lunes, 21 de marzo de 2011

Los demonios

Firense llama demonios a todas aquellas fuerzas síquicas y anímicas que rigen su vida, sin que él pueda controlarlas.

El demonio vio: este demonio en realidad es una idea obsesiva, una pulsión o idea fija que aflora espontáneamente en la mente sin que se le pueda controlar. Es la pulsión de abusar sexualmente de una mujer. Firense es un ser con un profundo complejo de inferioridad que lo llevó a desear fervientemente ser atractivo para los hombres.Tan atractivo como para desatar una pasión sexual desenfrenada. Una violación sería la manifestación más palpable de ese deseo sexual exacerbado generado en un hombre. Pero el abuso sexual, la pasión desenfrenada nunca se dieron. Paulatinamente el deseo de violación se trasladó del propio Firense, a una mujer cercana a él. Él sospecha que tras esa extraña transmutación -pasar de querer ser víctima a ser dominado por la pulsión de volverse victimario- está la homofobia de su padre. Aquel hombre lo quiso forzar a volverse heterosexual, y la idea obsesiva es una consencuencia de esa presión insana.

El demonio que ama y odia a los pintas: es un demonio cíclico: por temporadas lleva a Firense a obsesionarse con los músculosos y desear llamar su atención; al no lograrlo, empieza a odiarlos ardorosamente. Luego ese demonio hiberna, se duerme sin desaparecer del todo, y la obsesión por los musculosos decrece. Es un obsesión molesta que hace sentir frívolo a Firense, pues no concibe que su mente pretenda dedicarse a una causa como amar y odiar a los musculosos, mientras existen otras razones de  más peso por las que luchar: motivos políticos, sociales, que no se manifiestan con la misma omnipotencia.

El demonio de la agresividad: este demonio tuvo un nacimiento claro: firense siempre fue un pusilánime pisoteado por todo el mundo. Tantas humillaciones generaron una profunda fustración y un deseo de revancha. Ahora Firense es un ser lleno de rabia, pero una rabia ciega incapaz de manifestarse plenamente, lo que la convierte en un sentimiento mezquino y venenoso. Ese demonio alimenta los deseos de violación, que no son más que una forma de violencia. Y empuja a Firense a abrasar doctrinas fascistas que propenden por la destrucción, la sangre y el aniquilamiento: es el deseo de masacrar un ladrón, un negro, un musculoso, todos subterfugios para tratar de liberar la ira acumulada.

El demonio del patetismo: es un demonio detestable que envuelve a Firense de un aire de torpeza y estupidez. Es el demonio del atolondrado que es incapaz de hacerle frente a un mundo sordido, del tonto cuya inocencia lo hizo caer en la trampa de bufones que lo ridiculizaron. Es el espíritu despistado que lo lleva a cruzar calles sin mirar a los lado, a tropezarse, a moverse torpemente, a abordar el bus equivocado, a extraviar plata, etc. Ese demonio alimentó decididamente al de la ira y agresividad.

El demonio de la pedofila: no hace falta explicarlo demasiado. Es la desagradable atracción sexual por niños que ha sentido Firense. Sentimiento que lo ha convencido de que es una forma de vida inviable con una mente trastornada que se ha convertido en caldo de cultivo de los sentimientos más innobles. Un error de la naturaleza, alguíen con algún trastorno fisiológico y químico en el cerebro que se ha agravado por traumas de infancia, inseguridades, desengaños, burlas. Una mente desfasada e inoperante.

Todos los demonios se alimentan entre sí en una simbiosis que ha convertido en caos la mente de Firense.

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