jueves, 27 de octubre de 2011

Demasiado tarde

Uno de los más graves problemas que padece Cali es la invasión de negocios de todo tipo en zonas eminentemente residenciales. Ese fenómeno obedece a la pobreza y al desempleo que empujan a muchas personas a emprender negocios por cuenta propia. Pero una cosa tener por vecino a alguien que montó una peluquería o una papelería, y otra muy distinta soportar en una zona residencial la molesta presencia de estancos, discotecas, moteles y prostíbulos. ¿Quién diablos tiene por qué aguantar que la tranquilidad de su hogar se vea perturbada por borrachos, escándalos, música a niveles estridentes, riñas y hasta escenas obscenas?

Es entendible que para un alcalde sea muy difícil controlar la proliferación de negocios en zonas residenciales  en una ciudad donde campean la pobreza y la falta de oportunidades. Pero lo que no es fácil de aceptar es que ese mismo Alcalde permitiera, durante sus cuatro años de gobierno, que tantos barrios tradicionales de Cali hoy se hayan convertido en zonas de tolerancia

Jorge Iván Ospina anuncia ahora, faltando dos meses para que abandone el cargo, algo que resulta obvio: la existencia de un cartel en Planeación Municipal que cambió fraudelentamente los usos de suelo en numerosas zonas de la ciudad con el fin de permitir en ellas el establecimiento de todo tipo de antros de mala muerte. Los funcionarios de Planeación incurrían en el ilícito a cambio de millonarias sumas. Y he allí la causa de que barrios  como el Limonar, El Peñón, etc, hoy sean las nuevas zonas rosa de Cali.

Que algo muy torcido estaba pasando con la adjudicación de licencias para establecer bares, grilles, tabernas y demás lupanares de mala muerte en zonas donde no estaba permitido, era algo que saltaba a vista. Y sin embargo el Alcalde en cuatro años de gobierno fue incapaz de ponerle coto a esta situación que hoy se convierte en una de las peores herencias que le deja a la ciudad. Muy bien que haya descubierto al cartel responsable de este caos.... pero debió hacerlo hace mucho tiempo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

¿Por quién votar?

Dentro de poco se sabrá quiénes tomarán las riendas del Valle del Cauca y su capital, Cali. Este 30 de octubre conoceremos si el Departamento continuará en las garras de la corrupción y el saqueo del erario público, dos males encarnados en la figura de Juan Carlos Martínez. En el orden departamental hay poco de dónde escoger: un abánico de candidatos grises que no generan mayor emoción. Todo está dado para que Hector Fabio Useche sea el elegido, lo cual resultaría nefasto porque él es la ficha del ex senador Martínez, ese cacique hoy preso por parapolítica que continúa manejando los hilos de la política vallecaucana tras las rejas y que dejó claras sus "convicciones" políticas al decir que a una alcaldía y una gobernación se le podía sacar más plata que a un embarque de cocaína. Si gana Useche, en el Palacio de San Francisco continuarán reinando las fuerzas  responsables del descenso en la categoría fiscal del Valle debido al maltrecho estado en que quedaron sus finanzas.

Si gana Useche, ganará el PIN, el Mío y demás espúreos movimientos que han reclutado en sus filas los peores excrementos de la política, llámese candidatos cuestionados a los que les retiraron o negaron el aval en otros partidos o simplemente herederos de los votos de parapolíticos. Con la victoria de Useche llegará al poder el responsable de que el Hospital Siquiátrico pasará de tener un superávit a quedar con serios problemas financieros. Pero el problema es que Useche no tiene  contendores. Sus rivales son grises personajillos representantes de los desteñidos partidos liberal y conservador que no parecen dar la talla para sacar al Valle de su postración. El partido Verde no existe. A este remedo de movimiento político poco le importó sacarle provechó al apoyo ciudadano que logró en las pasadas elecciones presidenciales; no buscó candidato propio ni a Alcaldía, ni a Gobernación, y terminó plegándose a movimientos políticos tradicionales. La tal Ola Verde resultó ser una insignificante onda que se esfumó en el mar de la política.

Para ganar la Alcaldía  el aspirante más opcionado parece ser Rodrigo Guerrero, un disidente del partido Conservador apoyado por poderosas élites económicas de la región y que se echó al bolsillo a importantes medios de comunicación. No me convence del todo, pero parece ser la mejor opción porque tampoco tiene contendores. Milton Castrillón, uno de sus rivales,  es un personaje oscuro cuyo nombre salió a relucir en el escándalo por la malversación del dinero del programa de cobertura educativa. Además la Procuraduría lo investiga porque supuestamente recibió sobornos de empresarios para hacerle una modificación al Pot que permitiera construir estaciones de gasolina en sitios donde no está autorizado. Y en cuanto a María Isabel Urrutia, queda la duda si el peso de manejar una ciudad no le quedará demasiado grande.

Cali necesita un buen alcalde que sea capaz de reducir las altos índices de homicidio que se registran en la Ciudad; que sea capaz de sacar a las megaobras del limbo en el que están porque se acabó la plata para financiarlas; que le dé una solución real a la pobreza y al desplazamiento, dos fenómenos que crecen desmesuradamente sin que se les ponga freno; pero sobre todo que le inyecte a los caleños una buena dosis de cultura ciudadana para desterrar la anarquía y la intolerancia que reinan en la ciudad.

Desafortunadamente no hay mucho de dónde escoger.