domingo, 28 de febrero de 2016

LA BASTARDA PARTE 44

LUNES 22 DE JUNIO

El domingo el pequeño Pablo se negó rotundamente a asistir a misa. Y a la mañana siguiente tampoco quiso salir de su alcoba para dirigirse al colegio. Tal actitud inquietó a Yolanda y por ese decidió confrontar a su único hijo varón.

_ ¿Qué pasa Pablo? ¿Cómo así que no quiere ir al Colegio?
_ Yo no quiero volver a salir de esta pieza.
_ ¿Y por qué? ¿Qué es lo que le está pasando?- insistió la mujer. El pequeño niño prorrumpió en llanto- Ya tengo suficiente con los berrinches de su hermana como para tener que aguantar los suyos también. ¡Dígame qué es lo que le está pasando! ¿Por qué está en esa actitud tan rara desde el sábado?

El cura Honorio había intentado convencer al niño de no revelar ni confesar a nadie los abusos de los que había sido víctima. "no le cuentes a absolutamente a nadie de estos juegos porque estarías cometiendo un pecado mortal y Dios te puede castigar terriblemente", alegó el sacerdote, pero Pablo se sobrepuso al miedo y le contó a su mamá la verdad.

_ Eso que me está contando tiene que ser mentira Pablo. Difarmar a un cura es pecado.
_ Yo le estoy diciendo. Ese señor me puso a hacer todas esas cosas... Yo no quiero volver donde ese señor. NO quiero volver a la iglesia nunca más.
_ usted me jura por Dios que lo que me está diciendo es verdad. Uno no pueda andar inventando cosas tan horribles de la gente.

La reacción del niño ante esas palabras de su madre fue la de hundir su cabeza en la almohada y llorar con más intensidad. Al principio Yolanda se negaba a darle crédito a acusaciones tan graves, mas el dolor y sufrimiento de sus hijo parecía tan sincero que decidió actuar y denunciar al cura pedófilo ante las autoridades pertinentes.

Por su parte Esperanza ya había sido dada de alta y regresó al hogar de su verdugo. Al llegar allá éste le planteó una propuesta sorpresiva.

_ Espero que de ahora en adelante cambie de actitud. No quiero que se vuelva a enfermar -afirmó Oliverio.

Esperanza guardó silencio.

_ Yo no pretendo hacerle nada malo, ni hacerla mía a a la fuerza- continuó el hombre- Si esas fueran mis intenciones ya lo hubiera hecho hace mucho tiempo, pero no soy un cobarde como para andar abusando de mujeres.
_ No pues tan decente el señor- anotó Esperanza con ironía.
_ Yo no soy el monstruo que usted se imagina. A usted le falta mucho por vivir. Algún día va a dejar de lado tanto moralismo estúpido y se va a dar cuenta de cómo funciona realmente el mundo... Pero bueno, quiero hacerle una propuesta: ¿por qué no se casa conmigo?

En la fiscalía un funcionario recibió la denuncia de Yolanda.

_ Lo que usted está denunciando es demasiado grave señora y usted sabe que hoy en día los niños son muy fantasiosos.
_ Yo creo plenamente en mi hijo. ¿Me va a recibir la denunciar o no?
_ Claro. Ese es mi deber, ¿no?. Hay que remitir al niño a medicina legal para que lo revise un médico y un sicólogo. Ellos tiene que determinar si el niño efectivamente sí fue víctima de abuso y qué tipo de abuso fue. Pero quiero advertirle que este proceso no será fácil. En este pueblo la curia tiene mucho poder.

Yolanda no confiaba en la paquidérmica justicia de La Esperanza, así que pensó en hacer ruido por otro lado. Recordó a un viejo amigo de colegio que hoy en día era periodista radial de la emisora más escuchada del pueblo y decidió acudir en su ayuda. Esperanza, mientras tanto, no salía de su estupefacción por la propuesta formulada por Oliverio Esguerra.

_ ¿Cómo que casarnos? ¡¿Usted está loco?
_ ¿Por qué no? ¿Qué tiene de raro o de particular?
_ Para casarse hace falta conocer muy bien a una persona. Eso no es algo que se decide de un día para otro.
_ A mi me han bastado un par de días para darme cuenta de que estoy enamorado de usted.
_ En cambio usted a mí sólo me da asco.
_ Eso es lo que más me gusta de usted, que sea rebelde y briosa. Pero tranquila, no me tiene que dar la respuesta ahora. Piénselo. Aunque tenga en cuenta de que tampoco va a tener todo el tiempo del mundo.

Cayó la noche. María Berenice había salido a dar un paseo cuando se encontró con Jacobo, el hombre que reclutó con engaños a Esperanza.

_ Jacobo.
_ ¡ahh! ¡hola! ¿Cómo le va?
_ Bien ¿Y Esperanza? ¿Ella cómo está?
_ Maravillosamente. Trabajando en la capital y le está yendo muy bien. Y usted al final me sacó el cuerpo, ¿no?. Nunca apareció.
_ ¿Y usted sabe algún número de contacto para poderme comunicar con ella?
_ llámela al celular.
_ Ella no tenía celular cuando viajó. A ella la robaron antes de hacer ese viaje.
_ Pues en este momento no tengo a la mano un teléfono de contacto. Pero déjeme reviso en mi agenda y se lo doy después, ¿le parece?
_ Le agradezco mucho. En mi casa estamos muy preocupados por ella.
_ No tiene de qué preocuparse. Ella está muy bien. Mucho mejor de lo que estaba en este pueblo, ¡creáme!




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