viernes, 11 de diciembre de 2015

LA BASTARDA PARTE 17

La relación conyugal entre Martha y Fabio pronto se convirtió en un infierno. Las peleas se hicieron cada vez más frecuentes producto del antagonismo entre un hombre machista que quería que su mujer lo atendiera en todo, y una mujer liberada cuyo ideal de vida estaba muy lejano al de una ama de casa. La situación empeoró cuando el administrador de empresas se encaprichó con la idea de tener un hijo varón. El hecho de su mujer no quedara encinta nuevamente lo llenó de dudas que finalmente lo llevaron a sospechar que algo no marchaba bien. Finalmente un médico confirmó las sospechas: Fabio era estéril.

_ Eso que me está diciendo no puede ser verdad Fabio- le contestó Marta a su amado luego de que esté le confesará aquella revelación médica.
_ Claro que es verdad. ¿Qué necesidad tiene ese médico de mentir? Yo siempre lo sospeché. Tanto intentar tener un hijo y nunca lo conseguimos. Ahora quiero qué me diga quién es el padre de esa niña.

Fabio se refería a la pequeña que Marta había hecho pasar como su hija y a la cual habían bautizado con el nombre de esperanza.

_ ¿Pues quién va a ser? ¡Usted! Ese médico se equivocó. Usted no puede ser estéril.
_ No mienta más, zorra. Yo siempre lo sospeché. Siempre dude que esa niña fuera realmente hija mía. Si usted fue capaz de meterse conmigo, el novio de su propia hermana, seguro también fue capaz de revolcarse quién sabe con qué cantidad de hombres.
_ Esa hija es suya. Usted me tiene que creer. Ese médico se confundió. Seguró interpretó los exámenes de otra persona como si fueran los suyos- replicó Marta mientras agitaba los brazos en el aire en señal de protesta.
_ Yo no quiero oír más sus mentiras -contestó Fabio mientras agarraba a Marta de sus brazos- Usted es la peor desgracia que me ha podido pasar en la vida. El peor errores que pude haber cometido es decidir formar una familia con usted. Usted es una basura. Una mujer pérfida, sin escrupulos. Lárguese Marta y llévese con usted a esa bastarda.
_ Usted no me puede echar así como si fuera un perro- suplicó la mujer entre lágrimas.
_ No pierda su tiempo rogándome. Usted es una zorra. Vaya búsquese otro marrana que la mantenga. Vaya y busque al padre de esa bastarda y que él se haga caso de usted. Se acabó. Usted no me va a ver más la cara de estúpido.
_ Usted habla como si fuera un santo. Pero usted es peor que yo.
_ Lárguese antes de que la saque a patadas.

Marta no tuvo más remedio que abandonar junto con su hija el apartaestudio que había ocupado los últimos tres años. Estaba totalmente desorientada. Su vida de un momento a otro se había derrumbado como un castillo de naipes. No tuve más remedio que regresar al pueblo para mendigarle ayuda a su madre.

_ ¡¿Usted qué hace aquí Marta?!- preguntó la vieja alicia a su hija luego de abrir la puerta de su casa.
_ Mamá usted me tiene que ayudar. Fabio me echó de la casa y no tengo a dónde ir.

Alicia hizo seguir a su hija quien cargaba en brazos a su nieta.

_ Esta niña está hermosa. Tiena la estampa de las Cancino- opinó Alicia con su nieta entre las piernas- Tuve que esperar tres años para poder conocer a mi nieta.
_ ¿Y cómo están todos por acá mamá?
_ ¿Cómo cree? Usted ni debería preguntar eso mija. Con esa decisión que tomó le hizo mucho daño a su hermano.
_ ¿Y ella cómo está?
_ Recuperándose. Le costó mucho trabajo pero ahi poquito a poquito está podiendo rehacer su vida. Se casó y está esperando un hijo.
_ Mamá, usted no sabe cómo me arrepiento de todo lo que hice, pero creáme que la vida se ha encargado de cobrarme bien caroe se error.
_ ¿Qué fue lo que pasó con Fabio? ¿Por qué la echó de la casa?

Arrellanada en el sofá, Marta guardó silenció por unos segundos hasta que decidió confesarla la verdad a su madre.

_ Fabio se dio cuenta de que esperanza no es hija de él.
_ ¡¿quéeeeee?! Cómo así Marta.
_ Prefiero no contarle esto delante de la niña. La puedo llevar a mi cuarto y dejarle ahí para que duerma un rato. Debe estar cansada.
 _ Me parece bien.

Las mujeres se pusieron de pie y llevaron a la pequeña Esperanza a una de las habitaciones para que descansara. Finalmente Alicia y Marta retornaron a la sala y reanudaron su plática.

_ Ahora sí, explíqueme cómo es eso de que la niña no es hija de Fabio.
_ A Fabio un médico le diagnóstico que era estéril. Y por la época en que me embaracé de Esperanza... Bueno la verdad es que por esas fechas tuvo relaciones sexuales con otro hombre aparte de Fabio.

La vieja alicia se tapó la boca en un gestó de indignación.

_ ¿Cómo es posible que usted haya cometido tantos errores Marta? ¿En qué momento usted se descarrió de esa manera si su papa y yo pobremente le tratamos de dar el mejor ejemplo y la mejor educación.
_ Actué sin medir las consecuencias. Sólo pensaba en disfrutar el momento... Pero creáme que estoy muy arrepentida por todo lo que he hecho.
_ ¿Y usted cree que con simple arrepentimiento va a reparar tantas equivocaciones? Usted le destruyó la vida a su hermana, al mismo Fabio y de pasó se destruyó su propia vida.
_ Créame que si yo pudiera devolver el tiempo atrás, no volvería a cometer los mismos errores.
_ ¿Y qué se supone que va a hacer ahora con su vida?
_ Mamá, yo necesito que usted me dé posada al menos por un tiempo mientras puedo organizarme.
_ Eso es imposible. En esta casa todavía vive Yolanda y ella no va a aceptar que usted se quedé aquí.
_ Mamá, ¡por favor!, no me dé la espalda. Yo no tengo a nadie más a quién recurrir.
_ No sé que vamos a hacer.... Pero antes de decidir dígame una cosa: ¿Quién es el padre de esa niña?
_ Eso no importa ahora.
_ Claro que importa. Cómo no va a importar.
_ Lo más seguro es que el padre sea ese tipo del que Yolanda tanto hablaba. Oliverio Esguerra.

Al oír ese nombre Alicia palideció y se dibujó en su rostro un gesto aterrador.

_ ¿Qué le pasa Mamá? ¿Por qué reacciona así?

Alicia meneaba la cabeza y repetía sin cesar "no puede ser", "no puede ser".

_ ¿No puede ser qué Mamá? ¿Acaso usted conoce a ese hombre?
_ Usted cometió un pecado terrible Marta. Un error terrible.
_ ¿Por qué? ¿Quién es ese hombre mamá?
_ Ese hombre es su hermano.


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