lunes, 26 de octubre de 2015

LA BASTARDA PARTE 1

El día en que Marta Peláez regresó a La Esperanza, su pueblo natal, sintió como si nunca se hubiera marchado de ese lugar. Parecía como si el tiempo se hubiera suspendido en ese villorrio miserable. Años atrás había decidido abandonar a su familia para adelantar estudios en la capital y ahora regresaba para reconectarse con sus raíces. Y para alimentar su curiosidad. Deseaba saber cómo estaba su madre, la vieja y alcahueta Alicia, y su hermana Yolanda, su mejor amiga durante su infancia y adolescencia. De ésta última sabía que estaba a punto de contraer nupcias con un hombre aparentemente perfecto: buen mozo, caballero, y de una buena posición social. Un prospecto difícil de encontrar en un pueblo como La Esperanza lleno de hombres rústicos dedicados a un naciente negocio: el cultivo de una misteriosa planta llamada Mugen de gran poder narcótico cuyo consumo conducía a estados de extasis dificiles de describir.

Poco a poco toda La Esperanza, un pueblo de vocación agrícola se estaba llenando de esa planta que para algunos era fuente de riqueza y para otros, un símbolo de corrupción y ruina. Ese sábado Marta llegó a la vieja casa donde vivían Alicia y Yolanda ataviada de la ropa moderna que usaban en la capital. Tocó a la puerta. La vieja alicía se deshizo en abrazos hacia la recién llegada. Yolanda también estaba emocionada, deseosa de contar a su hermana los pormenores de su vida y ansiosa de conocer las aventuras de Marta en la capital. Todo parecía perfecta. Nadie podía imaginar que con la aparición de Marta se desatarían todas las desgracias que acabarían destruyendo a la familia Peláez Quiceno.

_ ¿Cómo es la vida en la capital Marta? Debe ser tan distinta a aquí -preguntó Yolanda intrigada. Las tres mujeres luego de saludarse se habían arrellanado en el sofa y las dos viejas poltronas que conformaban la sala de aquella casa.
_ Muy diferente -contestó la recién llegada- Pero siempre hace falta estar aquí, sobretodo por la tranquilidad. En la capital todo es tan caótico, tan estresante.
_Claro que este pueblo ya no es tan tranquilo como antes mija -interrupió la vieja Alicia- Desde que comenzaron a sembrar esa porquería este pueblo se ha echado a perder. A mí me da mucho pesar ver tantos muchachos perdidos por el consumo de esa hierba maldita.
_ ¿Tan grave está la situación aquí? -anotó Marta- Aunque igual ese problema de la drogadicción está disparado en todo lado. En la universidad es impresionante la cantidad de gente que es consumidora. Pero igual, mientras no se metan con nadie yo no los critico por lo que hagan o dejen de hacer...
_ No diga eso mija. Ese vicio es horrible, daña a los muchachos. Usted no se imagina como sufren las madres de los que consumen esa porquería...- sentenció la vieja Alicia.
_ Bueno, pero a mi lo que me interesa saber es cuándo voy a conocer a mi futuro cuñado -preguntó Marta.
_ Lo invitamos a almorzar mañana -respondió Yolanda.
_ ¡Ay Yoli! Si yo estoy emocionada, me imagino que usted no cabe la dicha.
_ Sí Marta. Estoy muy feliz. Fabio es un hombre maravilloso. Es lo que yo estuve esperando por mucho tiempo



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