viernes, 25 de marzo de 2011

La injusticia

No basta con que una niña sea violada y sus dos hermanitos asesinados junto con ella. A lo mejor fueron testigos del abuso, y quien lo cometió los asesinó para no dejar testigos. El principal sospechoso es un subteniente del Ejército llamado Raúl Muños Linares, quien en juicio reconoció haber tenido "relaciones consentidas" con la niña. Ya de por sí es lo suficientemente asqueroso que un individuo cercano a cumplir los treinta, tenga "relaciones consentidas" con una niña de catorce años, así muchos, incluido el comandante del Ejército, traten de ver ese supuesto consentimiento como una justificación o un atenuante que libera al militar de culpas. Lo cierto es que a la niña la violaron y fue asesinada, pero no puede descansar tranquila. Extrañamente la defensa del militar se ha encargado de dilatar el proceso: cuatro cambios de abogado defensor en menos de cuatro meses y una denuncia grave: la defensa corre a cuenta de una intitución encargada de asistir jurídicamente a militares que en sus claúsulas prohíbe expresamente brindar sus servicios a uniformados en casos relacionados con abuso sexual. Aunque los portavoces de esa institución afirman que ésta sólo defiende a Muñoz Linares por el cargo de homicidio agravado, y no por la violación, una de las tantas abogadas del sujeto dijo lo contrario en una de las audiencias del juicio que se le sigue.

La última abogada intentó valerse de las dilaciones en el proceso para que su defendido saliera libre "por vencimiento de términos". Si Muños Linares es tan inocente, ¿por qué escapa al veredicto de la jueza, que supuestamente tendría que absolverlo, y recurre a ese perverso recurso jurídico para no someterse a la presentación de pruebas, a la confrontación de testimonios, al esclarecimiento de los hechos? La jueza que llevaba el caso denunció las maniobras dilatorias de la defensa y pidió sanciones al inútil Consejo Superior de la Judicatura. Días después la asesinan. Sopechoso. No nos apresuremos. La funcionaria no sólo tenía a su cargo el crimen de los niños; llevaba casos de rebelión, entre otros. No faltaron los desgraciados que le adjudicaron esa muerte a las guerrillas que la cometieron, según ellos,  para enlodar la imagen del Ejército. Los cínicos dicen que no hay que juzgar a priori, poner en el banquillo a la Fuerza Pública, hacer insinuaciones temerarias. De acuerdo. No sindiquemos sin pruebas a los militares, contemplemos todas las alternativas. Pero derechistas, no sean hipócritas, porque ustedes de hecho si juzgan a priori y dan por sentado que Muñoz Linares no tuvo nada qué ver en el asesinato de los niños, que todo es un complot contra el Ejército.

Abran su mente derechistas. No se cierren. Apelen a ese análisis de todas las posibilidades que pregonan. De pronto fueron las Farc, el ELN, cómo no, no hay que descartarlo... Pero de pronto fue el Ejército... de pronto la Fuerza Pública no es tan impoluta como ciegamente lo creen. De lo contrario no pidan que no se hagan sindicaciones, porque de hechos ustedes ya  tomaron partido y absolvieron a un tipo que, quizás, quién sabe, fue tan ruín de violar a una niña, y a una institución que, de pronto, a lo mejor, es tan ruín de tratar a toda costa que uno de sus hijos escape a las garras de la Justicia.

lunes, 21 de marzo de 2011

Los demonios

Firense llama demonios a todas aquellas fuerzas síquicas y anímicas que rigen su vida, sin que él pueda controlarlas.

El demonio vio: este demonio en realidad es una idea obsesiva, una pulsión o idea fija que aflora espontáneamente en la mente sin que se le pueda controlar. Es la pulsión de abusar sexualmente de una mujer. Firense es un ser con un profundo complejo de inferioridad que lo llevó a desear fervientemente ser atractivo para los hombres.Tan atractivo como para desatar una pasión sexual desenfrenada. Una violación sería la manifestación más palpable de ese deseo sexual exacerbado generado en un hombre. Pero el abuso sexual, la pasión desenfrenada nunca se dieron. Paulatinamente el deseo de violación se trasladó del propio Firense, a una mujer cercana a él. Él sospecha que tras esa extraña transmutación -pasar de querer ser víctima a ser dominado por la pulsión de volverse victimario- está la homofobia de su padre. Aquel hombre lo quiso forzar a volverse heterosexual, y la idea obsesiva es una consencuencia de esa presión insana.

El demonio que ama y odia a los pintas: es un demonio cíclico: por temporadas lleva a Firense a obsesionarse con los músculosos y desear llamar su atención; al no lograrlo, empieza a odiarlos ardorosamente. Luego ese demonio hiberna, se duerme sin desaparecer del todo, y la obsesión por los musculosos decrece. Es un obsesión molesta que hace sentir frívolo a Firense, pues no concibe que su mente pretenda dedicarse a una causa como amar y odiar a los musculosos, mientras existen otras razones de  más peso por las que luchar: motivos políticos, sociales, que no se manifiestan con la misma omnipotencia.

El demonio de la agresividad: este demonio tuvo un nacimiento claro: firense siempre fue un pusilánime pisoteado por todo el mundo. Tantas humillaciones generaron una profunda fustración y un deseo de revancha. Ahora Firense es un ser lleno de rabia, pero una rabia ciega incapaz de manifestarse plenamente, lo que la convierte en un sentimiento mezquino y venenoso. Ese demonio alimenta los deseos de violación, que no son más que una forma de violencia. Y empuja a Firense a abrasar doctrinas fascistas que propenden por la destrucción, la sangre y el aniquilamiento: es el deseo de masacrar un ladrón, un negro, un musculoso, todos subterfugios para tratar de liberar la ira acumulada.

El demonio del patetismo: es un demonio detestable que envuelve a Firense de un aire de torpeza y estupidez. Es el demonio del atolondrado que es incapaz de hacerle frente a un mundo sordido, del tonto cuya inocencia lo hizo caer en la trampa de bufones que lo ridiculizaron. Es el espíritu despistado que lo lleva a cruzar calles sin mirar a los lado, a tropezarse, a moverse torpemente, a abordar el bus equivocado, a extraviar plata, etc. Ese demonio alimentó decididamente al de la ira y agresividad.

El demonio de la pedofila: no hace falta explicarlo demasiado. Es la desagradable atracción sexual por niños que ha sentido Firense. Sentimiento que lo ha convencido de que es una forma de vida inviable con una mente trastornada que se ha convertido en caldo de cultivo de los sentimientos más innobles. Un error de la naturaleza, alguíen con algún trastorno fisiológico y químico en el cerebro que se ha agravado por traumas de infancia, inseguridades, desengaños, burlas. Una mente desfasada e inoperante.

Todos los demonios se alimentan entre sí en una simbiosis que ha convertido en caos la mente de Firense.

sábado, 19 de marzo de 2011

De nuevo el demonio adorador de la belleza.

Libio fue un jueves al sauna gay y no le fue muy bien por la soledad del sitio. Para desquitarse fue al día siguiente. Había más gente. Varios manes le 'pararon bolas' como se dice coloquialmente. Pero él se embelezó con un musculoso con dos pectorales que parecían tetas. Era alto, un portento, pero ignoró a Libio sistemáticamente. Ahí sobrevino la debacle. Hacía mucho tiempo que el joven había logrado escapar a la adoración de la belleza. Ignoraba a los musculosos, pero ahora ese lazo que los une a ellos -y que creía roto- apareció nuevamente. Ese resurgimiento abrió la puerta hacia la desesperación y la decepción. Cuando libio no está a merced de la adoración de la belleza, se siente un ser más sublime, más trascendental; un ente que logró superar la frivolidad humana y derrotar una de las fuerzas más poderosas: la que ejercen los cuerpos perfectos y musculosos. Al eludir esa atracción, se siente con autoridad para aplicar la filosofía según la cual los atributos físicos no son un rasero con el cual juzgar a la gente, ni características que hacen más valiosas a las personas. La belleza es un fenómeno aleatorio y como tal no debería ser el parangón con el cual escoger un posible, amor, amante, amigo, empleado, etc. Pero, por desgracia, en este mundo se impuso que la belleza, una 'cualidad' siempre asociada a la egolatría, la banalidad, el egoismo, es de hecho una de las grandes metas a las que aspira el ser humano y que aspira hallar en los demás.

Cuando libio siente que la atracción hacia los musculosos disminuye, logra superar su angustia y se siente un poco más valioso. Pero cuando la atracción renace, lo embarga una sensación de retroceso, de caer en el fango, de sentirse inferior por desear a seres que nunca le van a corresponder. Se siente otra vez invisible, insignificante, un cero a la izquierda que ruega porque el musculoso de turno le regale una mirada, Y eso no es vida. No es justo vivir sintiéndose como si se valiera menos que un bulto de mierda.

El demonio adorador de la belleza muere y renace constantemente. El deseo de libio es que esta vez el demonio hiberne nuevamente y le permita escapar un poco a la angustia de sentirse inferior. Porque no es vida caminar a todas horas, y soportar la arrogancia y el desprecio del musculoso que va en el MÍO, el que se quita la camisa en el gym improvisado del parque al que libio va a correr, etc. Ojalá algún día la vida les cobre a esos musculosos toda esa soberbia nacida de los atributos físicos que tan fantochemente exhiben. Ojalá el maldito demonio adorador de la belleza, desaparezca para siempre llevándose consigo el masoquismo de buscar desesperadamente la atención de quienes nunca la van a dar.

jueves, 17 de marzo de 2011

Maldita rutina

Siempre es lo mismo. De lunes a viernes todo se repite como un dejavú. Y cada fin de semana es igual al anterior. Entre semana me despierto y tomo el desayuno. Es una maldita tortura tener que madrugar. Entro al baño, salgo y mi mamá se enoja porque se me ha hecho tarde. Llego a la estación del MÍO. Está atestada y eso me produce asco. No sé de dónde sale tanta plebe; parecen cucarachas que emergen como batallones desde cualquier grieta. Los odio a todos, sean jóvenes o viejos; ricos o pobres; mujeres u hombres. Para mí todos son una sucia masa informe que atiborra los articulados. Espero. Frente a mí pasan varios buses repletos. Me subo a alguno que esté medianamente vacío, pero en cada estación suben más de esas cucarachas llenando hasta el más recóndito espacio. Todos los días lo mismo, la misma maldita secuencia: Caldas, Refugio, Pampalinda, Plaza de Toros, Unidad Deportiva, Lido, Tequendama, Estadio, Manzana del Saber, Santa Librada. A veces me bajo en San Pascual; debo hacer trasbordo del T47a al T31. Luego sigue la soporífera secuencia hasta llegar a la estación Piloto. En el infame trayecto no pasa nada. Ningún hombre me rastrilla; no encuentro al amor de vida; ningún terremoto altera el curso del articulado.

Nada pasa. Llego al trabajo. Rebusco en el periódico temas para molino. Me quemo el cerebro y me lleno de ansiedad tratando de buscar un tema que al jefe le guste. Procuro buscar temas godos. A las once de la mañana hay reunión. Me llenó de temor. Propongo temas, pero ninguna gusta. No he aprendido a "pensar", como dice el jefe. Me cohibó, pues no sé a que atenerme con un jefe godo con ciertos arrebatos socialistoides. Escribe el molino y me lleno de más ansiedad esperando a que el señor lo revise. Generalmente lo lee y empieza a lanzar alaridos de disgusto; otras veces no grita, pero igual destroza el molino. Me siento miserable. Es un texto tan pequeño, tan insinificantemente corto, y me lo destrozan. Mi trabajo es tan simple, tan inútil.

Nada pasa. Todo se repite. Paso inadvertido en un mundo se sombras que me ingoran, en un rompecabezas en que no encajo. Nada pasa. No me secuestra un extraterrestre. No me viola salvajemente un negro vergón en una esquina oscura. No ocurre un sismo que desplome los edificios donde viven los traquetos; los bares, estancos, grilles y discotecas donde se ahogan en licor los miserables; los gimnasios donde la asquerosa especie humana desfoga su vanidad; las invasiones en las lomas que han arrasado con el verde de las montañas.

Se repite una y otra vez la misma historia. Las aspas del molino empiezan a acercarse y me cercenan violentamente. Pero no siento dolor, sino aburrimiento, zozobra, desasosiego, decepción. No soporto la simpleza, no soporto lo predecible.

jueves, 10 de marzo de 2011

MÁLDITOS MOLINOSSSSSSSSS

Así redacte el maldito molino:
El invierno regresó con fuerza y el panorama de los Clopad de los municipios del Valle es preocupante.
Los organismos de socorro en La Unión no cuentan con radioteléfonos y linternas; y la Cruz Roja de Obando carece de una buena sede para atender una posible emergencia, sólo por nombrar unos ejemplos.
Esta situación demanda que el Gobierno Nacional agilice la entrega de recursos a los Cómites de Emergencia, pero es deber también de los Municipios que hagan su aporte para que éstos atiendan las emergencias con celeridad y eficiencia.
Las alcaldías, así como gastan dinero en publicidad y contratos millonarios, deben convertir a los Clopad en una prioridad y girarles los dineros que requieren.
Si bien la CVC y el Gobierno Nacional deben cumplir los compromisos adquiridos con esos comités, los principales responsables de su operación son los municipios.

Asi quedó tras la revisión de la editora:
Al Gobierno Nacional hay que pedirle que acelere las ayudas para que los organismos de socorro del Valle puedan enfrentar las posibles emergencias que se presenten durante el invierno.
Pero a quienes les corresponde responder por el buen funcionamiento y la dotación de los Comités Locales de Prevención y Atención de Desastres, Clopad, es a los municipios.
La situación lamentable en la que se encuentran estos organismos en localidades como La Unión, Yotoco, Obando y La Victoria, tiene que encontrar una solución.
Así como las alcaldías gastan dinero en hacerse publicidad y suscriben contratos millonarios, deben convertir a los Clopad en una prioridad y gestionar los recursos que requieren.
Si bien la Nación, el Departamento y entidades como la CVC deben cumplir los compromisos adquiridos, los primeros responsables de la operación de los comités locales de emergencia son los municipios.

Y éste es el resultado final, después de la revisión de el viejo hp:
Al Gobierno Nacional hay que pedirle que acelere las ayudas para que los organismos de socorro del Valle puedan enfrentar las posibles emergencias que se presenten durante el invierno.
Pero a quienes les corresponde responder por el buen funcionamiento y la dotación de los Comités Locales de Prevención y Atención de Desastres, Clopad, es a los municipios.
La situación lamentable en la que se encuentran estos organismos en localidades como La Unión, Yotoco, Obando y La Victoria, tiene que encontrar una solución.
Ante las calamidades a que están expuestas las comunidades del Valle, los alcaldes deben convertir a los Clopad en una prioridad y apoyarlos como se requiere.
Si bien la Nación, el Departamento y entidades como la CVC deben cumplir los compromisos adquiridos, los primeros responsables de la operación de los comités locales de emergencia son los municipios.

MALDITOS MOLINOS
MALDITOS MOLINOS
MALDITOS MOLINOS

martes, 8 de marzo de 2011

Otro molino más

Así lo escribí :
Mientras algunos sectores insisten en imponer a las malas un diálogo con las Farc, esta guerrilla no cesa de perpetrar actos de terror contra civiles.
Al asesinato de seis personas durante el robo del Banco Agrario en Caloto, Cauca, la destrucción de escuelas en Antioquia y la detonación de explosivos al paso de lanchas, se sumó el secuestro de 23 trabajadores de una multinacional petrolera en el Vichada.
22 de ellos recobraron su libertad gracias a la presión de las autoridades y ahora el reto es lograr la liberación del único empleado que quedó en poder de la guerrilla.
Ya es momento de que aquellos que promueven negociaciones con las Farc comprendan que esta organización perdió toda credibilidad ante la sociedad colombiana por sus abusos y crímenes.
Y que esa misma sociedad no acepta conversaciones de paz con las Farc mientras sigan secuestrando y torturando.

Y así quedó tras la revisión de Luguire:
Mientras algunos sectores insisten en imponerle al país un diálogo de paz con la guerrilla, las Farc siguen cometiendo actos de terror contra civiles.
Al asesinato de seis personas durante el robo del Banco Agrario en Caloto, Cauca, la destrucción de escuelas en Antioquia y la detonación de explosivos al paso de lanchas, se sumó el secuestro de 23 trabajadores de una petrolera en el departamento de Vichada.
Por fortuna, 22 de ellos recobraron su libertad gracias a la presión de las autoridades y ahora el reto es lograr la liberación del único empleado que quedó en poder de los secuestradores.
Ya es momento de que quienes promueven negociaciones con las Farc comprendan que mientras esa organización siga cometiendo secuestros, abusos y crímenes, dialogar será imposible.
Y que deben dirigirse a convencer a sus cabecillas de lo inútil que es el seguir pidiendo reconocimientos mientras asesinan colombianos

lunes, 7 de marzo de 2011

El pueblo y el hampa

El pueblo Cobia paulatinamente se empezó a llenar de hampones. Las mujeres no podían salir a las calles por miedo a ser violadas. Los robos eran continuos y cuando la gente no llevaba nada de valor, era vilmente asesinada. Todo las formas de la criminalidad se desplegaban impunemente por el villorio: narcotráfico, trata de blancas, desparición forzada, secuestros, atracos, asesinatos. El hampa era quien gobernaba y las autoridades legítimas estaban arrinconadas. Pero tarde o temprano los pueblos se cansan de esas satrapías y se alzan contra ellas. Un grupo de ciudadanos imbuidos de odio y deseo de venganza se armaron, derrocaron a las autoridades legítimas y se hicieron al poder con una sola consigna: acabar con la vida de todos los delincuentes.

Esa alzamiento ciudadano fue encabezado por Rodia. Él pretendía ser un adalid de la decencia, pero guardaba profundos secretos. Mas los supo encubrir lo bastante bien como para granjearse el apoyo del pueblo. "Hay que acabar con los hampones","Hay que hacerles sentir el mismo sufrimiento que nos inflingieron", "hay que torturarlos hasta que chillen como cerdos" y consignas semejantes salían de su garganta a cada instante. Mucha gente pensaba como él. Pensaba que el mundo se dividía en buenos y malos; en Rodia los malos habían cruzado los límites y habían sitiado a los buenos, y ,por ello, era necesario exterminarlos. Había que someterlos a terribles castigos y matarlos para que pagaran por lo que hicieron y comprendieran que su existencia sólo generaba caos en este mundo. Muchos querían torturarlos, no porque quisieran que escarmentaran, sino simplemente por verlos sufrir.

Y así fue: a Gladio, el violador, lo colgaron con un gancho en todo el centro del pueblo. Luego le cortaron su pene y dejaron que muriera desangrado. A Cuncio, un ladrón, le metieron las piernas en un aparato que las trituró. Era un espectáculo macabro ver cómo la extremidad se convertía en un caldo de huesos, cartílagos, músculos y tendones que se confundían con la sangre, mientras Cuncio lanzaba aterradores alaridos. A Lerio, el proxeneta, el mismo Rodia le dio muerte personalmente; su odio, resentimiento y amargura se materializaron en un chuchillo que empuñó con firmeza, para luego dirigirlo con violencia hacia las carnes del delincuente. Sintió un pacer inefable cuando el filoso instrumento se hundió en la humanidad de Lerio y le arrancó profundos gritos.

No faltaron quienes criticaron esos actos de salvajismo. "No podemos igualarnos a los delincuentes al combatirlos con sus mismos métodos... acaso esos actos de crueldad no nos vuelven iguales a ellos". Tenían razón: ni siquiera Rodia explicaba la paradoja de apelar a la crueldad y la sevicia para castigar la crueldad y la sevicia de otros, pues, a fin de cuentas, el que era capaz de cometer un crimen, así fuera por razones justas, no dejaba de ser un criminal capaz de asesinar, en un lapso de locura, incluso a un inocente. Pero el líder de la revolución rehuía a esos reatos de conciencia y siguió masacrando hasta que limpió al pueblo del hampa.

Un día Rodia apareció muerto. La gente no se explicaba por qué resolvió suicidarse, hasta que leyeron su diario. Habían en él cosas tan terribles, que prefirieron quemarlo y olvidar el asunto. Cobia es hoy un pueblo en paz. Su gente es sana y seguidora de las buenas costumbres. Y a veces para divertirse un poco, se dirigen a la plaza del pueblo y disfrutan viendo como desmenbran con una motosierra a algún ratero que se atreva a corromper el estado de paz que los embarga.