miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 15

Cuando Martha se dirigió a su casa, no se imaginaba lo que le esperaba. Pero bastó que abriera la puerta y observara los rostros adustos y sombríos de su madre y hermana, para que entendiera que algo grave estaba a punto de ocurrir.

_ Buenas... ¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen esas caras?
_ Necesito hablar seriamente con usted Martha.
_ La escucho.
_ Alguien me contó que la vieron a usted besándose con Fabio. ¿Qué explicación le puede dar a eso?

La cara de Martha se torno lívida

_ Alguien. ¿Quién le salió con ese chisme?
_ Eso no importa. Necesito que me diga sin rodeos si usted y mi novio tienen algo.
_ Todo esto tiene que ser un malentendido Yolanda. ¿Cómo se le ocurre que su hermana se va a meter con el hombre con el que usted se va a casar? -señaló la vieja Alicia tratando de abogar por su díscola hija.
_ Pues no. No es un malentendido. Fabio y yo somos amantes.

Bastó que Yolanda oyera esa confesión para que estallara en cólera y se abalanzara sobre su hermana. Alicia la tuvo que contener.

_ ¡¿Y lo dice con ese cinismo Yolanda?! ¡Zorra! ¡¿Cómo fue capaz de meterse con el hombre que yo amó?!
_ ¡Calmese mija! -pidió angustiada Alicia.
_ ¿Desde hace cuánto están juntos? ¿Desde hace cuánto me están viendo la cara de idiota?
_ Eso no importa. No crea que yo me siento bien de revelarle esta verdad. Pero nadie manda en los sentimientos. Yo me enamoré de Fabio.
_¡Descarada! Ahora entiendo por qué ese empecinamiento de quedarse en este pueblo y dejar sus estudios y su vida tirados allá en la capital. Usted y Fabio son un par de malditos. Mientras yo estaba ilusionada con los preparativos de la boda ustedes dos se revolcaban y ni siquiera tuvieron la delicadeza de ser discretos, sino que andaban demostrándose su amor en público. Par de infelices. No sabe cuánto los aborrezco a los dos, pero sobre todo a usted que a pesar de ser mi propia sangre fue capaz de traicionarme así - se desahogó Yolanda para finalmente calmarse, dejarse caer sobre un sillón y prorrumpir en llanto.
_ ¿Cómo fue capaz de hacerle esto a su hermana? ¿Cómo puder ser tan miserable? -increpó Alicia.
_ Yo no me siento orgullosa de lo que he hecho. Pero es algo que escapa de mis manos. Yo también me enamoré de Fabio.
_ Ya no la quiero oír más vagabunda -gritó Yolanda tras ponerse de pie súbitamente- Lárguese de esta casa. Váyase a vivir con ese infeliz bien lejos de este pueblo donde nunca los vuelva a ver.

Como era de suponerse la reacción de Yolanda fue negativa y violenta. Se encerro en su habitación volviendo pezados cuanto objeto caía en sus manos. Cuando Fabio intentó explicarle la situación, la ofendida lo sacó a punta de golpes y empellones. No era para menos: la única ilusión y alegría que había vivido en su gris existencia se había desmoronado como un castillo de naipes. En cuestión de segundos. A Marta no le quedó más remedio que abandonar aquella casa y buscar posada donde su amiga débora antes de decidir si retornaba a la capital. 

_ todo esto es su culpa Martha. Culpa de su imprudencia -le dijo Fabio a su amante a quien había ido a visitar al domicilio de Débora.
_ Aquí los dos somos igual de culpables Fabio.
_ Si hubiéramos seguido llevando nuestra relación como siempre, a escondidas, nada de esto hubiera pasado.
_ Yo no estaba dispuesta a seguir siendo la otra por toda la vida. Hay que verle el lado bueno. Gracias a la chismosa que le fue con el cuento a mi hermana se despejó el camino para que usted y yo podamos estar juntos.
_ ¿Y qué le hace pensar que yo quiero continuar esta relación con usted?
_ Hay una razón muy poderosa.
_ ¿Cuál?
_ Yo estoy esperando un hijo suyo.
_ ¿Qué? Yolanda sabe de eso.
_ No. No tuve tiempo de contarle.
_ Ese hijo no puede ser mío Martha. Usted y yo siempre nos cuidamos.
_ Sí es suyo. Yo no he estado con nadie más.  Y por más que nos hayamos cuidado, siempre hay accidentes.
_ No, no, no. ¡Maldita sea! ¡¿a qué horas se me enredó así la vida!? - se lamentó Fabio lleno de rabia reprimida.
_ Vea esto como una oportunidad. Vámonos a vivir lejos de este pueblo. Hágamos una vida juntos. Yo sé que usted me quiere y yo también a usted.

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