miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 10

Ese mismo día Ebelia citó a su novio a su casa para pedirle explicaciones. Eduardo llegó a la casa de su prometida sin sospechar nada. Ella lo recibió con un parco saludo y lo invitó a la sala.

_ ¿Y para qué me necesitas con tanto afán, mi amor? -preguntó el novio lleno de inocencia.
_ Siéntese Eduardo. Necesito mostrarle esto -le explicó ebelia sosteniendo en la mano el cassette donde estaban grabadas las faenas amatorias del hombre. Él le hizo caso y se posó sobre el cómodo y viejo sofa.
_ ¿Qué es eso Ebelia?
_ Ya lo va a ver -advirtió la mujer con seriedad cortante. Seguidamente puso el cassete en el vhs. Y de inmediato las imágenes de la traición de Eduardo se proyectaron en la pantalla del televisor.
_ ¿Me quiere explicar qué significa esto?
_ ¿A usted quién le entregó esa grabación?
_ ¡Contésteme lo que le estoy preguntando! ¿Qué significa esto? -exigió Ebelia visiblemente indignada.
_ ¡Mi amor, esto tiene una explicación! ¡Es un mal entendido! -balbuceó el hombre parándose del sofa y tratando de calmar a Ebelia.
_ ¡Mal entendido! Usted me traiciona con quién sabe que mujerzuela y graba sus hazañas sexuales y todo es un malentendido.
_ Yo no grabe ese video... ES un malentendido... Me tendieron una trampa.
_ ¿Cómo así que una trampa?
_ Alguien grabó ese video simplemente para dañar nuestra relación. Esa mujer no significa nada. Fue un momento de debilidad -explicó el hombre con la voz temblorosa por el nerviosismo.
_ ¡Usted es un desgraciado Eduardo! ¿Cómo me hizo esto? ¿Cómo fue capaz de traicionarme con esa mujer? -exclamó Ebelia presa de la alteración. Eduardo la tomó de los brazos, pero ella lo alejó con violencia.
_ ¡No me toque! ¡Usted es un cerdo! ¡Es igual a todos los hombres!
_ Esto es una trampa. Yo estoy seguro que la que está detrás de esto es mi mamá.

La reacción de Ebelia frente a esa afirmación fue abofetear a Eduardo.

_ ¡Infeliz! ¡Ahora le va a echar la culpa a su mamá de las cagadas que usted hace! ¡Poco hombre! Lárguese de mi casa. Yo no quiero volver a saber de usted. Olvídese de mí y de este hijo que estoy esperando -sentenció Ebelia mientras sacaba a empellones al hombre que la había traicionado.

Lo que no sabía Ebelia era que a Eduardo le asistía la razón. En efecto, la señora Prudencia estaba detrás de la aparición del misterioso cassette. La maquiavélica mujer había contratado una prostituta para que sedujera a su hijo hasta llevarlo a la cama. El encuentro sexual había sido grabado para que sirviera como prueba de la traición de EDuardo. Prudencia estaba segura que ese video erótico haría trizas la relación entre su hijo y aquella mujer morena a la que tanto despreciaba. El Mismo día en que el material fílmico había llegado a manos de Ebelia, Prudencia debía entregarle la mitad faltante del dinero que le había prometido a la meretriz por sus servicios.

_ Entonces me garantiza que esa mujer recibió hoy mismo el video -le preguntó Prudencia a Astarté, así se llamaba la prostituta. Se habían encontrado en un viejo café situado en uno de los barrios más marginales del pueblo.
_ Por supuesto señora. Hoy mismo su nuera se va a enterar de las andanzas de su hijo.
_ Esa mujer no es mi nuera. Si Dios me lo permite hoy mismo la  relación entre mi hijo y ella se va a acabar para siempre.
_ ¿Le puedo hacer una pregunta indiscreta? ¿Por qué odia tanto a esa mujer?
_ Eso es algo que no es de su incumbencia. Tengo mis razones... Bueno, a lo que vinimos... Aquí está la mitad que faltaba del pago que habíamos acordado. Espero que sus servicios sean verdaderamente efectivos.
_ Delo por un hecho señora. Dudo mucho que esa mujer le perdone a su hijo una cosa así. Aunque nunca faltan las mujeres bobas que perdonan por amor cualquier cosa.
_ Espero que sus servicios hayan sido efectivos... Y me voy... No me siento cómoda en este lugar.

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