lunes, 20 de septiembre de 2010

Rastrilleo en el MIO

Cuando recién salió a circulación yo sólo le veía lo negativo al MIO, el sistema de transporte masivo de Cali.
Viajar en los articulados azules era una tortura porque siempre iban a reventar. Era usual que las puertas de las estaciones no funcionaran. Al menos en un bus tradicional uno tenía el pequeño chance de ir de pie. Pero con el tiempo la experiencia venció esa reticencia hacia el MIO. Es que comparado con los buses tradicionales tiene ventajas innegables. La frecuencia con la que pasan los articulados ha mejorado y muchos no van tan llenos. El aire acondicionado reconforta y uno se desplaza a velocidades razonables; a demás se tiene la fortuna de no castigar a los oídos teniendo que escuchar a la fuerza ritmos asquerosos como la música popular y el reggateon. Con el MIO uno se libra de emisoras guarras hechas a la medida de la igorancia de los buseteros, con toda su carga de vulgaridad y morbo. Qué pesar por sonar tan clasista, pero es lo que pienso. Sin embargo no hay felicidad completa porque nunca falta el 'embolatado' que sube al MIO con un radio o celular con el que oye música a todo volúmen. A uno le provoca gritarle: ¡Hey, mijo, existen audífonos!. Pero qué va: algunos incluso oyen la música con audífonos, pero ésta suena tan fuerte que uno inevitablemente tiene que escucharla.

En los articulados del MIO uno no tiene que soportar la molesta patanería de los choferes de bus. Sin duda no existe gente que haga su trabajo con tan mala gana como ellos. Hay que matizar las apreciaciones: quizás los explotan demasiado, los obligan a trabajar en turnos extenuantes y les pagan chichigÜas. Pero resulta lamentable que dirijan su fustración, no hacia los verdaderos responsables -los empresarios del transporte- sino hacia los infelices pasajeros. Y es por eso que uno a bordo de un bus soporta como el chofer se pasa todos los semáforos en rojo, viaja a velocidades exorbitantes, para donde se le da la gana, no espera a que el pasajero descienda y ya está arrancado, no tiene reparos en dejar que el pasajero se baje en la mitad de la calle. El terror de uno se incrementa cuando coge las curvas a 1000 kilómetros por hora. Yo supongo que para esos choferes un buen conductor no es aquel que respecta las normas de tránsito, sino el que es capaz de violarlas y viajar a velocidades exorbitantes sin estrellarse y matarse a sí mismo y a sus pasajeros. Resulta increíble que gente de cuyo trabajo depende la vida de mucha otra, sea tan irresponsable.

Nada bueno se saca de viajar en bus, excepto quizás terminar más cerca del destino al que uno se dirigía. Pero al MIO todavía le falta. En esencia es un sistema racista que se construyó sin tener en cuenta el distrito de Aguablanca. Y eso lo digo sinceramente, a pesar de mis tintes clasistas. Al MIO le falta mucho para abarcar toda la ciudad y ser verdaderamente incluyente.

Pero hay una razón más poderosa aún que el aire acondicionado, o la seguridad, o la ausencia de música guisa por la que yo estoy usando el MIO: el deseo que me rastrillen. Hace poco había un tipo pinta, aunque bastante amanerado, parado al frente mío. Sin dudarlo empezó a sobar su culo en mis partes nobles, con mucho cuidado para no ser muy evidente. Desde entonces siempre abrigo la esperanza de que, dado el hacinamiento que caracteriza a veces al sistema de transporte, el que este detrás mío no tenga inconveniente en sobar su miembro en mi culo. Esa sería una increíbles experiencia erótica. Hasta ahora no ha pasado...pero quién sabe, de pronto la vida premia mi paciencia.

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