domingo, 29 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 14

Marta no le mentía a su amiga cuando decía que tener un hijo nunca había estado entre sus planes. Siempre había sido una muchacha moderna y liberada cuyo sueño era terminar una carrera, trabajar y convertirse en una mujer independiente. Un hijo sólo sería un estorbo para esos planes. Mas sin embargo ese proyecto de vida había pasado a un segundo plano desde que se había enamorado -¿o encaprichado?- con Fabio. Y para complicar más el panorama se había entregado a Oliverio Esguerra sin medir las consecuencias. No obstante, el abatimiento inicial que le produjo el conocer de su embarazo pronto se convirtió en esperanza de poder utilizar ese estado en su beneficio.

Días después de conocer la revelación se citó con su amante en una vieja cafetería contigua al motel donde consumaban sus encuentros amorosos.

_ ¿Para que me citó aquí, Marta? Ya le he dicho que no es recomendable que nos vean juntos - explicó Fabio mientras se arrellanaba en una de las sillas del local.
_ Ya me cansé Fabio. Ya me cansé de que nos veamos a escondidas. Ya me cansé de esta relación clandestino.
_ ¿Otra vez con lo mismo? Fijamos las reglas de juego de esta relación desde el principio y usted estuvo de acuerdo.
_ Pero me aburrí. Me aburrí de vivir escondida. Yo no quiero ser su amante toda la vida. Yo quiero que tengamos algo serio.
_ Hasta ahora hemos podido manejar las cosas bien. Hemos pasado buenos momentos. ¿Por qué quiere que nos compliques la vida?
_ ¿Usted me quiere Fabio? -Fabio no contestó y Marta insistió- ¿Por qué no me contesta? ¿me quiere sí o no?
_ Si no la quisiera no estaría con usted.
_ Entonces olvídese de mi hermana y hágamos una vida juntos...

Fabio se puso de pie.

_ Ya esta conversación la hemos tenido muchas veces y usted sabe cuál es mi posición. Si quiere que sigamos juntos va a ser en las mismas condiciones en las que estamos ahora. Y me voy. Tengo cosas que hacer.

Marta se levantó de la mesa y se asió al brazo de su amante.

_ ¿Qué está haciendo Marta? Alguien nos puede ver?
_ No me importa. Ya le dije que me cansé de que nos veamos a escondidas- En ese momento Marta besó con pasión a Fabio y esté la separó con brusquedad
_ ¿Se enloqueció o qué?
_ Olvídese de mi hermana y quédese conmigo.
_ Si va a seguir en ese plan lo mejor es que no nos volvamos a ver.

Lo que no sospechaban los amantes furtivos es que a lo lejos y a través del ventanal de la cafetería los observaba con mucha atención Ebelia, quien se encontraba en el lugar para comprar productos para su negocio. La morena no daba crédito a lo que veían sus ojos. Sin titubear, se decidió a alertar a su amiga Yolanda.

_ Y ese milagro que me vino a visitar Ebelia -señaló Yolanda. Ambas mujeres estaban sentadas en los muebles de la amplia sala de la casa Peláez- Cancino- ¿Y cómo está ese bebé? ¿Cuántos meses es que tiene?
_ Cuatro. Gracias a Dios todo está marchando muy bien. ¿Y usted cómo está? -contrapreguntó Ebelia con un semblante afligido.
_ Bien. Ajetreada con los preparativos del matrimonio. Mi vestido de novia ya casi está listo.
_ Yolanda, no me voy a poner con rodeos. Lo que le vengo a contar es muy grave.
_ ¡Me está asustando, Ebelia! ¿Qué pasó?

La morena dejó escapar un suspiro y continuó.

_ Mi mamá me aconsejó que no le dijera nada. Pero es que yo ya pasé por lo mismo y usted no merece seguir engañada.
_ ¡Dígame qué pasó Ebelia que ya me tiene nerviosa!
_ Esta mañana vi a Marta besándose con su novio-

El rostro de Yolanda no ocultó su sorpresa.

_ ¿Qué? Usted debe estar confundida.
_ No es una confusión. Yo estoy segura que eran ellos. Estaban en una cafetería a las afueras del pueblo.
_ No. Usted se confundió. Eso no puede ser.
_ Yolanda es comprensible que no me crea, pero le juró por lo más sagrado que lo que estoy diciendo es verdad.

Yolanda meneaba su cabeza expresando así el estado de negación en el que se hallaba sumida.

_ Es que no lo puedo creer. No lo puedo creer.
_ Yo no tengo necesidad de mentirle. Yo cuando los vi tampoco podía creer que fueran ellos. Pero le recalcó que le estoy diciendo toda la verdad. Mi consejo es que le pida explicaciones a su hermana y a su novio.



sábado, 28 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 13

_ ¿y entonces Marta? ¿Qué se supone que va a hacer ahora? -le preguntó Débora a su amiga a quien había invitado a su casa luego de salir del centro médico en el que Marta despejo sus dudas.
_ No sé. Ya le dije que embarazarme nunca estuvo en mis planes. La embarré Débora. Me deje llevar por un momento de placer y no medí las consecuencias.
_ Bueno, pero para esas embarradas la solución es muy sencilla. Aborte. Deshágase de ese bebé.
_  ¿Deshacerme?. No entiendo como puede hablar con tanta frialdad.
_ No me vaya a salir con moralismos ahora, usted que siempre ha sido de mente tan abierta. Yo conozco un sitio donde le pueden hacer el procedimiento de forma rápida y sin complicaciones. Sólo dígame cuándo vamos y listo.

Tras salir de la casa de su amiga Marta se dirigió a su propia casa. Su madre le preguntó cómo si había acudido a un médico y había averiguado cuál era la causa de su desvamecimiento. Marta le respondió inventándole una mentira. Días después Alicia, Yolanda y marta se encontraban nuevamente desayunando en la cocina de su amplia casa.

_ ¿Y cómo ha seguido de esa maluquera que tenía? - le preguntó Yolanda a su hermana.
_ Bien. El médico me dijo que no era nada para preocuparse.
_ Sí, ¿pero qué tiene exactamente? -insistió Yolanda.
_ Nada. Fue un desmayo producto de la fatiga, nada por qué hacer escándalo.
_ Bueno, cambiando de tema. Sabe mamá cuál es el último rumor que anda circulando por ahí -le preguntó Yolanda a su madré.
_ Yo no estoy para chismes mija.
_ Y ahora las lenguas viperinas de este pueblo qué se inventaron -inquirió con ironía Marta.
_ Dicen que el que anda metido en negocios de narcotráfico es el hijo de Arturo Esguerra. ¿Oliverio es que se llama?

Al oír ese nombre tanto Alicia como Marta se pusieron pálidas.

_ ¿Qué pasa? ¿Por qué se quedaron tan calladas? Ni que hubiera mencionado al diablo.
_ ¿Y quién dice eso? - preguntó Marta.
_ Todo el mundo lo dice. Ese tipo anda metido en el negocio de la hierba mugen. A mí se me hace muy raro que el heredero de la familia más rica de este pueblo termine enredado en esos negocios, pero bueno, la ambición humana es así. El que tiene poder y riqueza siempre quiere más y más.
_ La gente inventa mucha basura. Pero de ser cierto, no tendría nada de particular. Si hasta presidente financiado por el narcotráfico tenemos en este país - opinó Marta sin poder ocultar la sorpresa que le había generado conocer sobre aquel chisme.

Entretanto, Ebelia, que intentaba olvidar sus penurias trabajando en la peluquería propiedad de ella y de su madre, recibió en aquel local la visita de Eduardo.

_ Don pedro, ¿El corte lo quiere como siempre? - le preguntó Ebelia a una de sus clientes.
_ Ebelia
_ ¡¿Otra vez usted?! ¡No le he dejado muy claro que no quiero saber nada más de usted!
_ Deje de ser tan orgullosa y escúcheme. Tenemos que hablar.
_ ¡Lárguese de aquí!
_ Yo creo que mejor vengo después - anotó el cliente.
_ Vea lo que hace. Está molestando a mi clientela. Larguese de aquí- insistió Ebelia mientras sacaba a empellones a Eduardo del local.
_ Usted no puede tirar por la borda nuestra relación por un simple error.
_ Es increíble el cinismo de ustedes los hombres. Un simple error.
_ Todo fue una trampa de mi mamá. Usted me tiene que escuchar.
_ ¡Otra vez con el mismo cuento!

En ese instante el cliente que se encontraba dentro del local decidió marcharse.

_ ¡Don pedro, no se vaya! Mire lo que hace Eduardo. Ahora también me va a dejar sin clientela.
_ Usted me tiene que escuchar. Tiene que dejar que le explique.
_ O se va o le clavo estas tijeras en los ojos.
_ Bueno. ¿Qué pasa aquí? -preguntó la negra Berenice quien había acudido al lugar intrigada por el escándalo -joven, por favor, haga el favor de retirarse que aquí no queremos más escándalos.

Finalmente Eduardo decidió marcharse. Justo cuando iba rumbo a su trabajo recibió una llamada de su madre en su celular.

_ Aló.
_ Eduardo. No me vaya a colgar.
_ ¿Qué quiere mamá?
_ Hasta cuándo va a seguir con esa actitud tan infantil. Lleva semanas sin dirigirme la palabra.
_ Usted sabe perfectamente por qué.
_ Insiste en echarme la culpa a mí de sus errores.
_ Adiós mamá.
_ No me vaya a colgar. Es increíble que usted ponga a esa mujer por encima de su madre.
_ Es la mujer que yo amo y está esperando un hijo mío.
_ ¡ahh sí! Convénzase de una cosa. Ya se lo dije antes y se lo repito. Si usted fue capaz de serle infiel a esa mujer es porque no está tan enamorado de ella como pensaba. Y si ella no le perdonó esa infedelidad es porque seguramente ella tampoco está tan enamorada de usted. así de simple.

Eduardo decidió cortar la llamada.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 12

Había pasada alrededor de un mes después de que Marta se entregó a Oliverio Esguerra y la situación en casa de las Peláez Cancino era cada vez más tensionante. Ni Alicia, ni Yolanda entendían la extraña decisión de Marta de quedarse en el pueblo renunciando a sus estudios y a su vida en la capital. Con el pasar del tiempo cualquier situación en la que coincidían las tres mujeres desembocaba irremediablemente en una confrontación.

_ Definitivamente este país se llenó de mafiosos - opinó con amargura Yolanda mientras sostenía un periódico que estaba leyendo. Ella se encontraba desayunando en la cocina en compañía de su madre y su díscola hermana.
_ ¿Por qué lo dice mija? -preguntó la vieja Alicia.
_ Mire el periódico Mamá. El 80% de las noticias es sobre narcotraficantes. Y eso no es nada basta ver cómo este pueblo se ha llenado de esos personajes y también de viciosos -respondió Yolanda.
_  ¡Ay Mija, a mí me da tanto pesar de ver cómo la juventud se está perdiendo por ese maldito vicio! -se lamentó la vieja Alicia.
_ No veo cuál es el escándalo -interrumpió Marta- Consumir droga es una decisión personal de cada quién. Si de verdad quieren que este país no se llene de mafiosos, pues la solución es fácil: que legalicen la droga. Así el negocio deja de ser rentable.
_ Mija, habla como si consumir esa hierba fuera lo más normal del mundo. Esa hierba mata y envenena a los muchachos - replicó Alicia.
_ No pierda su tiempo Mamá. Queda claro que desde que se fue a estudiar a la capítal los principios morales de mi hermanita se volvieron muy flexibles- dijo Yolanda con tono de reproche.
_ Esas son las ventajas de salir de este pueblo mojigato y miserable y conocer el mundo, hermanita - contestó Marta.
_ Si este pueblo le parece tan mojigato y miserable ¿por qué insiste en quedarse aquí? ¿Qué es lo que la tiene amarrada?

Marta emitió una risita hipócrita y le contestó a su hermana.

_ ¿De verdad está tan intrigada, hermanita? No se preocupe que...

Marta no pudo continuar. Se había puesto de pie y de inmediato un mareo la hizo tambalear

_ ¿Qué le pasa Marta? -exclamó preocupada Alicia mientras intentaba sostener a su hija.
_ Me dio un mareo... Tengo ganas de vomitar...

Yolanda y su madre sólo se limitaron a intercambiar miradas de sorpresa.

_ ¿Y desde cuándo siente esos mareos? -le preguntó Débora a su amiga. Ambas se habían reunido como de costumbre en aquel viejo café.
_ Desde hace una o dos semanas.
_ Marta, ¿qué tal que esté embarazada?
_ Eso es lo que yo estoy sospechando.
_ Tiene que hacerse una prueba de embarazo... Y si llega a estar embarazada, ¿qué va a hacer?
_ No sé. Jamás ha estado en mis planes tener un hijo.
_ ¿Y ese hijo sería de su cuñado?
_ No sé.
_ ¡¿Cómo así que no sabe?!
_ Yo con Fabio siempre me he cuidado. Yo sospecho que podría ser de su amigo, Oliverio Esguerra.
_ ¡¿Usted no se cuidó cuando estuvo con Oliverio?!
_  Hable más pasito -dijo Marta tratando de reducir al máximo el volumen de su voz- Esa noche yo estaba muy tomada. Me deje llevar por el impulso y no me cuide.
_ Bueno pero no nos adelantemos a lo hechos. Primero debe ir al médico y salir de dudas. Y si llega a estar embaraza la solución es simple. Aborte y ya.

Ese mismo día Marta acudió a un galeno para confimar o descartar sus sospechas. Se hizo los exámenes de rigor que al final diagnosticaron que en efecto la mujer estaba encinta.








sábado, 21 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 11

Ese fin de semana Marta se aprestaba a acudir a la invitación que le había hecho su gran amiga Débora. Desde que había tomado la decisión de quedarse en el pueblo para sostener su romance clandestino con Fabio, la futura politóloga se había dedicado a a vivir una vida disipada de salidas que no podía justificar y rumba intensa y constante. Lejos estaba de imaginarse Marta que esa noche conocería a una persona que le daría un giro radical a su historia.

_ ¿Otra vez se va de rumba Marta? -le dijo la vieja Alicia a su hija quien ya estaba a punto de abrir la puerta para marcharse.
_ Sí Mamá. Otra vez.
_ Es el colmo. Desde que se le ocurrió esa estúpida idea de renunciar a sus estudios y quedarse aquí en el pueblo no ha hecho más que callejear y pasársela de fiesta en fiesta.
_ Yo ya estoy muy grandecita para esos sermones madre querida. Hace rato que cumplí la mayoría de edad y puedo hacer lo que me plazca.
_ No señora. No me salga con ese cuento. Mientras usted viva en esta casa  no puede hacer lo que se le venga en gana. Dígame qué le pasa Marta. Usted estaba tan entusiasmada con sus estudios, con su trabajo allá en la capital. ¿Por qué de un momento a otro le dio por tirar por la borda todo?.

Marta se dio media vuelta, miró fijamente a su madre y decidió responderle.

_ Ya le dijo que es una decisión temporal. Más adelante voy a retomar mis estudios y mi vida en la capital. Pero mientras tanto tengo razones poderosas para quedarme en este pueblo.
_ ¿Qué razones?
_ En su momento lo va a saber. Y me voy. Ya se me hizo tarde.
_ ¿A qué horas piensa llegar?

Marta no contestó y cerró la puerta antes de salir.

_ ¿Otra vez Marta y sus salidas Mamá? ¿Qué es lo que le está pasando a mi hermana? Se está comportando como si fuera una adolescente -opinó Yolanda quien había aparecido de improviso.
_ No sé. Se enloqueció completamente.
_ A mí esto me da muy mala espina. No sé por qué, pero me da pesíma espina.

El punto de encuentro de Marta y Débora era el bar más exclusivo del pueblo el cual según las malas lenguas pertenecía a personajes involucrados en negocios non sanctos.

_ ¿Qué le parece este lugar Marta? - le preguntó Débora a su amiga alzando la voz para hacerse entender en medio del bullicio reinante. Ambas habían tomado asiento en una de las mesas del sitio.
_ Agradable. No me imaginé que en este pueblo se pudiera encontrar un lugar así. Se parece a los que hay en la capital.
_ Es que la inversión de la hierba mugen se nota.
_ ¿Este sitio es de propiedad de algún mafioso o qué?
_ Más o menos... ¿Y qué? ¿Cómo va su coloquio amoroso con su cuñado?
_ Excelente amiga. Yo cada día siento que estoy más enamorada de ese hombre.
_ ¿Y hasta cuándo va a mantener ese romance oculto? ¿No le da miedo que su hermana empieza a sospechar?
_ Yo no sé Débora, pero yo no quiero seguir mi relación con Fabio a escondidas...

Un hombre interrumpió la charla con un "buenas noches". Era el amigo que Débora le iba a presentar a Marta.

_ Hola querido. Lo estábamos esperando -aseguró Débora mientras se ponía de pie y saludaba de beso al recién llegada- Ella es Marta, la amiga de la que le he hablado.
_ Mucho gusto. Marta -saludó ella extendiéndole su mano al desconocido- Cómo está.
_ ¿Qué cómo estoy? Pues muy intrigado por conocerla. Débora me ha hablado mucho de usted. Mucho gusto. Mi nombre es Oliverio Esguerra -se presentó el hombre mientras tomaba asiento - ¿Y qué desean tomar? Yo invitó.
_ Perdón mi curiosidad, ¿pero usted es de los esguerra...? -interrogó Marta
_ Sí. Yo soy hijo Arturo Esguerra.

Arturo Esguerra era un hombre muy conocido en La Esperanza. No era para menos siendo uno de los personajes más adinerados de ese pueblo. Desde joven se había dedicado a la ganadería, negocio que le había reportado jugosos dividendos.Su hijo, Oliverio Esguerra, no se distinguía por ser muy guapo, pero había algo en él que lo hacía atractivo para las mujeres. Quizás era su chequera. Quizás era su hombría la cual infundía respeto. Lo cierto es que Marta cayó en sus redes. Esa misma noche se entregó a ese hombre con la misma pasión con la que se entregaba a Fabio.

_ Ya acuéstese Mamá. Marta va a terminar llegando al amanecer como siempre que se encuentra con sus amigotes -le aconsejó Yolanda a la vieja Alicia.
_ ¿Usted por qué dice que le da mala espina la actitud que ha tomado su hermana?
_ No sé, es como una intuición. No me gustan las deciciones que ella está tomando. Pero es la vida de ella Mamá. Tampoco nos podemos atormentar por eso.

La vieja Alicia se había abstenido de mencionarlo, pero en ese mismo instante una mala corazonada no la dejaba estar tranquila. Sentía que algo muy grave y muy peligroso estaba a punto de torcer el destino de su familia.









miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 10

Ese mismo día Ebelia citó a su novio a su casa para pedirle explicaciones. Eduardo llegó a la casa de su prometida sin sospechar nada. Ella lo recibió con un parco saludo y lo invitó a la sala.

_ ¿Y para qué me necesitas con tanto afán, mi amor? -preguntó el novio lleno de inocencia.
_ Siéntese Eduardo. Necesito mostrarle esto -le explicó ebelia sosteniendo en la mano el cassette donde estaban grabadas las faenas amatorias del hombre. Él le hizo caso y se posó sobre el cómodo y viejo sofa.
_ ¿Qué es eso Ebelia?
_ Ya lo va a ver -advirtió la mujer con seriedad cortante. Seguidamente puso el cassete en el vhs. Y de inmediato las imágenes de la traición de Eduardo se proyectaron en la pantalla del televisor.
_ ¿Me quiere explicar qué significa esto?
_ ¿A usted quién le entregó esa grabación?
_ ¡Contésteme lo que le estoy preguntando! ¿Qué significa esto? -exigió Ebelia visiblemente indignada.
_ ¡Mi amor, esto tiene una explicación! ¡Es un mal entendido! -balbuceó el hombre parándose del sofa y tratando de calmar a Ebelia.
_ ¡Mal entendido! Usted me traiciona con quién sabe que mujerzuela y graba sus hazañas sexuales y todo es un malentendido.
_ Yo no grabe ese video... ES un malentendido... Me tendieron una trampa.
_ ¿Cómo así que una trampa?
_ Alguien grabó ese video simplemente para dañar nuestra relación. Esa mujer no significa nada. Fue un momento de debilidad -explicó el hombre con la voz temblorosa por el nerviosismo.
_ ¡Usted es un desgraciado Eduardo! ¿Cómo me hizo esto? ¿Cómo fue capaz de traicionarme con esa mujer? -exclamó Ebelia presa de la alteración. Eduardo la tomó de los brazos, pero ella lo alejó con violencia.
_ ¡No me toque! ¡Usted es un cerdo! ¡Es igual a todos los hombres!
_ Esto es una trampa. Yo estoy seguro que la que está detrás de esto es mi mamá.

La reacción de Ebelia frente a esa afirmación fue abofetear a Eduardo.

_ ¡Infeliz! ¡Ahora le va a echar la culpa a su mamá de las cagadas que usted hace! ¡Poco hombre! Lárguese de mi casa. Yo no quiero volver a saber de usted. Olvídese de mí y de este hijo que estoy esperando -sentenció Ebelia mientras sacaba a empellones al hombre que la había traicionado.

Lo que no sabía Ebelia era que a Eduardo le asistía la razón. En efecto, la señora Prudencia estaba detrás de la aparición del misterioso cassette. La maquiavélica mujer había contratado una prostituta para que sedujera a su hijo hasta llevarlo a la cama. El encuentro sexual había sido grabado para que sirviera como prueba de la traición de EDuardo. Prudencia estaba segura que ese video erótico haría trizas la relación entre su hijo y aquella mujer morena a la que tanto despreciaba. El Mismo día en que el material fílmico había llegado a manos de Ebelia, Prudencia debía entregarle la mitad faltante del dinero que le había prometido a la meretriz por sus servicios.

_ Entonces me garantiza que esa mujer recibió hoy mismo el video -le preguntó Prudencia a Astarté, así se llamaba la prostituta. Se habían encontrado en un viejo café situado en uno de los barrios más marginales del pueblo.
_ Por supuesto señora. Hoy mismo su nuera se va a enterar de las andanzas de su hijo.
_ Esa mujer no es mi nuera. Si Dios me lo permite hoy mismo la  relación entre mi hijo y ella se va a acabar para siempre.
_ ¿Le puedo hacer una pregunta indiscreta? ¿Por qué odia tanto a esa mujer?
_ Eso es algo que no es de su incumbencia. Tengo mis razones... Bueno, a lo que vinimos... Aquí está la mitad que faltaba del pago que habíamos acordado. Espero que sus servicios sean verdaderamente efectivos.
_ Delo por un hecho señora. Dudo mucho que esa mujer le perdone a su hijo una cosa así. Aunque nunca faltan las mujeres bobas que perdonan por amor cualquier cosa.
_ Espero que sus servicios hayan sido efectivos... Y me voy... No me siento cómoda en este lugar.

sábado, 14 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 9

Los encuentros clandestinos entre Fabio y Marta se harían comunes luego de que ésta confesará los sentimientos hacia su cuñado. Para evitar sospechas, se citaban en un motel a las afueras del pueblo confiando en que así ningún conocido se diera cuenta de sus andanzas. Cada uno llegaba al lugar por separado. Luego, cuando se reunían en la habitación alquilada, dejaban que la pasión apresada en lo más interior de su ser y contenida por su conciencia, se desbordara en una avalancha de besos, caricias,fuertes abrazos, penetraciones y eyaculaciones. Un buen día y tras concluida la faena oratoria, Marta le lanzó a su amante una propuesta bastante atrevida.

_ Esto que estamos haciendo no está bien. Yolanda no se merece que la engañamos -se lamentó Fabio mientras yacía abrazado y desnudo en la cama junto a Marta.
_ ¿Es necesario que la mencione a ella en este momento? -se quejó la futura politóloga mientras recostaba su sien en el pecho de Fabio.
_ Lo mejor es que no nos veamos más. Este pueblo es muy pequeño. Todos se conocen con todos y en cualquier momento alguien nos puede descubrir.
_ A mí no me pida eso -dijo Marta incorporándose de la cama- Yo necesito estar a su lado.
_ ¿Y lo que sienta su hermana no le importa?
_ Ella no se tiene por qué enterar de nada... y si tengo que ser sincera le tengo que confesar que aunque me duela lo que le estoy haciendo a mi hermana, no me arrepiento porque yo estoy enamorada de usted.
_ ¿Cómo puede enamorarse una persona de otra en un par de semanas?
_ ¿Qué siente usted por mí Fabio? -Cuestionó Marta intrigada. Su acompañante guardó silencio frente a lo cual decidió insistir: ¡¿Contésteme?! ¿Siente algo por mí y simplemente soy una aventura?

Fabio se sentó en el lecho amoroso para contestar.

_ ¡Usted me gusta Marta! Pero a su hermana también la quiero. Por eso me voy a casar con ella.
_ Dígame honestamente, ¿qué le ve a mi hermana? Ella es tan poca cosa para usted.
_ ¿Cómo puede hablar así de Yolanda?

En reacción a ese comentario Marta se aferró al cuerpo de su amado y le planteó una propuesta escandalosa.

_ Olvídese de ese matrimonio. Vámonos a vivir juntos. Quédese conmigo. Yo a usted lo necesito y le puedo asegurar que lo puedo hacer más feliz que mi hermana.

Mientras los cuñados consumaban su romance prohibido, Ebelia recibía en su casa una visita inesperada. Se trataba de un mensajero que le traía una extraña encomienda sin remitente. Ebelia abrió el misterioso paquete que resultó ser un videocassette. Desempolvó su viejo VHS y decidió observar la extraña cinta. Lo que vio la horrorizó. Se trataba de su amado Eduardo teniendo relaciones sexuales con otra mujer. Cuando la negra Berenice observó el material fílmico también se llenó de estupor.

_ ¿Quién es el que sale en ese video, mija?
_ ¡Mamá, ¿qué no es obvio?! ¡Es eduardo!- exclamó Ebelia entre sollozos. Berenice apagó el televisor.
_ ¿Quién le mandó eso mija?
_ No sé. Ese paquete no tenía remitente.
_ ¿Pero está seguro que es él?
_ ¡Claro mamá! Cómo no voy a reconocer al hombre con el que me voy a casar.
_ Pero mija no hay que sacar conjeturas. A lo mejor ese video lo grabaron antes de que él empezará su noviazgo con usted.
_ La fecha del video es de hace unos días Mamá. Ese video es reciente.
_ Tiene que hablar con Eduardo. Esto tiene que ser un malentendido- anotó Berenice con un tono con el que pretendía calmar a su indignada hija.
_ ¡Claro que voy a hablar con él! Ese infeliz me tiene que explicar qué significa este video.



miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 8

Tras confesarle a Fabio sus sentimientos Marta no tuvo problemas en superar el reto que le había impuesto su amiga Débora. Los encuentros entre ambos se volvieron frecuentes y cada vez más apasionados. Y cada vez que hacían el amor el uno se obsesionaba más con el otro. En el caso de Marta, pronto su aventura pasaría de ser simples momentos de efervescencia sexual para convertirse en un sentimiento más profundo.

_ Bueno Marta, ganó la apuesta. La felicitó. Batió un récord. Nunca pensé que llevaría a la cama a su cuñado tan rápido -selañó Débora a su amiga con quien se había reunido en el viejo café para comentar acerca de los últimos acontecimientos.
_ Eso es para que vea que para mí no hay imposibles cuando me propongo algo.
_ ¿Y qué tal es su cuñado como amante? ¿Sí valió la pena traicionar a su hermana?
_ Es maravilloso. Nunca había sentido lo que siento cuando estoy con él. Es un placer indescriptible. Ese hombre es una mezcla entre ternura y fuerza.
_ ¿Y será que la mustia de su hermana sí le aguantará el voltaje a tan buen amante? -preguntó con irónía Débora. Marta guardó silencio y adoptó un semblante como si estuviera avergonzada. Débora cambió de tema- Lástima que esa aventura se vaya a acabar tan pronto. A fin de cuentas usted en un par de días se tiene que devolver a la capital y todo va a quedar como un simple romance de vacaciones.
_ Yo no me voy a devolver a la capital. Me voy a quedar así.
_ ¿Y la universidad qué?
_ Voy a aplazar el semestre.
_ ¿Y por qué tomó ese decisión?
_ Lo que yo siento por Fabio es más que un capricho. Yo siento que me estoy enamorando de él. No puedo dejar de pensar en él.
_ ¿Eso qué significa? ¿Que le va a quitar el novio a su hermana?
_ Yo no sé que voy a hacer Débora. Pero por el momento no me pienso a alejar de Fabio. No creo que yo me siento bien por lo que estoy haciendo. Yo no soy una arpía como para alegrarme de lo que le estoy haciendo a mi hermana. Pero tampoco tengo la culpa de lo que estoy sintiendo por Fabio. En los sentimientos nadie manda.
_ ¡Tan trastornada la ha dejado ese hombre! ¡Vea pues! Ya me dio curiosidad. Tocará probar estar con él para ver si es verdad tanta belleza.
_ ¡No sea ridícula Débora! -exclamó Marta visiblemente molesta- Lo que le estoy contando no es por tomar del pelo. Yo estoy enamorada de ese hombre y voy a luchar por él.
_ No cree que se está tomando muy a pecho lo de la apuesta. A fin de cuentas estamos hablando del futuro esposo de su hermana.
_ Yo lo siento mucho por ella. Pero como ya le dije en los sentimientos nadie manda.
_ En fin Marta esas son sus decisiones. Yo en eso no me meto... Cambiando de tema, la invitó a rumbear este fin de semana. Le voy a presentar a una persona muy interesante.
_ ¿Quién?
_ Una personita que a lo mejor le ayuda a olvidar esa obsesión que tiene con el famoso Fabio. Ya lo va a conocer.

La vieja alicia y Yolanda no darían crédito a las palabras de Marta luego de que está les revelara que no pensaba regresar a la capital.

_ ¿Cómo así que no piensa volver a la capital? -inquirío alarmada Alicia.
_ Sí mamá. Voy a aplazar el semestre.
_¿Y por qué Marta? ¿Y la beca que se ganó? ¿Y el trabajo que tiene allá? -anotó Yolanda.
_ Sólo va a ser por este semestre. ¿O es que les fastidia que yo esté aquí.
_ ¿Y no hay riesgo de que pierda la beca? -insistió Yolanda.
_ No. No hay ningún problema con eso.
_ ¿Y qué se supone que va a ser aquí en este pueblo todo este tiempo? -preguntó Alicia.
_ Compartir con ustedes. Reencontrarme con mis raíces. Bueno me voy tengo una vuelta que hacer. estoy aquí a la hora del almuerzo- indicó Marta y se marchó de la casa de su familia. Aprovechando su ausencia Alicia y Yolanda compartieron sus impresiones sobre la decisión de Marta. "Su hermana se enloqueció", fue lo único que atinó a decir la vieja Alicia.



sábado, 7 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 7

Mientras la prejuiciosa Prudencia les hacía la guerra a Berenice y su hija Ebelio, sus vecinas, las Peláez Cancino, continuando llevando una vida aparentemente normal. Yolanda estaba concentrada en los preparativos de su boda, mientras que su hermana Marta parecía haber hecho muy buenas migas con Fabio. Los tres, Yolanda, Marta y Fabio, salían a divertirse con frecuencia, en el calor de esos encuentros se fue formando un estrecho vínculo entre la mujer llegada de la capital y el administrador de empresas. Habían pasado dos semanas desde la llegada de Marta a su pueblo natal y se aproximaba la fecha en que debía retornar a la capital a continuar con sus estudios. Hasta entonces la estudiante de ciencias políticas no se había atrevido a cumplir el desafío que le había planteado su amiga Débora. Pero pronto se le presentaría la oportunidad.

_ Cómo le parece mijito que Yolanda no está - le dijo la vieja Alicia a su yerno que había ido a visitarla.
_ La culpa es mía debí haber llamado antes para avisar que venía. ¿Y ella se demora?
_ Yo creo que sí. Fue a una cita médica.
_ ¡Qué raro! Ella no me había dicho nada -exclamó Fabio un poco extrañado.
_ No es nada grave mijo. Un chequeo de rutina.

En ese instante apareció Marta en escena.

_ ¡Hola cuñado! Qué rico tenerlo por acá.
_ Marta, ¿Cómo está?
_ Bien.
_ Vino a visitar a su hermana, pero ella está en el médico - le explicó la vieja Alicia a su hija.
_ Pues yo creo que vendré a visitarlas más tarde -indicó Fabio.
_ Fabio, aprovechando que está aquí, ¿Le puedo pedir un favor?
_ Claro. ¿Qué sería?
_ Me puede llevar al centro. Es que tengo una diligencia qué hacer.
_ ¡No sea aprovechada Marta! A lo mejor Fabio tiene algo qué hacer -increpó Alicia.
_ No hay ningún problema. Claro que la puedo arrimar.

 Ya a bordo del carro de Fabio, Marta sabía que era el momento de actuar.

_ ¿Y qué tiene qué hacer en el centro?
_ Necesito averiguar un libro que quiero comprar.
_ ¿Un libro sobre su carrera?
_ Sí -contestó Marta sonriéndole socarronamente a su acompañante.
_ Y cuénteme futura politóloga ¿qué piensa de la situación actual del país?
_ ¿Qué pienso? Que estamos muy mal. Este es un país de derecha, un país desigual donde el poder económico recae en una pocas familias. La mayoría de las riquezas se concentran en unos pocos, mientras la gran mayoría no tiene oportunidades de hacer nada ni de salir adelante. Y hace se le suma el problemita del comercio ilegal de la famosa hierba Mugen. Hoy en día los que trafican con ese narcótico son los que tienen el poder en este país.
_ ¿Usted es de izquierda?
_ No me gustan esas etiquetas, simplemente soy una mujer crítica con la realidad política de este país.
_ Pues yo sí pienso que si unos pocos acumulan toda la riqueza de este país es porque han trabajado mucho para estar donde están. La pobreza es más una cuestión de mentalidad. Los pobres se han acostumbrado a ser pobres y que todo se lo den gratis y por eso no salen, ni quieren salir de esa condición.
_ Pues en parte usted tiene razón. En este mundo no se puede ver todo blanco y negro. Siempre hay que mirar las tonalidades de grises.
_ En lo que sí estoy de acuerdo con usted es que la hierba Mugen nos tiene jodidos. Este pueblo tan pacífico se ha llenado de gente dedicada a ese negocio. Eso se nota a leguas. Y a propósito, ¿Usted qué opina de la legalización de las drogad? Cree que esa sea la solución.
_ Yo en ese aspecto soy muy de mente abierta. Sí estoy de acuerdo. Me parece que esa es una elección personal que se debe respetar. Y antes de que me pregunte también estoy de acuerdo con el aborto y la eutanasia. ¿Y usted qué opina de la legalización?
_ Pienso que puede ser una solución. Pero yo he sido testigo de cómo mucha gente ha acabado con su vida por culpa de la droga.
_ ¿Usted nunca ha probado la hierba Mugen?
_ No. ¿Usted sí? -preguntó Fabio con irónía.
_ Pues corriendo el riesgo de que se escandalice, le contestó que sí, la he probado un par de veces. Es que sabe una cosa a mi me gusta experimentar con cosas que me produzcan placer -reveló Marta adoptando cierto tono de sensualidad en su voz.
_ ¿Ahh sí? ¿Y qué se siente probar esa hierba?
_ Se siente un placer que no se puede describir, un placer casi sexual -respondió Marta mientras agarraba el muslo derecho de su futuro cuñado.
_ ¡¿Que está haciendo Marta?! -exclamó Fabio contrariado.
_ ¡Perdóneme! -dijo Marta mientras se llevaba las manos a su propio regazo- Fue un impulso. Hágamos de cuenta que no pasó nada.
_ Pero es que sí pasó. ¿Qué significa esto?
_ Es muy obvio lo que significa. Usted me gusta Fabio. Me gusta desde el primer instante en que lo vi.

En ese momento el hombre al volante paró la marcha y buscó dónde parquearse.

_ ¿Cómo me dice eso? Yo soy el novio de su hermana.
_ Eso yo lo sé. Pero no lo puedo evitar. Uno en los sentimientos no manda. Y usted me gusta. Yo sé que está mal, pero es algo que escapa de mi control.
_ ¿Usted le ha dicho a alguien sobre eso?
_ No. Usted es la primera persona a la que le confieso esto.

Fabio no pudo hacer más que quedarse en silencio anodadado por semejantes revelaciones.

_ Pero no se enrede la cabeza Fabio. Haga de cuenta que yo no le dije nada. Es más déjeme aquí, yo me bajo del carro y hago de cuenta que nada ha pasado -sentenció Marta simulando una gran indignación y aprestándose a abandonar el vehículo. Sin embargo Fabio se lo impidió.
_ Espere Marta... Marta usted también me gusta...

Después de un prolongado silencio Marta y Fabio se fundieron en un apasionado beso

miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 6

Sin tapujos Marta aceptó el reto de su amiga débora. No podía dejar de atribuirle algo de razón a sus palabras; la idea de seducir al prometido de su hermana era muy tentadora, la llenaba de adrenalina. Y es que la excitación que Fabio le provocaba era ya imposible de ocultar. Le hacía nervir la sangre, le hacía trepidar las venas. Esa noche la díscola Marta sonó que aquel hombre tan suculento la poseía, la hacía suya. Sentía el calor de sus brazos rodeándolo con una mezcla de fuerza, vigor y ternura. Sentía su miembro caliente introduciéndose hasta lo más profundo de su ser. Ese hombre había logrado poner a sus hormonas en un estado de ebullición y efervescencia fabuloso. Sí. Estaba decidida. Lo iba a seducir e iba a consumar ese deseo que la embargaba.


Al día siguiente, las vecinas de los Peláez Cancino, la negra Berenice y su hija Ebelia, recibieron una desagradable visita. Sonó el timbre y presurosa Ebelia decidió averiguar quién era.

_ Otra vez usted señora. Creí haberle dicho muy claro que no la quería volver a ver por mi casa -le dijo Ebelia a su suegra, Prudencia.
_ Tenemos que hablar- contestó ésta. Acto seguido Ebelia intentó cerrar la puerta, pero la molesta visitante se lo impidió.
_ ¿A qué vino señora?
_ ¿Como que a qué? Pues a exigirle por enésima vez que deje en paz a mi hijo, que se olvide de esa idea absurdo de casarse con él.
_ Pues perdió su tiempo porque esa decisión no tiene reversa.

Intrigada por la discusión la negra Berenice se acercó a la puerta.

_ ¿Qué se le ofrece señora? -dijo.
_ ¡Qué bueno que están las dos! - anotó Prudencia- Ustedes tienen que entrar en razón, tienen que darse cuenta de que ese matrimonio es una locura. Mi familia y la de ustedes es muy diferente.
_ ¡Ay señora! Hoy no amanecí con ganas de oír sus estupideces -aseguró Ebelia con vehemencia.
_ Aquí la única estupidez es ese matrimonio. A mi no me tiene que engañar. Usted sólo busca escalar posiciones sociales. Usted sólo quiere a mi hijo por su plata.
_ Señora haga el favor de retirarse, ¿Sí? -interrumpió Berenice.
_ ¿Cuánta plata quiere para dejar a mi hijo en paz? Porque al fin de cuentas eso es lo único que le interesa a usted, la plata. ¿Cuánto quiere para dejar a mi hijo en paz?
_ Se equivoca señora. A mi no me interesa la plata. Yo no soy como usted. Y no pierda su tiempo que el amor que yo siento por su hijo es tan grande que ni todo el oro del mundo yo renunciaría a él.
_ No sea tan cursi y tan ridícula. Y sobre todo tan hipócrita. Usted creyó que se ganó la lotería conociendo a mi hijo. Pero mírese. Usted es muy poca cosa para él. Usted pertenece a una raza inferior -afirmó Prudencia pronunciando cada palabra con evidente rabia.

En ese instante Berenice se situó en frente de Prudencia.

_ Yo no voy a permitir que maltrata a mi hija. Usted no es más que una vieja amargada, elitista. Deja a su hijo vivir su vida y tomar sus propias decisiones que él ya está muy grande para eso.
_ Vuelvo y les repito, ¿Cuánta plata quieren par de marronas infelices?

La cólera se apoderó de Berenice y movida por ella terminó abofeteando a la inoportuna visitante.

_ Maldita negra -masculló Prudencia tocándose la mejilla- como se atrevió a ponerme sus cochinas manos encima.
_ Usted se lo buscó paliducha asquerosa. Vaya más bien y consígase un macho que le haga el favorcito, se nota que es eso lo que le hace falta.
_ Esta va a ser mi última adevertencia par de mojones. Ni crean que se les va a arreglar la vida a costa de mi fortuna. Yo voy a hacer todo lo que esté en mis manos para evitar que mi hijo cometa la estupidez de enredarse con una mujerzuela.
_ Nada de lo que haga le va a funcionar. Señora. Hay algo que nos va a unir a su hijo y a mí para siempre. Yo estoy embarazado de Eduardo. Sí señora. La felicito. Va a ser abuela -confesó Ebelia con alegre ironía.
_ Eso no puede ser verdad. Se embarazó para amarrarlo. Eso tiene que ser una mentira.
_ Es verdad señora. Tengo dos meses de embarazo. Así que además del regalo de matrimonio, vaya preparando el regalito para mi bebé.
_ ¿Quién sabe de quién sera hijo ese bastardo? Debe ser de alguno de los negros con los que se revuelva.

La ira de Berenice estalló

_ ¡Lárguese señora antes que la encienda a golpes!
_ No crean que ganaron la partida par de mojonas. Yo no me creo el cuento del supuesto embarazo. Y menos creo que pueda ser de mi hijo. Van a saber de mí. Y usted, negra, se va a arrepentir toda su vida de haber puesto sus ojos en mi hijo -alegó Prudencia y acto seguido emprendió la marcha.
_ ¡Hasta nunca paliducha amargada! -dijo Berenice.

Finalmente madre e hijo se fundieron en un abrazo mientras observaban a Prudencia alejarse.


martes, 3 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 5

Pasaron los días y Marta fue congeniando cada vez más con el futuro esposo de su hermana. Salieron un par de veces los tres a bailar en el bar más reputado del pueblo y en esos espacios de esparcimiento se hizo cada vez más latente la atracción mutua entre la estudiante de ciencias políticas y el administrador de empresas. Yolanda en ese momento no sospechaba nada. No vislumbraba la seguidilla de situaciones terribles que iban a cambiar su destino.

_ Sí, me gusta en ese hombre Débora. No lo puedo ocultar -le confesó Marta a su entrañable amiga. Como de costumbre se habían citado en el viejo café para dar rienda sueltas a las verdades que a otros les ocultaban.
_ ¿Y él le corresponde? Digo, ¿le ha dado algún indicio de que sienta lo mismo por usted?

Con la vista perdida en algún punto indefinido Marta Procedió a responder:

_ A veces me da la impresión que sí. Hay algo en su mirada que me da a entender que yo le muevo el piso.
_ ¿Y su hermana no se ha dado cuenta?
_ Pues yo por mi parte he tratado de que las cosas no sean tan evidentes....
_ O lo mejor su hermana es tan caída del zarzo que no se ha dado cuenta de nada- aseveró Débora. Acto seguido hizo una pausa y reanudó la convesación- ¿Y usted qué piensa hacer?
_ ¿Qué pienso hacer de qué? - contestó Marta fijando la mirada en su interlocutora.
_¡Pues sí! Se está sintiendo atraído por el prometido de su hermana. ¿Qué va a hacer? ¿Va a reprimir sus sentimientos o va darle rienda suelta a sus deseos?
_ ¿Me está insinuando que tenga algo con él? ¿Que lo obligue a traicionar a mi hermana?
_ En esta vida nadie obliga nada a nadie. Si el siento lo mismo que usted siente por él. Pues, como dice el dicho, dénle vuelo a la hilacha. Dénle gusto al cuerpo.
_ Yo no podría hacerlo eso a Marta...
_ ¿Y acaso ella se tiene que enterar? Va a ser una aventurilla secreto. Y quién quita que le termine haciendo un favor a su hermana. Si ese tipo es capaz de traicionarla con usted entonces no le conviene.
_ ¡Qué mente tan cochambrosa tiene usted, débora! Qué ideas tan retorcidas -afirmó Marta meneando la cabeza de manera irónica.
_ En esta vida hay que aprovechar las oportunidades que a uno se le presentan. Si el tipo es tan buen partido como dicen y también está interesado por usted, pues aproveche... ¿No le parece que la idea es muy tentadora? Esas aventuras clandestinas son excitantes...

Ambas quedaron en silencio como si la proposición de Débora hubiera calado en Marta y está la estuviera digiriendo, sopesando los pros y contras de semejante acto tan ruiz.

_ ¿Qué le parece si apostamos? -sentenció la amiga de la futura polítóloga rompiendo así el silencio.
_ ¡¿Qué?!
_ Apostemos. ¿Sería capaz de llevarse a la cama a su futuro cuñado?