martes, 6 de mayo de 2014

RAPTADAS, VIOLADAS Y VENDIDAS EN EL NOMBRE DE ALÁ

Resulta increíble pensar que en pleno Siglo XXI un grupo fundamentalista islámico haya secuestrado a más de doscientas niñas de un colegio en Nigeria, las haya sometido a abusos sexuales y ahora amenace con venderlas "porque así lo ha ordenado Alá". ¿El pecado de estas niñas?: tener la osadía de estudiar y formarse académicamente, contrariando así los postulados de una religión para la cual las mujeres sólo existen para vivir en función de su marido complaciendo todos sus caprichos. Pero no nos extrañemos: no sólo la religión islámica propende por reducir a su más mínimo expresión a la mujer restringiéndole sus derechos a educarse, crecer personal y profesionalmente y, por qué no, llegar a tomar el mando de una empresa, una organización, o un país. Casi todas las religiones durante décadas han promovido la homofobia, la entronización del poder del macho dominante, y la acumulación de poder y riqueza por parte de unas minorías privilegiadas.

Acaso no es la hipócrita Iglesia católica la misma que ha condenado por siglos la homosexualidad, el derecho de las mujeres ha abortar y hasta ha tenido el descaro de exaltar la pobreza como un estado digno de admiración. (Recordemos aquella cita bíblica según la cual "es más fácil que un camello entré en el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de las cielos". En pocas palabras los ricos están condenados al infierno, mientras que los pobres deben considerarse unos privilegiados porque su miseria es una garantía para recibir la vida eterna. Entonces es legítimo que un país la riqueza esté concentrada en una minoría, mientras la inmensa mayoría sufre la exclusión y la pobreza.

El fundamentalismo religioso hace mucho daño y ello no sólo se ve reflejado en el asqueroso rapto de la niñas nigerianas que ocurre ante un mundo que es testigo impasible de todo. Ahí tenemos a un Procurador que "invierte" todo su tiempo y energías en perseguir a cualquier gay que quiera formalizar su unión con su pareja o a cualquier mujer que quiera practicarse un aborto en alguno de los tres casos que despenalizó la Corte. No está lejos el día en que a este Procurador le dé por perseguir a las mujeres que ocupan cargos públicos, pues a fin de cuentas la misma biblia dice que ellas fueron creadas simplemente para procrear y atender al marido. El fanatismo ciego del señor Ordoñez llega a tales extremos que alguna vez leí que éste se opone a la protección del medio ambiente porque según él dicha defensa se asimila a la adoración de la "diosa Gaia". Abrase visto tanta estupidez.

Y los evangélicos. Esos son los peores de todos ya que son felices lucrándose con la fe y la ignorancia de las personas. Ahí tenemos a la señora Piraquive que ha acumulado una inmensa fortuna a través de sus prédicas llenas de oscurantismo. Según ella un discapacitado no puede acceder al púlpito y llega a esa conclusión guiada por lo que dice la Biblia. ¡Señora, no se tome tan a pecho lo que dice ese libro ya que según él hasta una mujer cuando está menstruando es impura! Gente peligrosa son los cristianos evangélicos que con una mano sostienen la biblia y con la otra cometen crímenes. Dicen que la Piraquive repudio a uno de sus hijos sólo por ser homosexual y hasta la sindican de presuntamente haber tenido que ver en el deceso de su marido. Por eso poco caso le hago a los pastores cristianos que andan en lujosos carros y presumen de sus relojos marca casio. No me interesan sectan que hablan de espiritualidad y al mismo tiempo promueven el materialismo.

Pésimo invento ese de las religiones. No concibo que una persona debe actuar bien sólo por temor a un dios todopoderoso arrellanado en un nube en lo alto del cielo. La gente debería actuar con rectitid por convicción y no por miedo. Menos creo en religiones que perdonen los pecados más infames sólo por el que los cometió muestra un supuesto arrepetimiento. Tampoco creo en sectas que reduzcan a la mujer a la condición de esclava del varón y vendan la pobreza como un estado ideal mientras por debajo de cuerda acumulan enormes fortunas.

Ciertamente Marx tenía razón cuando pronunció su frase más célebre "la religión es el opio del pueblo".

jueves, 1 de mayo de 2014

UN DÍA COMO EXTRA DE TELEVISIÓN (crónica del debut y la despedida en la pantalla chica)

Me citaron para estar a las ocho y media frente al Zoológico de Cali. Sólo sabía que iba a fungir de extra durante todo un día y supuse que el rodaje del programa en el cual iba a participar se iba a llevar cabo dentro de ese sitio. Llegué al lugar acordado y una de las niñas encargadas de convocarme me pidió que me sentara y esperara. Estando en esas logré echar un vistazo a la hoja donde estaban consignados los datos de todos los extras y sus respectivos roles. Frente a mi nombre leí un pintoresco "extra mala cara". Comprendí que mi papel sería de malandro, cosa que no me extrañó porque mi fealdad física y aspecto descachalandrado no daban margen a desempeñar otro papel que no fuera de delincuente o sicario.

Después de un buen rato esperando nos pidieron a mí y a mis compañeros extras dirigirnos al lugar donde se llevaría a cabo la grabación. No sería dentro del zoológico. Antes que nada debimos pasar ante la encargada de vestuario para que nos señalara qué prendas debíamos usar. Al verme la señora manifestó que no tenía necesidad de cambiarme de ropa porque llevaba puesta la vestimenta adecuada. ¡Nunca me imaginé que en mi vida diaria yo me vistiera como un delincuente! Posteriormente me dirigí a una unidad residencial. Allí tuve que esperar hasta bien entrado el medio día para entrar a escena. El momento esperado llegó: mi papel sería de acompañante de un par de lavaperros de traqueto. No debía recitar ningún parlamento, sólo poner un mal semblante.

Antes de continuar debo hacer un paréntesis: quienes me ofrecieron ser extra nunca me explicaron para qué producción sería. Ya cuando estuve en pleno rodaje supe que sería para participar en una serie sobre los hermanos Rodríguez Orejuela. Nunca se me pasó por la mente que yo acabaría participando en una producción sobre narcos. A decir verdad las detesto. No tengo el más mínimo interés de conocer los detalles de las biografías de los mafiosos y traquetos, menos me interesa saber cuáles son sus costumbres, estilo de vida, vocabulario. La verdad es que ese tipo de personajes me producen mucha repugnancia. Sí, seguramente es una posición muy moralista, a fin de cuentas como reza la cita bíblica "el es que esté libre de pecado que tire la primera piedra". Pero sencillamente no me interesa ese tipo de series, ni me interesa conocer sobre la vida, obra y milagros de esos personajes. Mi papá en cambio es fanático encarnizado: se ha visto El cartel 1 y 2, "Las muñecas de la mafia", "Alias el mexicano", "Escobar, el patrón del mal", ect. y seguramente no se perderá la nueva serie sobre los rodríguez Orejuela. (Ni siquiera intuyó qué dirá cuando vea mi rostro proyectado en el televisor)

Mi papel sería muy sencillo: consistiría en sentarme en el asiento de conductor de un carro, mientras el copiloto -al parecer un lavaperros de un duro- sostenía una estúpida conversación con otro hampón a bordo de una moto. No debía musitar palabra: sólo hacer cara de matón -cosa que no me resulta nada difícil. Terminada la escena mis compañeros y yo fuimos a almozar. Una de ellas era una señora como de cuarenta y tantos años que hasta los noventas participó en una productora. Hace 17 años maneja un restaurante del cual su esposo es chef. Según ella su esposo es el que cocina porque a ella se le quema hasta un agua tibia. A la par de desempeñarse como gerente del restaurante, la señora toma clases de actuación. Es como una especie de hobby. Otro de los extras era un hombre que trabaja en una agencia de publicidad. También estaba presente un administrador de empresas desempleado que perfectamente podría interpretar a Gustavo Petro si algún día deciden llevar la vida del alcalde de Bogotá a la pantalla chica pues su parecido con él es innegable. Me llamó la atención cuando dijo que sólo empezaría a buscar trabajo nuevamente después de que terminara el mundial de fútbol. No quería que ningún empleo se interpusiera con su deseo de ver todos los partidos de ese evento deportivo

Después de almorzar otra persona de la producción de la serie me indicó que tendría una escena, pero en la noche y que si quería podía ir a mi casa y volver a las seis de la tarde.

Otro paréntesis: ya en el pasado había participado en un casting para una serie de televisión. En ese entonces estaban buscando extras para la producción sobre la vida de la cantante Helenita Vargas. Más que un casting de actores y extras parecía un casting de prepagos. Sólo estaban presentes niñitas altas y caribonitas que no se ven ni en el Señorita Valle, acompañadas de hombres musculocas de esos cuya formación actoral la han forjado a pulso levantando pesas en un gimnasio. Obviamente a mí no me tuvieron en cuenta para ningún papel. Luego de eso me postulé para ser extra de una película filmada en Cali, pero desistí de participar porque no pagaban ni un solo peso.

Volviendo a la historia de la serie de los hermanos Rodríguez Orejuela pues fui a mi casa y a las seis llegué de nuevo al lugar de rodaje. Pasaron las horas y no me llamaban a escena. Mientras los minutos expiraban recordé el estribillo de una canción de Mecano que dice "Ya estoy en Nueva York y no he visto ningún actor". En efecto llevaba horas en ese rodaje y hasta ahora no había observado a ningún actor reconocido. El tiempo seguía corriendo y no me llamaban para nada. A las nueve despacharon a los otros extras que estaban conmigo; a mí me ordenaron quedarme. Y dieron las diez, las once, las doce y la una y yo seguia sin hacer nada. Pero esperaba estoicamente aferrado a la esperanza estúpida de que ese sería el inicio de una fructífera carrera como actor. Soñaba despierto con que me dieran al menos un pequeño parlamento en aquella escena que me faltaba por grabar; al director le bastaría esa corta intervención para convencerse de mis capacidades histriónicas, a tal punto de que haría lobby para que mi personaje tuviera más participación a lo largo de la historia. Los realizadores de la serie quedarían  más atónitos con mi talento innato, más teniendo en cuenta que no tengo ninguna formación actoral, y me comenzarían a llamar para otras producciones. Mis personajes generarían gran recordación en el público y poco a poco me encargaría de labrarme un camino como actor reconocido. Sería cuestión de tiempo para que comenzara a hacer cine y finalmente mis innegables aptitudes serían premiadas con un Óscar. La estatuilla en mis manos me infundiría valor para mirar con desprecio y altivez a quienes a lo largo de mi vida se han burlado de mi miseria.

Pero esos sueños se esfumaron. A las dos de la madrugada las encargadas de los extras me indicaron que me podía ir. Finalmente ya no participaría en una segunda escena. Ese fue mi debut y despedida en la pantalla chica.

( a los escasos lectores de mis post les pido me excusen por los errores de redacción, ortografía y demás. Escribo lo que me nace y poco me gusta revisar después lo que he redactado. Estos textos son más una terapia que otra cosa)