sábado, 7 de noviembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 7

Mientras la prejuiciosa Prudencia les hacía la guerra a Berenice y su hija Ebelio, sus vecinas, las Peláez Cancino, continuando llevando una vida aparentemente normal. Yolanda estaba concentrada en los preparativos de su boda, mientras que su hermana Marta parecía haber hecho muy buenas migas con Fabio. Los tres, Yolanda, Marta y Fabio, salían a divertirse con frecuencia, en el calor de esos encuentros se fue formando un estrecho vínculo entre la mujer llegada de la capital y el administrador de empresas. Habían pasado dos semanas desde la llegada de Marta a su pueblo natal y se aproximaba la fecha en que debía retornar a la capital a continuar con sus estudios. Hasta entonces la estudiante de ciencias políticas no se había atrevido a cumplir el desafío que le había planteado su amiga Débora. Pero pronto se le presentaría la oportunidad.

_ Cómo le parece mijito que Yolanda no está - le dijo la vieja Alicia a su yerno que había ido a visitarla.
_ La culpa es mía debí haber llamado antes para avisar que venía. ¿Y ella se demora?
_ Yo creo que sí. Fue a una cita médica.
_ ¡Qué raro! Ella no me había dicho nada -exclamó Fabio un poco extrañado.
_ No es nada grave mijo. Un chequeo de rutina.

En ese instante apareció Marta en escena.

_ ¡Hola cuñado! Qué rico tenerlo por acá.
_ Marta, ¿Cómo está?
_ Bien.
_ Vino a visitar a su hermana, pero ella está en el médico - le explicó la vieja Alicia a su hija.
_ Pues yo creo que vendré a visitarlas más tarde -indicó Fabio.
_ Fabio, aprovechando que está aquí, ¿Le puedo pedir un favor?
_ Claro. ¿Qué sería?
_ Me puede llevar al centro. Es que tengo una diligencia qué hacer.
_ ¡No sea aprovechada Marta! A lo mejor Fabio tiene algo qué hacer -increpó Alicia.
_ No hay ningún problema. Claro que la puedo arrimar.

 Ya a bordo del carro de Fabio, Marta sabía que era el momento de actuar.

_ ¿Y qué tiene qué hacer en el centro?
_ Necesito averiguar un libro que quiero comprar.
_ ¿Un libro sobre su carrera?
_ Sí -contestó Marta sonriéndole socarronamente a su acompañante.
_ Y cuénteme futura politóloga ¿qué piensa de la situación actual del país?
_ ¿Qué pienso? Que estamos muy mal. Este es un país de derecha, un país desigual donde el poder económico recae en una pocas familias. La mayoría de las riquezas se concentran en unos pocos, mientras la gran mayoría no tiene oportunidades de hacer nada ni de salir adelante. Y hace se le suma el problemita del comercio ilegal de la famosa hierba Mugen. Hoy en día los que trafican con ese narcótico son los que tienen el poder en este país.
_ ¿Usted es de izquierda?
_ No me gustan esas etiquetas, simplemente soy una mujer crítica con la realidad política de este país.
_ Pues yo sí pienso que si unos pocos acumulan toda la riqueza de este país es porque han trabajado mucho para estar donde están. La pobreza es más una cuestión de mentalidad. Los pobres se han acostumbrado a ser pobres y que todo se lo den gratis y por eso no salen, ni quieren salir de esa condición.
_ Pues en parte usted tiene razón. En este mundo no se puede ver todo blanco y negro. Siempre hay que mirar las tonalidades de grises.
_ En lo que sí estoy de acuerdo con usted es que la hierba Mugen nos tiene jodidos. Este pueblo tan pacífico se ha llenado de gente dedicada a ese negocio. Eso se nota a leguas. Y a propósito, ¿Usted qué opina de la legalización de las drogad? Cree que esa sea la solución.
_ Yo en ese aspecto soy muy de mente abierta. Sí estoy de acuerdo. Me parece que esa es una elección personal que se debe respetar. Y antes de que me pregunte también estoy de acuerdo con el aborto y la eutanasia. ¿Y usted qué opina de la legalización?
_ Pienso que puede ser una solución. Pero yo he sido testigo de cómo mucha gente ha acabado con su vida por culpa de la droga.
_ ¿Usted nunca ha probado la hierba Mugen?
_ No. ¿Usted sí? -preguntó Fabio con irónía.
_ Pues corriendo el riesgo de que se escandalice, le contestó que sí, la he probado un par de veces. Es que sabe una cosa a mi me gusta experimentar con cosas que me produzcan placer -reveló Marta adoptando cierto tono de sensualidad en su voz.
_ ¿Ahh sí? ¿Y qué se siente probar esa hierba?
_ Se siente un placer que no se puede describir, un placer casi sexual -respondió Marta mientras agarraba el muslo derecho de su futuro cuñado.
_ ¡¿Que está haciendo Marta?! -exclamó Fabio contrariado.
_ ¡Perdóneme! -dijo Marta mientras se llevaba las manos a su propio regazo- Fue un impulso. Hágamos de cuenta que no pasó nada.
_ Pero es que sí pasó. ¿Qué significa esto?
_ Es muy obvio lo que significa. Usted me gusta Fabio. Me gusta desde el primer instante en que lo vi.

En ese momento el hombre al volante paró la marcha y buscó dónde parquearse.

_ ¿Cómo me dice eso? Yo soy el novio de su hermana.
_ Eso yo lo sé. Pero no lo puedo evitar. Uno en los sentimientos no manda. Y usted me gusta. Yo sé que está mal, pero es algo que escapa de mi control.
_ ¿Usted le ha dicho a alguien sobre eso?
_ No. Usted es la primera persona a la que le confieso esto.

Fabio no pudo hacer más que quedarse en silencio anodadado por semejantes revelaciones.

_ Pero no se enrede la cabeza Fabio. Haga de cuenta que yo no le dije nada. Es más déjeme aquí, yo me bajo del carro y hago de cuenta que nada ha pasado -sentenció Marta simulando una gran indignación y aprestándose a abandonar el vehículo. Sin embargo Fabio se lo impidió.
_ Espere Marta... Marta usted también me gusta...

Después de un prolongado silencio Marta y Fabio se fundieron en un apasionado beso

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