lunes, 7 de noviembre de 2011

REGGAETON

Recuerdo que en 2003 una canción irrumpió con fuerza en el escenario musical colombiano. Si no estoy mal se llamaba Felina y era un tema exponente de un nuevo ritmo, el reggaetón. Algunos dijeron que sería una moda pasajera, pero desgraciadamente hoy, ocho años después, esa música del demonio sigue vigente y tal parece que su extinción no va a ocurrir en el corto plazo. ¿Pero por qué esa porquería sigue sonando con tanta fuerza? Pues precisamente por eso, porque es una porquería hecha a la medida de la bajeza de los seres humanos que son, dicho sea de paso, otra porquería.

En efecto el reggaeton ha sido exitoso porque ha explotado las fibras más bajas del gusto musical de la gente. En primer lugar es un ritmo mediocre instrumentalmente hablando; de hecho todas las canciones del reggaeton, cuando se oyen a lo lejos, suenan igual, con ese mismo golpeteo incesante que perturba la calma de los más pacientes. No se necesita ser un Mozart para producir reggaeton y tampoco hay que ser un virtuoso de la música para comprender ese género o más bien degénero. Y tampoco hay que ser un tenor, ni siquiera ser un cantante medianamente bueno para interpretar canciones tan nauseabundas como la "zunga zunguera", entre otras. Por eso Colombia se ha llenado de mediocres con cabeza rapada que se lanzan a ser reggaetoneros porque saben que para ese tipo de música no se necesita tener talento. Y como a la gente le da pereza pensar, oyen reggaeton porque es elemental y no demanda mayores essfuerzos intelectuales.

Por otra parte el reggaeton es una música violenta y fuertemente ligada a la sexualidad. Las mujeres en el reggaeton se convierten en putas que sólo tienen valor desde su dimensión sexual. Como ya dije antes el reggaeton es una música para desfogar pasiones bajas al ritmo de ese golpeteo agresivo que crispa los nervios. Y como el ser humano es proclive a las bajas pasiones, a la violencia y a una líbido desbordada, por eso ve en el reggaeton un ritmo con el que se identifica y sintoniza.

Por ello, mientras el humano siga siendo humano y el adolescente siga siendo adolescente, es decir, que continúe siendo burdo, bruto, elemental, agresivo, arrecho y mediocre, el reggaeton seguirá haciendo retumbar nuestras casas, nuestros oídos y nuestras almas. Ese degénero no es más que un termómetro de lo bajo que ha caído nuestra sociedad. Ojalá que algún día los colombianos, en especial los jóvenes, despierten de ese letargo y releguen ese género de mierda al rincón más recóndito del olvido y el desprecio. Por desgracia al parecer para ello tendrán que pasar mil años.

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