domingo, 7 de febrero de 2016

LA BASTARDA PARTE 37

LUNES 8 DE JUNIO

Empezaba una nueva semana y Berenice junto a Ebelia habían resuelto hablar seriamente con María Berenice. Para ello acordaron reunirse a tempranas horas de la mañana con la joven en su habitación.

_ ¿Psicólogo? ¿Ustedes para qué quieren que yo vaya donde un sicólogo? -preguntó la muchacha.
_ Yo oí lo que usted le dijo a Esperanza cuando llegaron de esa fiesta y eso me tiene muy preocupada -respondió Ebelia- Yo siento que usted está muy confundida... está confundiendo el cariño que le tiene a esa niña con otra cosa...
_ Mamá, en primer lugar usted no tiene por qué estar escuchando mis conversaciones detrás de la puerta y en segundo lugar yo no estoy confundida: a mí me gusta Esperanza... a mí me gustan las mujeres. Eso en esta época es muy normal.
_ ¿Cómo va a decir eso mija? -interrumpió Berenice- eso es una aberración. Las mujeres fuimos creadas para estar con los hombres y viceversa. Usted cuándo ha visto en la naturaleza a un animal macho metiéndose con otro macho, o a una hembra con otra hembra.
_ Yo no puedo creer que ustedes me salgan con esos cuentos tan anticuados. Tanto que critican a esa vieja Prudencia por estar llena de prejuicios y ustedes son iguales.
_ Pues le pareceremos anticuadas y todo lo que usted quiera, pero yo no voy a tolerar a una hija con esos "gustos" viviendo en esta casa. Eso es algo que no estoy dispuesta a aceptar -aclaró Ebelia visiblemente molesta.
_ Fue por eso que Esperanza se fue de esta casa, ¿cierto?. Ustedes la echaron por eso.
_ María, ¿fue esa niña la que la indujo a eso? -preguntó Ebelia.
_ Esperanza no me ha inducido a nada. Lo que yo siento no es por influencia de alguien... eso es algo natural en esta época.
_ Para usted podrá ser muy normal, pero para nosotras no -exclamó Ebelia elevando el tono de su voz. Berenice trató de calmarla y acto seguido dijo.
_ Mija, todas cuando somos adolescentes podemos tener momentos de confusión... eso es normal... pero usted no se puede quedar estancada ahí. Este pueblo no es como la capital... aquí tener esas inclinaciones no está bien visto mija.
_ Lo mío no es una moda. Y si ustedes no lo pueden aceptar, me voy de esta casa.
_ ¡Ay ya no más! -exclamó Ebelia- Si se quiere ir, hágalo. Pero yo no voy a aceptar a una hija lesbiana en esta casa y eso no tiene discusión. Primero muerte antes de permitir semejante porquería.

Mientras esa discusión tenía lugar, Esperanza acudía al banco para notificar el hurto del que había objeto con el fin de que su tarjeta débito fuera bloqueada.

_ Buenas tardes. Ayer me atracaron y me robaron una tarjeta débito de una cuenta de ahorros que tengo en este banco. Vengo a que por favor me bloqueen esa tarjeta y me expidan otra. Bueno y de paso quiero saber si mi plata todavía está ahí....
_ Sí señora, dígame su documento de indetidad.
_ 1145987654
_ Aquí dice que usted aperturó su cuenta el 13 de mayo y que estaba pendiente de que nos trajera su fotocopia de la cédula porque en ese momento tenía contraseña.
_ Sí, pero todavía no he reclamado mi cédula.
_ Bueno señorita voy a proceder a bloquear la tarjeta, pero no le tengo buenas noticias: su cuenta aparece en ceros.
_¡¿qué?!
_ Lo lamento señorita. Debió hacer la solicitud de bloqueo inmediatamente fue víctima del robo.
_ A mí me robaron todo, hasta el celular. Y aparte quedé tan impactada que no se me ocurrió hacer eso ayer mismo.
_ Lo siento mucho señorita. Le recomiendo que interponga la respectiva denuncia lo más pronto posible.

Y así lo hizo la joven. Se dirigió a la Estación de POlicía más cercana y reportó el robo del que había sido víctima. Luego de cumplir ese trámite se encerró en la habitación del hotel en el que se estaba hospedando y lloró amargamente. Cuando se calmó, intentó nuevamente comunicarse con María Berenice. Esta vez la morena sí le contestó.

_ ¿Cómo así que la atracaron Esperanza?
_ Sí. Me robaron todo: la ropa, el celular y aparte me desocuparon la cuenta donde tenía la plata que me había dejado mi abuela- contestó la joven sumida en la desesperación.
_ ¿Y qué va a hacer ahora?
_ No sé María. La vida se ensañó conmigo de la manera más miserable. Primero lo de mi abuela, luego me echan de la casa de mi tía, para rematar me sacan de su casa y ahora esto. No sé que pecado fue el que cometí para tener esta suerte tan perra.
_ Cálmese amiga. Dígame dónde está y yo veo cómo la puedo ayudar.
_ Gracias María. Yo pensé que todavía estaba brava conmigo.
_ ¿Brava por qué? Al contrario, quiero pedirle excusas por lo que le dije esa noche. Yo estaba muy tomaba y no sabía lo que estaba diciendo. Lo mejor es que olvidemos eso para siempre.

María Berencie visitó a Esperanza y le llevó ropa -ambas eran de la misma talla- y un dinero que tenía ahorrada. También intentó persuadirla de que volviera a la casa, pero el orgullo de Esperanza le impidió aceptar. Antes de que María se marchara Esperanza le pidió el número telefónico de Jacobo, el muchacho que les había propuesto participar en un casting de modelaje. Esperanza necesitaba dinero y esa propuesta era al parecer la única alternativa para conseguirlo.

_ ¿Aló, Jacobo?
_ Sí, ¿con quién habló?
_ Con Esperanza. ¿Cómo le va?
_ Panchita ¿y ese milagro?
_ Jacobo, la propuesta que me hizo hace unos días sigue en pie. Lo del castng para modelos.
_ Claro que sí. ¿No me diga qué está interesada?
_ Sí, lo pensé bien y sí estoy interesada en participar.
_ Pued dígame cuándo tiene tiempo para que presente casting.
_ Puede ser mañana.

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