. Yo decidí participar pensando que sería una gran vitrina para darme a conocer, pero no tardé en comprobar una vez más que escribir no es como soplar y hacer botellas. Al elaborar una columna de opinión uno no se puede limitar a verter en el teclado del computador cuanta estupidez se le venga a uno a la cabeza sólo para rellenar espacio en la hoja de word -aunque de hecho muchos columnistas lo hacen; por el contrario uno debe de esmerarse en encontrar un tema, una tesis o un planteamiento original y atractivo, a la vez que esmerarse en escoger los mejores argumentos para defenderlo o sustentarlo.

Porque de eso se trata una columna de opinión: proponer una tesis y defenderla con minuciosidad, persuación e inteligencia. Mi mente se bloqueó porque sencillamente no se me ocurría un buen tema para mi artículo, pero después de mucho devanarme los sesos le aposté a hablar sobre los excesos de la "libertad de expresión" que uno puede encontrar cuando lee los foros de opinión, no sólo de El Espectador, sino de todos los demás medios.

A continuación reproduzco la columna de opinión que envié a El Espectador:



PEDÓFILOS COMENTANDO

Por: Julián Andrés Pastrana Cuéllar.

En días pasados dos noticias de El Espectador llamaron mi atención: la primera trataba sobre una niña que fue abusada sexualmente por un profesor con el que, supuestamente, sostenía una relación amorosa, mientras que la segunda reseñaba el caso de otra menor de doce años que se había escapado con un hombre de 30 del cual estaba esperando un  hijo.
En honor a la verdad suelo abstenerme de leer los comentarios que hacen los lectores de Elespectador.com sobre las noticias publicadas allí, pero en aquella  oportunidad decidí indagar qué opinaban ellos acerca de los dos casos de abuso a menores. Me encontré, más que con un foro de opiniones, con una letrina en la que personajes de la peor calaña daban rienda suelta a sus peores desviaciones; no voy aquí a repetir las bajezas que llegué a leer, sólo voy a anotar que varios lectores justificaban los casos de abuso tratando de mostrarlos como situaciones “normales”, e insinuando además que la culpa no era de los adultos sino de las menores cuya libido sexual despierta cada vez a más temprana edad.

En pocas palabras no se debía enjuiciar a los adultos depravados que se involucraban con niñas que estaban lejos de tener la madurez física y mental para tener una relación sexual, sino a aquellas jóvenes de 10, 12, 13, 14 años que se comportaban como “mujerzuelas” buscando saciar sus apetitos sexuales. No entraré aquí a debatir sobre a qué edad empieza el despertar sexual de una mujer, pero sí considero que independientemente de ello el hombre debe tener la suficiente cabeza fría, autodominio y, sobre todo, los suficientes principios éticos para no dejarse “seducir” por menores de edad que podrían ser sus hijas o hermanas.

Infortunadamente opiniones tan vomitivas como las que acabo de subrayar no son algo extraño de encontrar en los foros de opinión de los medios de comunicación colombianos; lejos de ser espacios para un debate de ideas sólidas y bien argumentadas, éstos se han convertido en escenarios para el insulto fácil, las agresiones, la chabacanería, la intolerancia y la incitación al delito y a las parafilias como lo es en este caso la pedofilia, pederastia o como se le quiera llamar.

Creo que es necesario que los medios de comunicación empiecen a ejercer mayor control sobre estos foros de opinión. Muchos pueden aducir que hacerlo sería entorpecer la libertad de expresión que es uno de los principales valores de una democracia. Al respecto debo decir que en ningún momento sugiero vetar opiniones por razones políticas o ideológicas, pero sí aplicar controles mínimos para evitar que los foros estén plagados de comentarios ofensivos sin argumentos, opiniones discriminatorias e incluso spam. Hay muchos foros en internet que cuentan con un staff de moderadores los cuales tienen la facultad de borrar contenidos de esa índole e incluso esos foros se arrogan el derecho de “bannear” (bloquear indefinidamente) a usuarios que constantemente incurran en malos comportamientos. También llegan a detectar la IP del forista en cuestión y bloquearla para que éste no pueda crearse una nueva cuenta con la cual pueda continuar haciendo de las suyas.

Quienes son capaces de escribir comentarios justificando el abuso sexual a menores, así sea éste disfrazado como una “relación consentida”, deberían ser baneados. Es más, su IP debería ser reportada a la Policía o autoridades competentes. Quizás entre quienes se escudan en el anonimato para lanzar esas opiniones se esconde un pedófilo o depredador sexual.

La columna nunca fue publicada. Seguramente resultó demasiado mala -en cuanto a su contenido y a su forma- como para ser divulgada por un medio tan importante. Entretanto los foros de opinión de los medios siguen siendo foros de todo -insultos, racismo, pederastia, homofobia- menos de verdadera opinión.
                                                                                      
 



domingo, 9 de febrero de 2014

TRABAJANDO CON UNA RELACIONISTA PÚBLICA AMARRADA III

Sí, la labor de free press para el Torneo de Parqués fue un rotundo fracaso que reveló cómo hay temas que por más esfuerzos que se hagan sencillamente no resultan atractivos para los medios. No sé si antes o después de ese fracaso debí hacer free press a un joven llamado Martin Nessi. Chileno de nacimiento, se crió en Cali y posteriormente viajó a los estados Unidos donde empezó a forjar una promisoria carrera en el ámbito de la producción musical. Elaboré, a partir del testimonio que él mismo me dio, un extenso boletín para enviarlo a los medios de comunicación. El joven necesitaba que se publicarán en algunos medios notas sobre su desempeño profesional, ello con el fin de tramitar una visa, o algo así... la verdad no recuerdo bien. Sin embargo los problemas no tardaron en aparecer. Un portal web publicó una extensa nota del joven y en ADN y El Tiempo hicieron lo mismo. Hasta allí todo iba a las mil maravillas. Pero por culpa de un error de interpretación del boletín que yo envié, en la nota de El Tiempo le terminaron adjudicando a Nessi el haber trabajado con unos artistas de renombre con los que nunca hizo equipo. El error salió publicado en la versión digital de El Tiempo. El padre de Nessi lo leyó y conminó a Aljure a lograr una rectificación, ya que dicha información errónea "podría tener repercusiones legales". Gracias a mí mediación la nota en cuestión fue retirada del portal web de El Tiempo, pero no se pudo hacer nada para frenar su publicación en la versión impresa. Para rematar logré gestionar otra nota en el Diario Occidente, pero justo el día en anterior a su publicación olvidé enviar unas fotos de Nessi al medio en cuestión y por ello dicha nota finalmente nunca se publicó. Por otra parte resultaron infructuoso mis esfuerzos para que la Revista Shock le hiciera algún informe a Nessi. Hablé varias veces con un periodista de ese medio, pero nunca accedió a colaborarme. Así son las cosas en las relaciones públicas: uno se enfrenta a escuchar la clasíca frase "mándeme el boletín" , que es el equivalente al "nosotros le llamamos" de los encargados de los procesos de selección en las empresas.

De mi paso por esa oficina de prensa me quedaron muchas anécdotas. Recuerdo que la persona que me antecedió a mí en ese trabajo era la clásica vieja buenona. Cuando ella se marchó y yo llegué a reemplazarla un vigilante me preguntó: "qué pasó con la niña que  trabajaba allá" a lo cual yo le respondí: "no siguió porque se enfermó". "se puso malita la niña... y con lo buenona que estaba", anotó el guachimán con una expresión morbosa dibujada en su rostro. Lo cierto es que esa buenona duró alrededor de siete meses trabajando con Aljure hasta que un día llamó diciendo que estaba enferma y que no podía ir. No obstante aljure me confesó que pensaba que aquella muchacha en realidad se estaba haciendo la enferma porque no quería seguir trabajando en la oficina. La muchacha -ni siquiera recuerdo su nombre- se enfermó un miércoles de manera intempestiva. Al parecer Aljure no encontró con quién más reemplazarla y por eso me llamó a mí el jueves siguiente. Me llamó casi dos meses después de yo haber tenido una entrevista con ella, encuentro en el que por cierto quedo en evidencia el poco convencimiento de Aljure con respecto a mi contratación. A la enferma que se fue de la oficina a principios de noviembre, le pagaron su liquidación bien entrado el mes de diciembre. Lo poco que sé de ella es que era egresada de la Autónoma, con escueta experiencia en protocolo.

Nueve meses después de estar trabajando en esa oficina sencillamente me aburrí y resolví renunciar. Aljure trató de convencerme de desistir de mi decisión, un síntoma de que pese a todo no había hecho las cosas tan mal. Era una escena muy diferente a la que viví en El Maíz, empresa de la cual salí por la puerta de atrás: no me renovaron el contrato, según ellos por ser callado y tímido. Esa historia la contaré en su momento. Pero a pesar de mi renuncia no me desvinculé del todo de la oficina de prensa; Seguí trabajando desde mi casa encargándome de redactar boletines para el Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente -DAGMA. La directora de esa entidad llamó a Aljure meses antes de mi renuncia para pedirle una persona que se hiciera cargo de la prensa del DAGMA. Aljure no me tuvo en cuenta para ese cargo por la misma razón de siempre: mi carácter callado, mis pocas habilidades sociales, etc, etc, etc. Acto seguido convocó a varios periodistas con la idea de que alguno de ellos entrará  como comunicador en el Dagma. A instancias del marido de Aljure ella finalmente accedió tenerme en cuenta para ese cargo, aclarando que allá ganaría alrededor de un millón de pesos sin prestaciones pero no podría ni siquiera pedir permisos para citas médicas como constantemente lo hacía en la oficina de Aljute. Lo cierto es que finalmente no aprobaron la llegada de un comunicador externo para que trabajara dentro del DAGMA. Así que a partir de entonces se me encomendó realizar boletines para dicha entidad que debería mandar a medios. Mi labor se limitaría a redactar; la periodista que me reemplazaría en la oficina -una muchacha llamada Laura- se haría cargo de hablar directamente con los periodistas.

Todo parecía marchar bien: ganaría el mismo sueldo -$600 mil- por trabajar desde la comodidad de mi casa. Pero la alegría no duraría mucho. Debí padecer lo indecible por el incumplimiento en los pagos de mi salario. Sí, de hecho la plata me la entregaban pero sin regularidad, con demasiado retraso. De agosto a diciembre trabajé redactando y enviando decenas de boletines. Incluso una vez debí cubrir un evento: la instalación de un solmáforo, dispositivo para medir la radiación ultavioleta. Madrugué para dicho evento, atendí periodistas, grabé entrevistas y realicé un boletín express para mandar a medios. Una vez más, como con el torneo de golf, ejercí la profesión que estudié, el periodismo, haciendo trabajó de campo, desgrabando entrevistas y redactando una noticia tal y como lo haría un reportero de cualquier medio. Fue una experiencia agradable (¡cómo no va a ser agradable desempeñar la profesión por la cual uno se quemó las pestañas durante cinco años en la universidad!) Finalmente el trabajo con el DAGMA se acabó, Aljure se desentendió de esa cuenta, una periodista de la Alcaldía asumió mi labor y yo una vez más quedé en el aire.

Sobra decir que me invadió la desesperación y la angustia: los deseos de abandonar una oficina donde realizaba una labor que repudiaba, se transmutaron en pánico al constatar las terribles consecuencias de ser un desempleado. No me quedó más remedio que hacer lobby para regresar donde Aljure. Sobra decir que en los meses que estuve lejos de esa oficina no logré encontrar otro trabajo como periodista. Afortunadamente para mí Laura decidió renunciar. Logré mi cometido: mi "flamante" regreso a esa jaula. En ese proceso sucedió algo "chistoso" por llamarlo de alguna manera: no llevaba ni una semana de retornar a la oficina cuando envié mi hoja de vida para un medio que solicitaba un community manager. Para mis adentros pensé: "obviamente no me van a llamar, pero peor diligencia es la que no se hace". Contrario a mis expectativas me llamaron a entrevista. El director del medio me preguntó si tenía experiencia como community manager. "no", fue mi respuesta. "Entonces para que aplicó a este cargo", replicó mi entrevistador. "porque la labor de community manager hoy en día tiene mucha demanda y quiero empezar a adquierir experiencia en ese campo  nuevo para mí" expliqué. El director me pidió que lo acompañara hasta la redacción de dicho medio y luego me pidió que escribiera una nota. Así lo hice. Días después me llamó y me dijo que mi ejercicio escrito le había gustado y que ahora debía cumplir un día de prueba en dicho medio. No me quedó más remedio que inventarle a Aljure que tenía una gastroenteritis para así tener el día siguiente libre y cumplir con el periodo de prueba en el otro medio. En el periodo de prueba me fue bien, pero cometí un error: le hice creer al jefe que estaba desempleado, pero luego le tuve que confesar que de hecho si estaba trabajando. El tipo montó en cólera y con toda razón: me dijo que las cosas no se hacían así, que que pretendía ser contratado en ese medio y luego renunciar de manera intempestiva a Aljure abandonando de un momento a otro el trabajo que estaba desempeñando en la oficina. Señaló que el trabajo de los comunicadores era esencialmente de contactos y yo no podía quedar mal con Aljure. Lo gracioso es que yo pensaba hacer tal cual lo que ese hombre me decía: esperar que me contraran en su medio y luego llamar a Aljure para decirle que no podía seguir laborando con ella.

lunes, 3 de febrero de 2014

TRABAJANDO CON UNA RELACIONISTA PÚBLICA AMARRADA II

Aljure nos vendió a Diana y a mí el Segundo Torneo Nacional de Parqués de Cooameva como la octava maravilla. "Es un tema divino, precioso, en su primera versión los periodistas se peleaban por publicarlo decía". Y no exageraba del todo: la primera versión del evento -cuya difusión estuvo a cargo de otra periodista- fue muy exitosa. Con ese precedente mi compañera y yo procedimos a llamar periodistas para que le dieran promoción al evento, pero no tardamos en darnos cuenta de que para nada los comunicadores estaban dispuestos a pelearse por hacerle difusión. Una de las primeras personas con las que me comuniqué fue un periodista deportivo de ADN cuya respuesta fue contundente: "esta vez no podemos ayudarlos. La vez pasada lo hicimos porque era la primera versión, era la novedad". En efecto dicho periódico hizo un cubrimiento amplio de la primera versión del Torneo porque era novedoso, original atractivo; sin esas cualidades el evento ya bo revestía interés para ellos. Y menos si se tenía en cuenta que en la Justa sólo podían participar afiliados de Coameva, es decir, era una actividad lúdica demasiado cerrada y al hacerle prensa era inevitable que las notas surgidas tuvieran un tinte demasiado comercial, un aire a pauta publicitaria muy evidente.

Como el evento era de cáracter nacional, también debimos llamar a periodistas de Bogotá. Recuerdo mucho a uno de ellos: Meluk de El Tiempo. Con un marcado acento costeño no titubeó en burlárseme en la cara cuando le planteé la posibilidad de que en la sección de deportes de El Tiempo sacaran una nota sobre el Torneo. "Torneo de Parqués", repitió con ironía y acto seguido lanzó una risita sarcástica. "Lo siento, aquí no lo podemos ayudar. Hable con la gente de entretenimiento y cultura", acotó. También contacté a un periodista deportivo de Noticias Uno. El individuo muy amable accedió a hacer una nota sobre el torneo e incluso se trasladó a la sede de cooameva en Bogotá donde tuvo los participantes del evento se reunieron para practicar. Lo cierto es que el noticiero jamás publicó la nota y no es muy difícil coleguir por qué: sencillamente la directora, o algún otro personaje de alto rango descartó el informe por comercial, una decisión muy en consonancia con la independencia que tanto defiende ese informativo.

Con la apoyo de Aljure convencimos a la corresponsal de Noticias Caracol en Cali para que cubriera la jornada eliminatoria del torneo. Aljure contrató un camarógrafo para la ocasión, diana se encargó de las entrevistas a participantes y organizadores de la justa y al final se le hizo llegar a la corresponsal el material fílmico. Al parecer ella editó y envió la nota a Bogotá, pero jamás fue publicada. A esas alturas era evidente que el trabajo de free press para ese proyecto había resultado un profundo fracaso. Las pocas noticias que se lograron gestionar palidecían ante la avalancha de menciones en televisión, radio y prensa logradas en la primera edición del torneo. Aljure nos echaba en cara los pobres resultados resaltando que no entendía como dos comunicadores no podían ni siquiera igualar lo conseguido por la periodista que estuvo a cargo del free press del primer torneo de parqués. A la pobre Diana la acusó de "vivir metida en facebook" y de ser "una mala influencia para mí" porque, según Aljure, cada vez que ella -diana- estaba en la oficina yo me ponía " de un genio insoportable". Al final la directora de la agencia optó por prescindir de los servicios de la comunicadora.

En vista de la partida de Diana me tocó a mí asumir el chicharrón del cubrimiento de la final del torneo. Los problemas se presentaron desde el principio: el camarógrafo que contrató Aljure no llevó micrófono para realizar las debidas entrevistas y por ello debió devólverse a su casa por él; para rematar tampoco ofrecía el servicio de llevar el minidv con la filmación a los noticieros locales. Aljure tuvo que hablar con él para persuadirlo de que lo hiciera. Y efectivamente lo hizo, pero demasiado tarde: uno de los noticieros necesitaba la grabación a las 4 y a esa hora apenas el camarógrafo estaba saliendo del lugar donde se llevó a cabo la final del torneo. La periodista de ese noticiero se embejucó y me echó tremenda "vaciada" por mi "falta de profesionalismo". Por fortuna el cassette llegó a tiempo y la nota se emitió en el noticiero. El día siguiente, un domingo, madrugué al barrio floralia para recoger otros dos cassette de minidv que debía entregarme el camarógrafo y el lunes madrugué a dejarlos personalmente en la sede de los noticieros Noventa Minutos y Noti 5; ninguno de esos dos medios publicó nada con respecto al susodicho torneo.

Así terminó la historia del flamante torneo de parqués organizado por el grupo empresarial Coameva.

En próximos post la tercera parte