martes, 5 de febrero de 2013

¿A QUÉ ESTAMOS JUGANDO CON EL MÍO?

Los detractores del MÍO fundamentan su animadversión tachando de indigno a este sistema de transporte. Pareciera que tras su discurso se esconde la aceptación tácita de que el sistema de transporte público de la ciudad sí es digno. Nada más lejano a la realidad. Cualquiera que haya viajado en un bus o colectivo puede dar fe de los atropellos que se sufren, todos ellos resultado en gran medida de la nefasta guerra del Centavo.

No obstante el MÍO está lejos de ser esa maravilla que algunos pintan. Sin duda tiene ventajas con respecto al transporte tradicional como el aire acondicionado, la proscripción de ciertas emisoras guarras, entre otros, pero dos hechos recientes reflejan que los articulados azules están lejos de reemplazar eficientemente los buses y colectivos.

Primero fue la crisis que golpeó al operador Unimetro y ahora los problemas económicos que han afectado al operador ETM del MÍO lo que ha acarreado la cancelación de varias rutas. Los voceros de ETM aducen que el Masivo Integrado de Occidente debería estar movilizando a cerca de un millón de pasajeros, y no sólo 400 mil como ocurre en la actualidad y es allí donde está el origen del deficit que tiene en aprietos al operador del MÍO.

El paralelismo que hace el sistema colectivo al MÍO y el transporte pirata hacen mella en las finanzas del operador. Pero uno se pregunta: ¿Si el MÍO sólo movilizando 400 mil pasajeros ya acusa tremenda congestión y un cuasi colapso, como sería si transportará al millar que tiene como meta? ¿Acaso la idea es que los usuarios viajemos como sardinas en un sistema cuya flota es insuficiente sólo para garantizar su rentabilidad?

Pero más allá de eso vale la pena preguntarse a qué estan jugando Metrocali y la Administración local. Meses atrás se planteó la salida de circulación de todos los buses del sistema tradicional de transporte. ¿Acaso el MÍO si está preparado para sustituirlo? Tras la salida de los buses y colectivos, ¿contará el MÍO con la flota suficiente para que los usuarios podamos viajar con relativa comodidad? ¿Tienen los operadores la solidez financiera para responder a ese reto?

Urge claridad. El fin del sistema público tradicional no da espera, pero su reemplazo debe ser un sistema verdaderamente digno para todos incluidos pasajeros, choferes y empleados.

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