martes, 12 de enero de 2016

LA BASTARDA PARTE 28

LUNES 25 DE MAYO

Aquel fin de semana fue largo y tedioso. Esperanza se sentía devastada. Siempre había sido la consentida de su abuela y ahora ignoraba cuál sería su futuro en esa casa ahora que ella había fallecido. Por más que su tía le hubiera planteado una tregua, la joven estaba llena de incertidumbre. Se sentía perdida y desorientada y sólo anhelaba escapar de ese pueblo que cada vez le repugnaba más.

_ Y bueno Esperanza, ¿cuáles son sus planes para el futuro ahora que me mi mamá ya no está?- preguntó Yolanda frente a toda la familia que ese mañana se había reunido a desayunar como era su costumbre.
_ Sigue en pie mi idea de irme a estudiar a la capital. Este miércoles se abren las inscripciones -respondió la joven.
_ ¿y finalmente va a escoger la carrera de ciencias políticas? -preguntó Horacio.
_ Sí. Estoy seguro de que eso es lo que quiero estudiar.
_ No me tome mal lo que le voy a decir pero esas carreras de la rama de las humanidades no tienen ningún futuro. Debería estudiar una ingeniería, ¿qué se yo? -aconsejó Yolanda.
_ Yo nunca he sido buena para las matemáticas tía. Usted lo sabe muy bien.
_ En esta vida hay que ser prácticos y pensar en una carrera con futuro, una carrera que dé plata.

Horacio no ocultaba el malestar que le causaban las opiniones de su mujer pues sentía que eran como indirectas para él que había estudiado ciencias sociales

_ ¿Y es que piensa convertirse en política o qué prima? -interrogó Martina.
_ ¿Por qué no? -contestó Esperanza. Su tía soltó una sonrisa hipócrita.
_ En este país para ser político hay que ser un hijo de político y ser de familia muy acomodada. Además se necesita ser deshonesto, falso, demagogo y especialista en prometer lo que nunca va a cumplir -anotó Yolanda.
_ Siempre hay excepciones -replicó Esperanza.
_ Entonces definitivamente si se va a ir de esta casa. Se va a ir a la capital -intentó averiguar Martina.
_ ¿Y cómo piensa hacer para subsistir, para pagarse su carrea haya en la capital? -preguntó Yolanda- No piense que allá la vida es fácil.
_ La vida no es fácil en ninguna parte tía.
_ Pero bueno -interrumpió Horacio quien por fin se había decidido a intervenir en la conversación-, lo importante es que estudie lo que le guste. De nada sirve estudiar una carrera que dé plata sino siente verdadera pasión por ella... aunque si me parece que debería reconsiderar irse a vivir a la capital. No ha averiguado si en la sede regional de la Universidad Estatal que está aquí en este pueblo ofrecen esa carrera que quiere estudiar.
_ No. Ya averigué y no la ofrecen.

Concluida la conversación Esperanza decidió visitar a su amiga María Berenice. Una vez más Horacio se quedaba solo en casa. Sus hijos estaban en el colegio su mujer había asistido a una cita médica. Aprovechando la soledad el hombre le dio rienda suelta a sus perversiones. Se dirigió al patio donde estaba extendida toda la ropa de la casa, tomó uno de los panties de Esperanza y con ahínco percibió el aroma que emanaba de la prenda íntima.

_ Ya está decidido amiga. Yo me quiero largar de este pueblo -le confesó Esperanza a María Berenice.
_ ¿pero por qué? No me diga que su tía le ha seguido haciendo la vida imposible.
_ Todo lo contrario. No me lo va a creer, pero desde que murió mi abuela ha estado lo más tranquila y amable conmigo. Aunque claro, se nota que está haciendo un esfuerzo sobrehumano por comportarse así. Hasta me dijo que hiciéramos una tregua.
_ ¿Una tregua? Ni que usted fuera la guerrilla y ella el gobierno.
_ A mí también me pareció ridículo, sobretodo porque es ella la que siempre me ha hecho a mí. Yo nunca he tenido nada contra ella. Pero bueno, me imagino que lo pasó con mi abuela la hizo recapacitar.
_ Oiga ¿y pensó en lo que le dije la otra vez? Lo de averiguar por su mamá y su papá.
_ Apenas el viernes enterramos a mi abuela. Yo no he tenido cabeza para nada.
_ Tiene razón. Discúlpeme.
_ Pero eso no quiere decir que no esté interesada en su propuesta. Yo quiero saber la verdad de mi pasado y por más que mi tía haya cambiado de actitud conmigo, yo la voy a averiguar.

Al caer la tarde Esperanza se recluyó en su habitación, se echó en la cama y se dedicó a llorar por la partida de la vieja Alicia. Su primo Pablo decició consolarla.

_ ¿Sigue triste por lo que le pasó a mi abuela, prima?
_ ¡Ay primito! Pues sí. No lo puedo evitar -le contestó dirigiendo su mirada hacia aquel niño.
_ No se preocupe. Usted conmigo siempre va a contar.
_ Gracias -respondió la desconsolada jovenzuela y acto seguido se fundió en un abrazo con su pequeño pariente.



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